Four Lions

Momentos en los que acabé con dolor de barriga por las risas:
- El cuervo bomba y la posterior reacción de Fessal.
- El anti vigilancia.
- Casi cada conversación es oro.
- El altercado en la universidad.
- El transporte de los explosivos y la muerte de Fessal.
- La equivocación con el wookie en el maratón.

Los cuatro leones son otros tantos terroristas en prácticas del que será su primer y único atentado. Estos becarios de lo kamikaze son torpes. Mucho. Cuando asistimos a su formación con armamento pesado en Pakistán parecen más el coyote trampeando al correcaminos que un peligro real para la sociedad británica. Tanto es así que un frugal quinto miembro de la célula terrorista se va al otro barrio mucho antes de cumplir su misión por un descacharrante accidente de uno de sus compañeros con un lanzacohetes orientado del revés. Siempre así con ellos, un sinfín de risas que surgen de lo falible de lo humano, algo que ya de por sí es brillante, pues expone precisamente algo que los medios suprimen de esa nueva identificación del mal supremo que pretenden sean los individuos mozárabes una vez dejen de fascinar tanto los nazis a la gente: que un terrorista suicida, como individuo humano que es, también ríe, come, guasapea con el móvil, tropieza, escucha a Maroon Five –maravilloso ese punto- e incluso tiene familia e hijos. Y hasta puede que, sin tener mucha fé en lo que ha de hacer, se vea abocado a ello por las expectativas que en él deposita su mujer y la admiración que le profesa su hijo. El menos convencido de todos -y a la vez con un hermano que es el más radical en la defensa de los valores del Islam, aunque sólo desde la retórica y la dialéctica- termina acometiendo su misión no por convencimiento, sino por presión, mientras que dicho hermano, firme en sus creencias toda vez que incapaz de hacer daño a una mosca, termina siendo detenido bajo el cargo de terrorista. Todo el tramo final es un cénit de la denuncia de la estupidez humana, nadie queda a salvo. Ni terroristas, ni occidentales, ni policías ni –cómo no con Chris Morris- los medios. Es muy difícil entremezclar el que alguien tenga que pausar una película de la risa que esta le provoca a que una secuencia después baje la cabeza avergonzado de la condición humana que comparte con quienes protagonizan el film, y también muy lamentable que no pocos espectadores censurasen la película porque, según ellos, con algunas cosas no se deben hacer bromas jamás. Viéndolo así Chris Morris ha cumplido su objetivo una vez más: ni falta ha hecho que él se moleste en señalar a los idiotas, pues estos han dado un alegre salto al frente con chapita identificativa y todo. Héroe.