El ala oeste de la Casa Blanca (Serie de TV)

Sin meternos en lo verisimil de sus guiones y en confundirnos con historias antiyankees y toso eso. Centrémonos en la serie: guiones magistrales, actores de lujo, dirección soberbia... ¿qué más se puede pedir?
Muy recomendable. (Lástima la salvajada que, al igual que con la serie "Perdidos", ha hecho TVE con ella... mejor verla a través del emule, y si es en versión original mejor).
Ya creo que está la 1ª temporada a la venta en un pack de DVD´s.

Fíjate que a mí no me gustaban las series/películas políticas, me parecían irreales y tendenciosas, además de bastante aburridas. Moralina barata, vamos.

Y entonces llegó el ala oeste y lo cambió todo. Así, de golpe, en 40 minutos, con un solo capítulo, ya me enganchó para 7 años, para obligarme a ver la serie en inglés por no poder esperar al estreno doblado, a conseguir que por vez primera viese 12 capítulos en un solo día (luego ha habido otras, pero fue la primera que me enganchó tanto). Ese primer capítulo, tan redondo, tan perfecto, es el ejemplo ideal de lo que es el ala oeste. si no te gusta, el resto no es para ti. Pero si te gusta, te envidio, porque acabas de entrar en un mundo mágico que te atrapará durante meses, quizás años, y hará tu vida un poco más bonita. Yo ya acabé la aventura, y aunque muchas veces reveo capítulos, no es lo mismo que verlos por primera vez.

Hacer una crítica de "El ala oeste de la casa blanca" es imposible, pues no hay nada que se pueda criticar de algo tan perfecto. Mejor sería llamarlo Elogio que crítica, porque todo en esta serie es perfecto.

Actores que han nacido para sus personales, historias reales contadas con un perfecto ritmo y con los mejores diálogos que jamás se han leído en televisión, una ambientación perfecta y un realismo avasallador que te hace creer que todo es verdad, aunque sepamos que la realidad por desgracia no es tan idealista ni bien intencionada, y que en el mundo real nuestros políticos no son ni tan listos, ni tan ingeniosos, ni tan nobles.

Cada capítulo es un documento que te obliga, sino a pensar, sí a reflexionar sobre lo que pasa en el mundo, sobre cómo funciona el poder y las gentes que lo poseen. Nada sobra en el espectacular mosaico de personajes que teje la araña de los mandatos del Presiente Barlett.

Agradezco a todos los autores de esta magnífica serie por haber hecho posible muchos momentos mágicos viendola a través de los años.

Nunca otra serie será igual.

179/02(03/06/11) Acabo de terminar de ver la séptima y última temporada de esta magnífica serie creada por el gran guionista Aaron Sorkin, como defectos está su tendencioso ideario político, demasiado manipulador, aunque no llega a caer en la caricatura, cabe achacarle también el desgaste con el paso de las temporadas, por el camino ha caído Aaron que se bajó del proyecto en el cuarto año y aunque lo cogió John Wells (Serie ‘Urgencias’), y es que mi opinión sobre este trabajo no puede ser la misma después de ver el colosal final de la segunda temporada que al final de la séptima, digo esto porque es lo que tengo más fresco en la memoria es la decadencia en la que se sumió, aún así por encima de lo mejor que muchísimas otras series. En principio era una idea complicada, pues una serie centrada en el mundo de la política repele al espectador medio, pero ahí estuvo la valentía de Aaron Sorkin, hacer un producto atractivo, el premio en la primera temporada 9 premios Emi, fueron 26 a lo largo de su recorrido. Aaron nos cuenta cómo funciona la trastienda de una administración americana demócrata en la Casablanca, una historia coral donde Sorkin desborda ingenio a la hora de componer personajes complejos y carismáticos, de presencia magnética, donde hay diálogos y frases lapidarias, sabiendo combinar de modo excelente las dosis de humor necesaria con el dramatismo inherente al escenario, resulta pedagógicamente maravillosa, hace que la tan vilipendiada profesión política nos empatice, que entendamos un poco mejor los entresijos y juegos de poder que se establecen entre los diferentes poderes y fuerzas, nos presentan situaciones para el debate ético, nos sentimos involucrados en los problemas que nos presentan y en su modo de intentar capearlos, sus razonamientos a base de enfrentamientos dialécticos son brillantes, así como las interrelaciones entre los protagonistas saltan chispas, asimismo este retrato coral en las altas esferas del poder es un canto a la amistad, a que unidos los problemas son más fáciles de resolver. La puesta en escena es colosal, con un escenario como la Casablanca que es otro protagonista más, un decorado muy realista, una fotografía hiperrealista que resalta a los personas, que hace sean el centro luminoso, llevándonos por los pasillos con constantes diálogos de los personajes yendo de un lugar esta labor es gracias a Thomas del Ruth, hay más, pero este marco la línea durante 5 temporadas, con una música deliciosa de W. G. Snuffy Walden.
Continua en spoiler sin spoilers.

Ya han pasado casi cinco años desde que esta serie se despidió de la audiencia y aún así sigue sorprendiendo por la variedad de sus temas y su valentía a la hora de afrontarlos, lo que la hace ya no solo una serie actual, sino una serie todavía adelantada a su tiempo.

Lo mejor, en la maraña de puntos fuertes que han hecho a esta serie ganadora de tres Globos de Oro y 26 premios Emmy, es sin duda que los personajes a veces casi pasan a un segundo plano a favor del guión, algo que sorprende cada vez más si vemos algunas de las series actuales, más pendientes del peinado de sus protagonistas que en la calidad de sus diálogos.

Muchos han apuntado a lo idílico de la administración Bartlet, pero en esta serie vemos como se abordan temas que en la actualidad siguen siendo polémicos desde diferentes perspectivas, a veces tomando decisiones equivocadas o mostrando los entresijos de la consecución de votos, por lo que tan irreal, desgraciadamente, no es.

Sin embargo, no se pueden pasar por alto las actuaciones. Que los diálogos ocupen por fin el primer plano en una serie depende en buena medida en un reparto colectivo volcado en ellos. Así tenemos a un Martin Sheen que, independientemente de que aparezca mucho o poco, siempre dan ganas de votarle y, por supuesto, su equipo: todos ellos magníficos, desde el brazo derecho del presidente, John Spencer a la versión televisada de Ted Sorensen interpretada por Rob Lowe (al que se echará mucho de menos tras su marcha, al igual que la de Spencer tras su repentino fallecimiento), pasando por Richard Schiff y, por supuesto a Allison Janney como la jefa de prensa, capaz de hablar de los temas más duros y protagonizar algunos de los momentos más divertidos o Jaley Moloney.

En definitiva una serie para sentarse tranquilo, volcar los cinco sentidos y disfrutar.

Inteligente y mordaz recreación de la trastienda del poder en el país más poderoso del mundo. Diálogos afilados para mentes rápidas. Insuperable.