Espíritu sagrado

Pestiño creativo.
Por decirlo pronto, Espiritu sagrado, es una especie de pastiche cinematográfico, con ínfulas de modernidad, con una música, por momentos, estridente y estomagante y para remate unos toques de ciencia ficción de medio pelo, para culminar un puzzle, que no tiene pies ni cabeza. En definitiva, un enorme tostón de tres pares y muy señor mio. No me gusta alejarme mucho de la media, pero en esta ocasión, lo siento, le doy un dos.¡Pestiño sagrado!

¿Cómo es el diablo y de dónde viene? Lo más potente que tenemos aquí es la idea, la lección que nos instruye. El director nos muestra los puntos débiles por donde entra y se hace fuerte entre ignorantes y supersticiosos el Imperio del Mal. Ya nos lo dibujaba Francisco Goya hace un par de siglos.

Quiero pensar sin haber querido estigmatizar a las personas que les apasione en concreto la Ufología y en general las Ciencias Ocultas. El director ha escogido una subcultura en auge para construir una historia en la que la interpretación es amateur y donde algunos diálogos están leídos ... aunque con una fotografía en momentos digna de admirar.

Si no queréis perder 90 minutos de vuestro precioso tiempo libre no veáis esta película. Aburrida, lenta, pretenciosa y sin gracia. Sólo vale la pena la primera escena de la niña, que parece que es la única que sabe actuar un poco. Imaginad que vais a un concierto donde el cantante no sabe cantar, la banda no sabe tocar los instrumentos, pasan 10 minutos entre canción y canción y las letras no las entiende nadie. Eso es esta película.
Hacia años que no veía algo tan malo.

Espíritu sagrado es costumbrismo surrealista.

Inclasificable, arriesgada, bizarra...
Se acabarían los adjetivos para intentar describir este retrato de la España marginal, con tintes post-apocalípticos y diseño de producción post-Almodovariano.

Contiene elementos interesantes: Esoterismo-Ufología como escenario de los hechos, cuidado (y premeditado) look ochentero de televisión barata, actores no profesionales con diálogos absurdos.

Un universo muy particular, con una marcada personalidad autoral de su director Chema García Ibarra, al que hay que seguir la pista como una de las voces más lisérgicas del panorama del cine español.

Maldita sea, ojalá tuviera una bola de cristal que me dijera que películas vería en un futuro que me hicieran decir: "¿Y por qué no la fui a ver en el cine?", aunque no todas las películas llegan en los cines, creo que hubiera hecho lo posible para verla.

Esta película, a pesar de su nacionalidad, es una maravilla en todos los sentidos. Puesta en escena, fotografía, vestuarios, actuaciones muy particulares que solo son posibles dentro de este mundo que plantea el director.

Todos los personajes son particulares, incluso aquellos que solo aparecen una o dos veces nada más, ¡incluso los que aparecen de fondo!

Cada detalle está tan bien puesto, que supongo yo que cuando la ves por segunda vez te das cuenta de que las respuestas estaban ahí todo el tiempo. Y digo esto porque la veré una segunda vez y espero que pronto. Y el final es una patada en el cerebro que te hace plantear y darle vueltas a toda la película. Si tienen oportunidad de verla, no la dejen pasar.