Basada en la obra teatral de Yasmina Reza y con guión del propio genio polaco y la autora. Tras su escarnio público (bastante justificable posiblemente), Polanski se mete en un solo escenario, a partir de una sencilla situación: dos matrimonios se reúnen en la casa de uno de ellos, a fin de arreglar de forma civilizada una pelea entre sus hijos en el parque. Y a partir de aquí, disparo tras disparo: "A un dios salvaje" se ve en un suspiro, trota de forma acompasada llevándote del drama a la comedia más negra y malévola, en un torrente de punzante mala leche. Maestro, una vez más, en la puesta en escena, los cuatro actores sobresalen magníficos. Y desde allí, definitivamente, una crítica destructora y transgresora a la sociedad actual: el individualismo, el egoísmo, todos tenemos una doble vida/personalidad. Los adultos se comportan, desde su frustración individual, peor que cualquier crío o bebé. Polanski tenía un dardo seguro y, sin más aspavientos, ha dado, de nuevo, en la diana. En el culo de tanto hipócrita moralista.