50 primaveras

Comedia protagonizada por Ágnes Jaoui, que me gustó en Un Air de Famille (1996). Una mujer de alguna ciudad de rango medio de Normandía tiene 50 años y no tiene perrito que le ladre. Su vida es un poco desastre. Tiene dos hijas, una amiga un poco loca, un ex marido y un día se encuentra con un antiguo compañero del cole. ¿Os suena? Pues sí, un argumento que se ha hecho unas cuantas miles de veces con desigual éxito.

La película se deja ver aunque tampoco es que se haya escondido muy bien.

La película transcurre en torno a la vida de Aurore (título real del filme, no la estupidez por la que lo han “traducido” aquí) y los cambios no sólo físicos que experimenta en torno a la cincuentena. El gran acierto del filme es precisamente dar el papel protagonista a una mujer madura, encarnada además por una mujer madura con curvas en el cuerpo y arrugas en la cara, algo a lo que el cine es tan poco dado que cuando sucede adquiere matices de reivindicación. Por lo demás la película transcurre por los terrenos de la comedia (sin ser estrictamente una comedia) llevada sin estridencias, salvo alguna intrusión en el histrionismo bastante tolerable. Mucho más interesantes son las pinceladas de crítica social y de costumbres que de vez en cuando salpican la cinta, sin empachar ni pretender sentar cátedra. En definitiva, una película que se ve con agrado y deja cierto sabor agridulce.

Película de mujeres normales universal
Si eres mujer trabajadora, madre, divorciada, o casada, creo que a todas gustará.
MUy realista, pero sin caer en la crueldad, con la mirada llena de optimismo.
Donde recuerda los mecanismos que tenemos la gente del montón ante la adversidad.

Me encantan estas películas francesas con una buena historia, cotidiana, fácil de creer, con sentimientos, bien interpretada y dirigida, películas de personajes fiables con secundarios igualmente creíbles, grandes porque están hechas sin aspavientos, sin histrionismos, sin fuegos de artificio. Con su dosis de crítica social, la edad, el desempleo, las oportunidades perdidas, todo desde un punto de vista feminista pero sin poner mal a los hombres, ellos también tienen sentimientos y nosotras también jugamos con ellos. Y siempre con un rayo de esperanza, en la vida no todo es malo, solo hay que saber vivirlo

En su segundo largo la actriz y directora Blandine Lenoir nos ofrece una comedia agridulce blandita que se presta al chiste fonético con su nombre. El corte marcadamente feminista acaba por ser un recital de tópicos sobre la madurez femenina a los 50, por mucho que no dejen de ser importantes, que no acaba de tener claro cómo abordarlos y prefiere asomar tímidamente la cabeza de la reflexión entre las olas de la comedia ligera sin mayor trascendencia y que bordea peligrosamente una concepción en el que la mujer necesita encontrar un hombre para realizarse.

El elenco defiende sus roles con solvencia, el ritmo es irregular. Salpicada de un ligero barniz de crítica social y nostalgia familiar la cosa transcurre sin sobresaltos hacia un final olvidable y previsible. La sofocada Aurora amanece una vez más como su nombre indica antes de que la noche inexorable caiga sobre todos. 

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