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Llegaron de otro mundo

Ciencia ficción. Terror. Intriga Un astrónomo aficionado, John Putnam, y su prometida Eilen Fields contemplan las estrellas en el desierto cuando una nave espacial atraviesa el cielo y choca contra el suelo. Justo antes de que un corrimiento de tierras entierre la nave, una misteriosa criatura emerge y desaparece en la oscuridad. Por supuesto, cuando Putnam cuenta la historia al sheriff, nadie le cree, pero pronto empiezan a suceder cosas extrañas... (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
14 de marzo de 2023
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Más que interesante propuesta que sirve bien al objetivo que pretende, creando incluso un canon de cómo deben ser los marcianos, cómo deben venir a la tierra y cómo deben comportarse.
Me ha gustado mucho Barbara Rush, actriz de la que he visto más películas de las que parece. Richard Carlson es el protagonista principal, al que también he visto en películas del estilo.
El guión está bien trazado, tiene recorrido y no aburre en absoluto. Le falta la potencia espectacular que proporcionan los efectos especiales. Pero hay que entender la época en la que se rodó, los medios de los que se disponían e incluso el status del director dentro del estudio.
Pero es una película estupenda, se deja ver y tiene su recorrido y su fondo.
ÁAD
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28 de julio de 2023
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205/17(23/07/23) Entrañable film de ciencia ficción serie b, con dosis de terror psicológico, hijo de su tiempo (tiene 70 desde su estreno), en plena Guerra Fría, donde nació el sub género fantástico que era alegoría del Terror Rojo, el miedo a lo desconocido que se instauró en Occidente, y con más paranoia en USA. Ópera prima en la dirección de Jack Arnold, el que se especiaría en el género de ciencia ficción con títulos clásicos como “La mujer y el monstruo” (1954), “La venganza del hombre monstruo” (1955), “Tarántula” (1955) o “El increíble hombre menguante” (1957), aquí el guion es de Harry Essex (“La Mujer y el Monstruo”), basándose en la idea original de "El meteorito" de Ray Bradbury. En su momento tuvo el aliciente para el espectador coetáneo de que fue la primera en el proceso 3D de Universal-International (por eso escenas como el desplome de rocas, o la llegada del ‘meteorito’ se filmaron para impactar al espectador del cine. El sistema en concreto, denominado «3D Anaglífico», no tardó en quedarse obsoleto en favor de otras más sofisticadas y sólo se volvió a utilizar en otra película más: The Mask en 1961). Arnold tiene éxito, a pesar del bajo presupuesto, edificando una atmósfera opresiva en crescendo paranoico, mandando diáfanamente, eso sí, sin sutilidad, sobre como no toleramos lo desconocido y ante la duda disparamos y luego (si acaso) preguntamos. Crea este clima turbador en medio del desierto, dónde hay una pequeña población dónde cundirá la inquietud y el temor a lo desconocido, propio esto de la era del MacCarthismo, dónde la sospecha a los ‘antiamericanos’ se convirtió en una caza de brujas. Y es que aquí son los humanos los que termina siendo la amenaza, son los violentos, los ‘malos’. Siendo este uno de los pocos films de esta época donde los ‘visitantes’ extraterrestres no venían con aviesas intenciones, de hecho, creo que solo tiene esta vertiente humanista esta cinta y “Ultimátum a la Tierra” (1951).

Film que juega con algo que posteriormente se ha usado bastante en el género, como es la suplantación de personalidades, los doppelgängers alienígenas, algo muy de moda entonces eran los posibles quintacolumnistas comunistas espías para los soviéticos, americanos que trabajaban para el enemigo y que se confundían con los demás, temor nada infundado, cuando sin ir más lejos fueron estos los que pasaron a los soviéticos la fórmula de la Bomba Atómica. Tema este de los doppelgängers luego manejado en “La invasión de los ladrones de cuerpos” (1956) o en “La Cosa” (1982), no puede haber mayor desconfianza que no saber si alguien con un cuerpo y voz conocido puede no ser quien crees, solo que estas mencionadas era porque los aliens eran malos.

Trama: Una pareja acaba de ir a vivir a una casita en medio del desierto de Arizona, cerca del pueblo de Sand Rock. Una él que es astrónomo (que casualidad!!) aficionado, John Putnam (Richard Carlson), y su prometida Ellen Fields (Barbara Rush) miran las estrellas en el desierto cuando un gran objeto de fuego se estrella contra la Tierra. En el lugar del accidente, descubre una nave espacial alienígena redonda, observa por la puerta a un ser amorfo con un ojo (ello acompañado por el leit-motive del theremín), justo antes de que quede completamente enterrada por un deslizamiento de tierra. Cuando le dice al sheriff local (Russell Johnson) y al editor del periódico lo que vio, lo tachan de chiflado. En poco tiempo, comienzan a suceder cosas extrañas y la incredulidad se vuelve hostil.

La tensión dramática se fundamente en que no se sabe que hacen allí los aliens, porque suplantan personalidades, porque sustraen material, porque no dan la cara, son hostiles o pacíficos, estas cuestiones son las que hacen mantener el interés. Abogando por la vertiente buenista del entendimiento, de lugar a acuerdos, de entender el comportamiento de lo que desconoces, esto muy discutible y complejo, daría para un amplio debate.

Posee una primera parte en la que cae en el tópico del tipo que ha visto algo importante y nadie lo cree, lo toman por loco, algo muy manido, pero que al menos no estiran demasiado. Exponiendo a los extraterrestres como seres fríos y calculadores, asépticos en su proceder, en clara alegoría de los comunistas. Llegando en su desarrollo a como un humano debe de hacer de árbitro entre las ansias de linchamiento (los humanos termina en eso, en una turba violenta) de su raza y los aliens, y con ello dando esperanza a la raza humana de que aun ahí personas reflexivas y no impulsivas. Todo en un crescendo de tensión que deriva en un rush final bien llevado.

Tiene su fallos, empezando por su simplicidad de propuesta, algunas lagunas narrativas (*spoiler). Los personajes son clichés con patas, carecen de fondo alguno, con actuaciones ramplonas. Con situaciones ridículas, como ver al doppelgänger de Ellen por el desierto en vestido vaporoso negro de noche, cuando ella fue raptada con otro atuendo, visualmente turbador, pero es un parche; Otra de las debilidades es mostrar los extraterrestres, queda muy bien que fuera durante gran parte del film en subjetivó (perspectiva alienígena se representa a través de un plato lleno de aceite colocado directamente sobre la cámara), acompañado por el soniquete estimulante del theremín, es mucho peor es fotograma que se crea en la mente dele espectador que lo explícito y más si es lo que terminamos viendo. Y es que al mostrar esa cosa deforme te llevas un chasco, no puedes creer que físicamente esos seres puedan haber creado la tecnología requerida para lo que hacen, grotescos, que no terroríficos, por esto queda extraño que la gente grite al verlos… (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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14 de setiembre de 2011
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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En este estío nos hemos visto invadidos por alienígenas hasta el hastío. La reproducción del Cine Capital se materializa secuencialmente, año a año, fagocitando y vomitando géneros y lugares comunes, en una des-comunal producción de escoria (Aldous Huxley dixit) que toma la forma de la repetición con variaciones o el montaje en cadena con innovaciones. Slashers, zombies, superhéroes, aliens: los otros entre nosotros (o una fenomenología de la paranoia norteamericana).
La invasión, pese a lo que pudieran pensar los incrédulos y los acólitos del ombliguismo-solipsista-terráqueo, se produjo hace tiempo; ya están aquí, contaminando nuestros fluidos. De Gordon Douglas, Robert Wise, Jack Arnold y su seminal Vinieron del espacio (It came from outer space, 1953) a J.J. Abrams, Jon Favreau y Greg Mottola, el inconsciente óptico de una población homogeneizada se ha visto poblado y habitado por aliens de distinta ralea y casi siempre sin pelaje. El otro resbaladizo y frecuentemente invisible se ha ido haciendo cada vez más transparente a nuestra mirada, nos hemos habituado a su existencia, pero aún no a su presencia o co-existencia. Adoptando la forma del comunista o el extraterrestre (con forma de insecto o anfibio, preferentemente), la figura del alien se nos ha hecho siempre presente como aquél ser en tránsito, ininteligible y ópaco, que jamás habría de compartir el espacio con nosotros. Si acaso, proyectando en la comunidad alien (esas naves inmensas llamadas “Madres Nodrizas”) una necesidad demiúrgica, tienen un mensaje que transmitir a los terrícolas antes de irse (oséase, a los americanos, pista de aterrizaje prototípica de comunistas, demócratas, inmigrantes y demás material alienígena.)
Entre la generación de los 50 ya mentada y la actual aparece una figura central en la producción de imágenes alienígenas (y, por ende, en la ecúmene alien): Steven Spielberg es sin duda el Padre Simbólico de los directores de Super 8, Cowboys & Aliens y Paul. Reconocido y obvio en los casos de Abrams y Mottola, cuyos filmes funcionan como sentidos homenajes a los mitos fílmicos que Spielberg subvencionara a toda una generación, y cuyos títulos no es en absoluto necesario nombrar. Más tamizada la influencia en el caso de Favreau, que ha llevado a cabo un imposible y estólido palimpsesto intergenérico entre el western y la ciencia-ficción, entre James Bond e Indiana Jones.

(continúa en Super 8, de J.J. Abrams)
McCunninghum
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