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Aquí, un amigo

Comedia Trabucco está a punto de retirarse a una paradisíaca isla, pero antes debe hacer un último trabajo: eliminar a los tres testigos claves en el juicio de un caso federal. Para ello se instala en un hotel estratégicamente situado, pero la situación se complica cuando se instala en el mismo hotel Victor Clooney, un hombre que está muy deprimido porque su mujer lo ha abandonado por un sexólogo. En el preciso momento en que Trabucco se ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
28 de agosto de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trabucco (Walter Matthau) es un asesino a sueldo contratado por un mafioso para eliminar a tres ‘soplones’ (Schuster, Pritzig y Gambola), quienes van a testificar contra el ‘capo’ ante los tribunales. El plan de Trabucco es acabar este ‘trabajo’ y retirarse a una isla paradisíaca, para disfrutar de la vida…

Tras acabar sin problemas con las vidas de Schuster y Pritzig, Trabucco se cruza con Victor Clooney (Jack Lemmon), un tipo mojigato y parlanchín que se siente muy deprimido porque su esposa, Celia (Paula Prentiss), lo ha abandonado (tras 12 años de matrimonio) por un ‘gurú’ del sexo: el doctor Hugo Zuckerbrot (Klaus Kinski).

Trabucco se hospeda en un hotel desde el que pretende atentar contra Gambola, actuando como francotirador… pero no sabe que los continuos intentos de suicidio de Clooney le van a complicar mucho que lleve a cabo su último ‘trabajo’…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pintusian
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31 de enero de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Trabucco, es un asesino a sueldo quien, con la esperanza de retirarse a una isla, está haciendo ahora su más difícil trabajo: debe eliminar a tres testigos de la mafia en un sonado caso que está ahora en los tribunales. Los dos primeros quedan resueltos con un par de regalitos... pero, el tercero, está siendo tan bien protegido que, sus jefes, hasta le aumentan la oferta para que procure despacharlo. Para, Trabucco, todo está a punto… pero, al Hotel Ramona donde acaba de instalarse, y casi siguiéndole los pasos, llega Victor Clooney, un hombre desesperado porque dejó a su familia por otra mujer, y ahora ésta se siente atraída por el director de una estrafalaria clínica de sexología donde labora. Clooney –ubicado en la habitación de al lado- planea su suicidio y así, los planes de ambos se entrecruzan por un insólito destino, lo que termina gestando una “perversa” y “milagrosa” amistad, como se verá en lo sucesivo.

Tomando como punto de partida una obra teatral del escritor y director, Francis Veber, el austriaco Billy Wilder, consigue una satisfactoria despedida con un entramado de comedia negra que reluce de gracia y encanto por diferentes flancos. Primero, los personajes están muy bien matizados con esos cruces de conciencia donde lo destructivo se choca con lo constructivo, y la solidaridad trae esperanza cuando surge la desesperanza.

Como en los demás filmes que la pareja hizo con Wilder, Walter Matthau, es el sin escrúpulos de blandura insospechada y de una suerte mágica frente a sus malas intenciones, sobre todo si se entiende que, no triunfar en el mal que deseas cometer, es siempre un valioso regalo de la buena fortuna; y Jack Lemmon, es el buenazo lleno de ilusiones, cuyas esperanzas lucen caídas al piso mientras él se esfuerza por recuperarlas. Ambos lucen precisos, encantadores y enfundados en lo suyo con ese inmenso histrionismo que es tan escaso en el arte cinematográfico.

En segundo lugar, la historia conjuga, con sabiduría, ese juego del Fatum que, a veces, interfiere de manera sorprendente -aunque incomprendida y atribuida al azar-, para echarnos una manito ante nuestras necias o inoportunas decisiones. Los diálogos a la altura del Wilder y el Diamond de siempre, y la ambientación austera, pensada para dar solamente lo indispensable, que al fin y a cabo, de la ostentación jamás emanará lo que no posee el argumento… y sino pregúntenle a, Roland Emmerich o a Michael Bay.

Billy Wilder, Jack Lemmon y Walter Matthau, ya cumplieron con ser grandes y quedan en nuestro corazón como seres muy apreciados por su maravilloso genio y por los muchos momentos gratos con que alegraron nuestra vida; y quedan también en la historia del 7° arte haciendo gala de su inmenso talento y de su dignidad a toda prueba.

Título para Latinoamérica: LOS COMPADRES
Luis Guillermo Cardona
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16 de diciembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El período dorado de Wilder es irrecuperable, forma parte de otra realidad social, de un mundo que se le escapaba entre los dedos. Cuando se analiza la filmografía de un director se observa casi siempre un deterioro. Pongamos a Wilder, a Kurosawa, a Hitchcock. Sus últimas películas tienen logros parciales, méritos menores, un melancólico sentido de derrota. Los maestros no han perdido demasiado fuste, pero el signo de los nuevos tiempos se los ha llevado por delante. No entienden la nueva música, los nuevos códigos, los nuevos gustos.



Un asesino debe cumplir con su último trabajo. Su vecino de hotel, abandonado por su mujer, le impedirá su cometido con su obsesión por suicidarse. En “Aquí una amigo”, última película de Wilder, el cinismo de Wilder ya no tiene su contrapunto esperanzador, el que siempre abría una vía de escape en el universo de ironía. El maestro vienés ya no entiende la juventud, no entiende la vorágine de las drogas, la sexualidad libre, el rock. La revolución del 68 y todos sus epifenómenos han convertido Wilder en un cascarrabias. Antes siempre había sido crítico, pero también comprensivo. Vencía el amor, la música, la amistad, el disparate. La exmujer de Jack Lemmon, una patética mujer seducida por la clínica de plenitud sexual dirigida por Klaus Kinski dice algo a lo que Wilder parece revelarse:



“No puedes ignorar lo que ocurre hoy en día, tienes que ir con la corriente”.



Wilder es Lemmon, bondadoso personaje que prefiere suicidarse a seguir a su mujer en su loca carrera por seguir en la corriente de promiscuidad sexual, y es Matthau, el asesino que decide exiliarse a una isla del caribe para escapar del asfixiante clima de mediocridad reinante.

Wilder ha perdido su punch. No porque los diálogos no sean brillantes, ni porque las interpretaciones hayan perdido matices, sino porque la sociedad es otra, la comedia de gran presupuesto, plagada de primeras estrellas, ya no es un género en un mundo que ha vivido todos los istmos y ha sufrido todas las guerras. A pesar de todo, un Billy Wilder decadente es mejor que muchos directores.
Jmpg2012
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2 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una época en la que Billy Wilder fue muy denostado por parte de la crítica especializada, especialmente influenciada por nuevos movimientos y experimentaciones para el séptimo arte. Este director-guionista, especialmente centrado en el género de la comedia, aunque podía hacer espléndidas incursiones en otros terrenos ("Perdición"), sufrió un oscuro anonimato, afortunadamente hoy superado.

Su filmografía necesita poca presentación, baste afirmar que obras maestras como "El apartamento" o "Primera plana", solamente son la punta del iceberg de una trayectoria brillante, de un tipo con una magia única para los diálogos, casi siempre en la eterna compañía de Diamond, su otro yo en la máquina de escribir. En "Aquí, un amigo", la pareja de guionistas adapta una obra de teatro, mostrando un humor tal vez más soez y menos sutil, con algún momento que ha envejecido mal, pero... sigue siendo una estupenda comedia.

El dueto "hoy te quiero más que ayer pero menos que mañan", Jack Lemmon y Walther Matthau, se turnan en otro ejercicio de interpretación fantástico, en una trama de mafia, maridos engañados y verdaderos charlatanes de feria, bajo un paisaje veraniego. Si esto se hace hoy en día y lo firma un director anónimo, una maravillosa comedia que revitaliza el género. Pero, como atinadamente dicen otras críticas, al llevar la rúbrica de un genio, se exigen resultados geniales.

No es así, Billy Wilder, Lemmon, Matthau y el resto del equipo, tienen momentos mucho más afortunados en sus brillantes carreras. ¿Significa eso que estemos ante una mala obra? Nada más alejado de la realidad.

Una atinada y acertada comedia de humor negro, una contribución más (y van...) de Wilder a las carcajadas de los espectadores.
El Libanés
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12 de setiembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo haber visto esta película por primera vez con 13 o 14 años de edad en esos tiempos en que encontrabas de todo en el videoclub y pasó a ser una de mis comedias favoritas. El contraste entre los personajes de Walter Mathau y JacK Lemmon me pareció sublime. Durante mucho tiempo la consideré como una de las mejores cintas de esta mítica pareja del cine. Sin embargo, años después la emitieron en un ciclo de televisión y aproveché para volver a verla. Al leer las reseñas de las críticas de los periódicos, vi que estaba consideraba como una obra menor de Billy Wilder, indigna para un genio como él como película de despedida del cine. Tras este chasco, descubrí al ver la película que ya no me hacía tanta gracia. ¿Había envejecido yo o ella?, ¿por qué tantas películas que te dejaron ese buen sabor de boca, pierden esa magia que tenían cuando las viste por primera vez?, ¿por qué coges tanta manía a la gente que te lo dice a pesar de que en lo más hondo de ti sabes que tienen razón?, ¿hubiera mantenido mi opinión de no haber leído nada o de haberla visto solo? Y ésta es la historia de cómo descubrí que no siempre las películas tienen que gustarte igual que la primera vez que las viste.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
logan70
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