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La condición humana 1: No hay amor más grande

Drama. Bélico Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Kaji, un japonés pacifista, trata de librarse del servicio militar aceptando un trabajo como supervisor laboral en las minas de la Manchuria ocupada. Kaji se dedica a mejorar las pésimas condiciones de vida de los prisioneros, pero sus esfuerzos son despreciados por el jefe del campo de concentración. Un día, el odio acumulado estalla y tiene terribles consecuencias. (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
11 de febrero de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
17/17(24/01/20) Atractiva propuesta del combativo realizador nipón Masaki Kobayashi, primera parte de la trilogía estrenada entre 1959 y 1961, basada en la novela autobiográfica de seis partes del mismo nombre de Junpei Gomikawa de seis volúmenes publicada entre 1956 y 1958 de Junpei Gomikawa. Al igual que el protagonista de la novela, Gomikawa fue reclutado por el Ejército Imperial Japonés durante la Segunda Guerra Mundial y estacionado en Manchuria, ocupada por Japón. Autodescrito como pacifista y socialista, se había negado a elevarse por encima del rango de privado, sintiéndose opuesto tanto a la guerra como a la ideología imperialista de Japón en ese momento. Kobayashi se adhirió a tales puntos de vista por el resto de su vida, siempre siendo crítico con la cultura conformista de Japón. Recordando sus propias experiencias en la guerra y sintiéndose conectado con acontecimientos de la novela, Kobayashi aseguró los derechos de Gomikawa y solicitó a Shochiku que aprobara el proyecto. Debido a que el tema criticaba directamente las acciones de Japón durante la WWII, el estudio inicialmente no estaba entusiasmado con la película y solo cedió cuando Kobayashi amenazó con renunciar. Durante el rodaje, Kobayashi tuvo objetivo ser fiel posible al trabajo de Gomikawa. Tenía a mano una copia de la novela original para ayudar en este sentido. Si hubiera escenas en el libro, pero no el guión, se agregarían cuando sea posible. Los actores generalmente eran notificados de estos cambios con un día de anticipación para memorizar sus nuevas líneas. Debido a este esfuerzo por precisión, se informó que Gomikawa estaba muy satisfecho con la adaptación. Incluyendo la preproducción, The Human Condition tardó cuatro años en completarse. Protagonizada por Tatsuya Nakadai, sigue la vida de Kaji, pacifista y socialista japonés, tipo íntegro (lo que es uno de los mantras de la filmografía del director, ejemplo es “Seppuku” o “Samurai Rebellion”) que trata de sobrevivir y enfrentarse al mundo totalitario y opresivo de la WWII, Japón. En total, como una sola película dura 9 horas, 47 minutos, incluye intermisiones, la convierte en una de las películas narrativas más largas jamás realizadas. Es una obra valiente al ser una producción japonesa donde los malos son los nipones, y los chinos (tradicionalmente enemigos del país del Sol Naciente) las víctimas del salvajismo del invasor de la nación del código Bushido, siendo muy autocrítica, alejada del patriotismo panfletario ahonda en lo pernicioso del pan-japonesismo, arremetiendo contra lo venenoso de las Guerras, contra el abuso del poder, contra la corrupción moral del poderoso. Esta obra marcó la senda de películas que reflejarían el lado no épico de las guerras, influenciando en autores no japoneses como Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola, Clint Eastwood, etc.

Una película con una primera parte en lo que es la presentación del protagonista, un tipo de una pieza, incorruptible, un idealista que pelea contra un sistema marcial violento, intentando serpentear una estructura de humillaciones y vejaciones a los prisioneros para intentar tratarlos mejor, ello con la excusa de que así rendirán mejor en su trabajo, cuando en realidad es un humanista. Pero en cierto tiempo la cinta se convierte en reiterativa y lenta, entrando en estancamiento que le impide avanzar hacia algún lado, Kobayashi queriendo ser fiel a las novelas se ha pasado de metraje, yendo demasiado lejos en su minutaje, pudiendo contar lo mismo en mucho menos tiempo, y es que el tempo cinematográfico es diferente al literario, la capacidad de síntesis es inexistente aquí, provocando el alejamiento del espectador (o sea yo) con el paso del tiempo hacia ninguna lado.

Film épico dividido en dos mitades con su intermisión en (más o menos) la mitad, mostrando los horrores de la trastienda de la guerra (en esta primera parte no vemos batallas), lo que sucede tras las líneas bélicas, donde se intenta abastecer a la maquinaria de guerra mediante la mano de obra esclava de con los prisioneros. Y allí llega un ‘Quijote’ honesto que intentará cambiar las formas en que son tratados, pero esto entrará en colisión tanto con los mandos japoneses, como contra los prisioneros que se aprovecharán de su bondad. Dejando en ello un halo pesimista contra la Condición Humana, donde el cainismo es nuestro gran enemigo, donde las buenas intenciones idealistas son saboteadas por todos, unos por resquemores y otros por ver debilidad en ello. Siendo la paradoja que el buenismo humanista del protagonista termina por ser el motor de las desgracias en el campo de prisioneros, el Hombre es un Lobo para el Hombre.

Vemos a un solitario hombre que navega contra corriente, lidia contra una burocracia desalmada, contra unos mandos brutalizados, donde el egoísmo darwinista es lo que prima. Este ‘picar piedra’ irá desgastando al protagonista, lo irá desmoralizando gradualmente, en esta cloaca de inmundicia donde se dan cita el sadismo, las envidias, el despotismo, las arbitrariedades, las vejaciones, las decapitaciones, las conspiraciones. Un lugar donde los presos son tratados como animales que para calmar su lívido son agasajados por prostitutas, cual bestias en celo.

Pero en mi modesta opinión no es una película redonda como sí lo son “Seppuku” o “Samurai Rebellion” ambas de Kobayashi. Como ya he mencionado me resultan excesivos los subrayados, las redundancias en algo ya masticado varias veces, costándole avanzar en muchos tramos, ejemplo son las varias fugas que terminan por ser cansinas; La historia de amor entre el protagonista y su mujer Michiko (correcta Michiyo Aratama) resulta poco atractiva, cayendo en tópicos de la esposa abnegada, sin más personalidad que ser percha de su marido; Como también la historia de amor entre la prostituta y el preso es otro parche que hace aumentar el metraje sin que aporte demasiado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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12 de febrero de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los peregrinajes existenciales más profundos que se han contado es, a su vez, una de esas experiencias cinematográficas que cambian la Historia del propio cine.
Nos sumergimos en ella de la mano de su protagonista Kaji, el idealista que siguió el camino del humanismo y que al final acabó convertido por las circunstancias en otro hombre...

Masaki Kobayashi entró de manera algo sigilosa en la industria del cine, aprovechando su relación familiar con la gran Kinuyo Tanaka, y convirtiéndose en un mero asistente de Keisuke Kinoshita pocos habrían creído que con sus primeras obras pudiera llegar donde más tarde llegaría; fue la memorable "Río Negro" su trampolín para ser considerado en Shochiku y alzarse como una de las primeras voces importantes de la Nueva Ola. Parece que tiene la libertad necesaria para acometer un proyecto de enorme envergadura, uno que, sinceramente, sólo alguien como Kurosawa (Mizoguchi ya había fallecido) podría haber llevado a cabo.
Todo surge de las memorias del autor Shigeru Kurita, desde su durísima estancia en las acerías Anshan, en Manchuria (las cuales, desde la invasión japonesa, pasaron a llamarse Showa), debido a su expulsión de la Universidad de Tokyo por sus supuestas tendencias izquierdistas y liberales, hasta su paso por una 2.ª Guerra Mundial en la que casi acaba sus días como prisionero. En 1.955 publica una serie de volúmenes bajo el título conjunto de "Ningen no Joken", que poco a poco vende millones de copias en todo el país; ya en una época donde no existen las ataduras de la censura y EE.UU. ha pasado a ser un aliado, Kobayashi sabe que puede tratar dicha novela épica sin tapujos, pese a la negativa inicial de Shochiku...

Tal vez sus ejecutivos no se habían enfrentado a un rodaje así; movilizan a miles de extras, un puñado de actores profesionales (entre los que se hayan algunos de los rostros más conocidos del momento) y un equipo técnico enorme, y como es imposible situar el set en la verdadera Manchuria (por razones más que obvias) han de desplazarse hasta Hokkaido, cambiando la acería por una mina de carbón; esto, unido al carácter tiránico, obsesivo y exigente del director, provocó innumerables problemas a la productora. Pese a su cariz mesiánico, esta primera película (dividida en dos extensos arcos) empieza su argumento desde un punto de vista totalmente íntimo y personal.
El joven Tatsuya Nakadai en su primer papel protagonista y la actriz "prestada" de Toho, Michiyo Aratama, encarnan a la pareja Kaji y Michiko, quienes se encuentran en una Manchuria Sur entre dos guerras, la Mundial y la Sino-Japonesa; este prólogo muestra los esfuerzos del primero (enteramente un álter-ego de Kurita) por librarse del servicio militar aceptando un ingrato trabajo en las minas de carbón como supervisor. Acercándose al conflicto interno de ambos personajes, Kobayashi empieza a modelar los trazos de un clima deprimente desde la primera secuencia donde los amantes se reúnen en ese entorno gélido, oscuro y desolado.

No necesita mucho esfuerzo para arrastrarnos al momento en el cual se desarrollan los hechos, con el descontento y la tristeza general planeando por encima de todos los presentes; Kaji empezará moviéndose en lugares cerrados, oculto y sin ánimo de llamar la atención, y la historia pertenece por pleno derecho a la pareja, cuyo amor se ve maltratado por la época. Este prólogo, heredero del drama cercano de Kinoshita o Naruse pero en un contexto mucho más crítico y radical, se abre entonces a los escenarios abiertos donde se situará la trama hasta el final.
Pero el director no ofrece precisamente una escapada benevolente a la pareja, y queda demostrado desde el instante en que llegan a la mina, rodeada por un manto de arena que todo lo entierra; la labor del operador Yoshio Miyajima y el director artístico Kazue Hirataka es vital para transmitir la sensación de angustia y desasosiego que desea imprimir el anterior, y éstos se revelan muy hábiles en la creación de atmósferas como símbolo de opresión. Las siguientes y extenuantes tres horas de metraje se desarrollan aquí, en este pedazo de Infierno situado entre la nada y ninguna parte, donde Kaji queda al cuidado de los trabajadores chinos.

Rápidamente sobresale el espíritu contestatario y furioso de Kobayashi cuando las maneras de ser de su protagonista chocan de lleno con las normas del lugar. Éste, liberal, idealista, un romántico conducido por los principios de que todo ser humano ha de ser tratado con comprensión y humanidad, es mirado de reojo por sus jefes y compañeros.
Quienes se esmeran en demostrar su poder y dominio sobre los invadidos chinos a fuerza de derramar su sangre sobre la arena; destacan entre todos la crueldad de Okazaki, la impotencia de Okishima y la indiferencia del director Kuroki.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Al final de tan inmensa travesía y tras someternos a tal cúmulo de emociones, reflexiones, dilemas y dramas personales, nos vemos tan mermados y aplastados como los personajes, igual que ese Kaji obligado a sufrir por su honestidad, caridad y en sus propias palabras por el mayor crimen de todos: ser japonés (brutal la visión del film, brutal), y a quien seguiremos en su camino ya en una 2.ª parte cuyo marco será exclusivamente el bélico.
Esta 1.ª que nos ocupa es sólo el inicio, pero sorprendente en todas sus facetas; el nativo de Hokkaido, con un perfecto dominio de la técnica y el lenguaje cinematográfico para transmitir al espectador todas las sensaciones habidas y por haber (los instantes de la ejecución sobre todo, que siempre consiguen erizarme el vello y encogerme hasta los intestinos), ya puede estar satisfecho de haber logrado una obra maestra universal, la primera de muchas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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11 de febrero de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enorme película donde se muestra a un individuo luchando porque los tratos a un grupo de prisioneros de guerra sean un poco más humanos, a que sus derechos se respeten al menos en cuestiones básicas.

Enfrentándose claro está, a superiores inescrupulosos los cuales solamente buscan sacar algún provecho de esas personas convertidas en esclavos, gracias a los trabajos en una mina.

Así mismo, Kaji, el personaje principal, debe enfrentarse a la vida con Michiko (Michiyo Aratama), su esposa, y ver como sus asuntos en el trabajo de una u otra forma se mezclan con su vida privada, llegando a tener problemas con ella.

Es ahí donde se pasa de una relación amorosa, a tener un distanciamiento que pone en peligro las enormes muestras de amor presentes en un inicio. Eso presente con intentas salvaguardar la vida de los prisioneros y la burla de sus superiores ante sus ideas.

La película está genialmente hecha y dirigida, perfectamente pudo durar menos de las 3 horas y 20 minutos que tiene de metraje, sin embargo, queda en suspenso saber si llegara a tener el mismo impacto emocional en una versión más corta.

Excelente filme donde se muestra lo bajo que puede caer el ser humano, así como también muestra un estudio sobre las reacciones de los individuos bajo ciertas condiciones vivenciales.
10P24H
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10 de octubre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precioso, preciso y extremadamente realista estudio filosófico sobre la moral y el humanismo; con todo lujo de matices, dilemas, contradicciones e ironias de la condicion humana. Eso sí, a día de hoy, el tema quizá esté un poco desfasado y caricaturizado.

En cuanto a la duración, da la impresión que para abordar todo los dilemas morales que presenta la cinta, el bueno de kobayashi hubiera necesitado, una horita más.

En definitiva, una emotiva cinta sobre los valores del ser humano, que gustara al que le guste reflexionar sobre aspectos de honor y nobleza tan en desuso hoy en dia. Y que se hara larga, infaltil y adoctrinadora para los más "maduros" y pragmáticos.
danballah
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27 de agosto de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tiempos de guerra es cuando se puede dibujar con mayor crudeza la miseria, el dolor y el amor, "La condición humana" es una de las mejores películas sobre valores en todos sus matices, una película activa que busca la paz entre la convivencia en pareja y la explotación de la mano de obra, se queda a mitad de camino de la revolucionaria teoría, pero limpia la ambición y el orgullo, intimida con una utopía heroica, amar al país o a la vida, se va olvidando del terreno político para forjarse entre las actitudes de los presos, no es una brutalidad pero sí que es injusta en el dilema que plantea y que va quebrantando el espíritu y arruinando una vida mientras la confianza es incapaz de mantener un digno destino.
stikma
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