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El escape del Bronx: La batalla de Manhattan

Ciencia ficción. Acción Unos pandilleros urbanos del futuro se alían en un frente común para derrotar a unas brigadas de la muerte dirigidas por un villano (Henry Silva) que trabaja a las órdenes de un empresario que pretende dominar el Bronx. Trash, el guerrero más temerario, convertido en el paladín de los pandilleros, actua en colaboración con dos expertos en operaciones explosivas. Secuela del film "1990: Los guerreros del Bronx". (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
23 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para aquellos que se quedaron con las ganas de vivir más aventuras al lado de Trash por las ruinosas y, sin embargo, fascinantes calles del Bronx, aquí tienen lo que andaban buscando.
Enzo G. Castellari nos vuelve a meter de cabeza en ese barrio que luce como una zona de prueba de misiles lleno de moteros, delincuentes de poca monta, pandilleros, furcias y otros especímenes de lo más variopintos y extravagantes.

"1.990: Los Guerreros del Bronx", pese a sus incoherencias, múltiples clichés de la época y estratosféricas estupideces, acabó convirtiéndose en todo un fenómeno del cine de serie "B" en los '80. La descarada mezcolanza que hizo el director italiano de "The Warriors", "Mad Max" y "1.997: Rescate en New York" fue lo suficientemente atractiva para los cientos de jóvenes que se apiñaban en los videoclubs deseosos de ver otra peripecia de guerreros rebeldes, chicas guapas y mucha acción echa con cuatro perras (aunque hay que reconocer que si algo les llamaba la atención eran las carátulas de los vídeos).
Después de la también exitosa "Los Nuevos Bárbaros", Castellari se disponía a rescatar a los personajes que creó junto a Dardano Sacchetti y Elisa Briganti para la que sería la tercera y última de las aventuras de ciencia-ficción futurista que realizaría bajo el mando del productor Fabrizio de Angelis. Esta vez el director no contaría con Sacchetti al guión, sino con Tito Carpi, y lo más importante, con un mayor presupuesto, ya que aun siendo de petardas para arriba, "1.990: Los Guerreros del Bronx" y "Los Nuevos Bárbaros" fueron la mar de rentables.

Se supone que ha pasado algún tiempo desde que Trash se vengara de Hammer y sus malditos compinches, los cuales iban causando el caos en el Bronx en pos de dar con Anne, la joven y guapa heredera desaparecida; ahora el antiguo líder de los Riders deambula sin rumbo fijo entre los escombros del lugar, que, no obstante, muy pronto será objeto de recalificación y reconstrucción.
Una gran corporación ha decidido demoler hasta el último edificio del Bronx y levantar nuevas viviendas en él (para gente de todas las disposiciones económicas, se supone), y para ello han de librarse de sus antiguos moradores; el presidente Clark le encomienda la tarea al psicótico Floyd Wangler, que se dedica a exterminar, junto a su escuadrón de "desinfectadores", a todo ser humano que se resista a salir del Bronx. Trash no puede tolerarlo, y menos después de ver que sus padres han sido asesinados por los hombres de Floyd, así que se armará de valor, hará equipo con algunos desequilibrados más y pondrá fin a la carnicería.

Aunque pase o no el tiempo entre la historia de "1.990: Los Guerreros del Bronx" y la secuela, ésta empieza como termina la primera, con Castellari ofreciendo, con el gracejo que le caracteriza, una aventura de acción sin pretensiones con tres elementos básicos: explosiones, persecuciones y tiros a mansalva (¿cuántas balas tiene el revólver de Trash?), y esto no cambia en todo el metraje, además de seguir con sus escenas en "slow motion", que aquí se repiten hasta el tedio, sus insustanciales y estereotipados personajes y un intento de crítica social que termina siendo esperpéntica.
Lo malo de "Fuga del Bronx" es que el director no tiene a Sacchetti a su lado y que, por mucho que haya aumentado el presupuesto, la película no es sino un refrito de todo lo visto anteriormente en la época, con una trama que se desarrolla torpe y divertida y unos diálogos que te dejan catatónico, pero sin esa "magia" con la que contaba su predecesora. Por si fuera poco, la última media hora, en la que los malos van persiguiendo a Trash y Strike para rescatar al presidente, acaba por hacerse aburrida y pesada hasta la extenuación.

Regresa Marco DiGregorio con la misma cara de mármol y la nula capacidad interpretativa que ya mostraba en la anterior, seguido de ese chuleras de Antonio Sabato cuya risa forzada crispa los nervios, una innecesaria Valeria D'Obici introducida por necesidades del guión y Timothy Brent, al que veríamos de protagonista en "Los Nuevos Bárbaros" y otras películas de Castellari. Especial mención merecen Ennio Girolami, hermano del anterior, y Henry Silva, el eterno villano (¿alguien más podría haber hecho mejor el papel de Floyd?).
A pesar de todo, "Fuga del Bronx" también tuvo su buena acogida gracias a los cines de barrio y los videoclubs, y hoy en día, junto con "Los Guerreros del Bronx", ya permanece como una joyita de culto para los amantes del cine "trash" de los '80. Pero hubiese sido mejor que Castellari terminase su Trilogía Futurista con "Los Nuevos Bárbaros".
Chris Jiménez
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30 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiroteados. Quemados vivos. Descuajeringados por explosiones. Con la cabeza reventada a garrotazos. En esta bonita fábula anticorporativista los muertos se cuentan por decenas. Tal vez por centenares. Es lo que tiene que una empresa constructora quiera limpiar de la forma más expeditiva posible el Bronx de muertos de hambre para construir un barrio de lujo, y que en esa aviesa intención se topen con una selección de pandilleros de gatillo fácil dispuestos a defender su territorio con el pellejo...

Tan delirante, hortera y desvergonzada como la primera parte pero más bestia, más violenta y más divertida, "La fuga del Bronx" es acción italiana ochentera de serie B en todo su esplendor: vestimentas estrafalarias, efectos especiales cutres, explosiones donde los muñecajos del atrezzo salen tarifando por doquier, tiroteos acrobáticos, peleas en plan "Bud-Spencer-y-Terence-Hill", buenos que no son del todo buenos, malos que en cambio son malos a rabiar (premio para ese exterminador rebosante de chulería y sadismo interpretado por Henry Silva), gente ardiendo, mamporros en cantidades industriales, diálogos de tebeo, algo de crítica social primaria pero simpática...¿Qué más se puede pedir?

Es cutre, salvaje, divertida y sin excesivas complicaciones. Es justo como tiene que ser una peli de este tipo.
elviajero
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21 de marzo de 2023
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No hace muchos días pude ver la primera entrega de esta secuela llamada '1990: Los guerreros del Bronx' que, a pesar de sus evidentes limitaciones, tenía su cierto atractivo viendo el cuidado estético de las tribus que pululaban por el ya abandonado a su suerte barrio del Bronx, la fotografía y dirección artística igual de cuidadas y la presencia de actores con solera como Vic Morrow o Fred Williamson.

Me animé a darle el beneficio de la duda a su segunda parte (que no sabía de su existencia hasta después de ver la peli anterior), pero he salido peor parado de lo que esperaba en el filme antecesor, cosa realmente sorprendente.

Como ya he dicho, uno de los atractivos de la anterior eran las bandas, cada una con su estética y forma de operar. Aquí van a unir fuerzas por luchar contra la corporación que quiere arrasar todo lo que queda del barrio para fines inmobiliarios, pero de los vándalos que quedan ya no hay apenas diferencias entre ellos, ni clanes, ni personalidades llamativas como tenía al menos el largometraje de donde venimos, donde había secundarios con personalidad que ponían su parte. Ni siquiera el relevo de Hammer con el rostro de Henry Silva llega a lo que fue aquel personaje debido a que este se dedica más bien a dar ordenes y a poco mancharse las manos.

Por otra parte, me sorprende lo cambiados que están los pandilleros en cuanto a carácter. Lo normal era esperar resistencia desde el principio contra los villanos de la función, pero se conforman con resistir sin hacer mucho ruido, solamente en el tramo final se ve por fin lo que debería haberse visto desde el minuto uno, aunque con conveniencias del guion del estilo 'vehículos que explotan con unos pocos tiros'.

Es realmente sorprendente como de un año para otro, el espíritu se ha perdido totalmente y queda una secuela que se deja ver gracias a la presencia de Mark Gregory que lidera la película sin problemas y una historia llevadera con sus secuencias de acción marca de la casa y algún secundario como el hijo de Strike experto en explosivos, pero ya. Se siente como una película independiente de la original y sin el encanto de aquella.
Michael Myers
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21 de enero de 2024
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Si una palabra define a esta continuación de los guerreros del bronx es ACCIÓN, pues esta ocupa todo el largometraje de principio a fin.

Siguiendo las andadas del esbelto y letal Trash, asistimos a la destrucción y despoblamiento del Bronx llevada a cabo por la corporación General Construction, quien desea barrer todo el barrio para edificar una ciudad futurista, probablemente diseñada para los ciudadanos ricos que pueden permitirse los seguramente caros y lujosos apartamentos.

Para llevar a cabo este proyecto vemos como la corporación "negocia" con todos los residentes del Bronx: o se largan voluntariamente, o los largan a todos sin distinción.

Y esto lo hacen de la manera mas brutal y despiadada posible, mediante el uso de una unidad de erradicación humana conocido como el batallón de desinfestadores. Esta unidad se dedica a quemar y gasear literalmente a niños, vagabundos, hombre, mujeres, ancianos, cual cucarachas, se entiende la metáfora de como para las grandes multinacionales y gobiernos las vidas de las personas no importan nada, especialmente la de los pobres, que solo son insectos que se pueden aplastar sin piedad si molestan a sus siniestros planes.

El film es directo y descarnado, hay poco guión, pero una sucesión de escenas de acción bastante bien rodadas para el escaso presupuesto que manejaban, aprovechando bien los entornos de Nueva York y el ambiente cuasi apocalíptico del Bronx rodado en los estudios Cinecitta de Roma.

Podemos ver el alma ochentera que impregna toda la película con sus pandas de punks, moteros, melenas greñudas y que provoca todavía mas simpatía a dia de hoy, al ver una década que era mucho mas libre, desenfadada y molona que los dias actuales donde la censura ideológica lo ahoga todo en pos del absurdo buenismo y la hipócrita y falsa corrección política.
Mefisto
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