Sibyl

Un drama con muchos entresijos, no siempre bien desarrollados. Los personajes confunden y se confunden. Es una película que imita al cine italiano, que probablemente hubiera hecho de este guión una excelente adaptación. Le falta llegar al fondo de las cosas y se queda en un simple hilvanado. Demasiada información mal gestionada.

No quiero decir que esta película esté mal, porque creo que el problema es que el tema que trata me importa un pimiento. Sinceramente, qué me importa a mí con quien se acueste quién, ni qué le atormenta por haberse acostado.

La peli va de una chica que acude a una psicóloga, y le va contando su historia de infidelidad con un actor, y metiéndola en su vida. A su vez, la psicóloga va teniendo flashbacks de su propia vida y su propia infidelidad, de manera que lo que hace la chica es un reflejo de lo que ella misma ha vivido.

Sinceramente, creo que la peli es tan poco interesante, que la única manera que han buscado de darle algo de vidilla es recurrir a esos insufribles flashbacks. A intentar darle interés haciendo que el espectador se quiebre la cabeza uniendo los puntos. A mí me ha producido más hastío que otra cosa.

Es la sensación del cazador cazado. Un ajuste de cuentas del destino que pone en su lugar al espectador que mira. Recibir la misma cura de humildad para entender que somos nosotros mismos los que analizamos la realidad y elegimos nuestros actos. El juego de espejos con el que se reflejan todos los protagonistas no deja más víctimas en el camino por casualidad. Entenderse a uno mismo para poder llegar a entender a los demás sería la forma idónea para seguir viviendo, pero muchas veces el Sino nos impone las circunstancias del otro lado, las de dilapidar lo que pensamos para imponer lo que sentimos, hasta el límite de lo comprensible y así explotar todo lo que llevábamos dentro. No es más que un momento de 'reseteo' sentimental y racional, eso sí, en pleno estado de explosión vital. Estos momentos acumulan toda la base de nuestros fundamentos como persona y aquí explota por los aires. La directora lo lleva todo al extremo para potenciar las consecuencias como ejemplo exacerbado al que no podemos llegar. Es una maximización de una personalidad incongruente que se mantenía a flote gracias al equilibrio, que perdió y que la llevó a la zozobra. Exagerada, por momentos pierde calidad, pero no trasfondo.

En su tercer largometraje ‘El reflejo de Sibyl’, la directora Justine Triet teje una sutil y enrevesada tela de araña, entorno al débil andamiaje que sostiene el estado anímico de sus dos protagonistas principales. Y ambas, Virginie Efira y Adèle Exarchopoulos, tapan los boquetes de una historia que de otra forma hubiera naufragado sin remedio, constreñida por una perspicacia de salón.

Sibyl (Virginie Efira) es una psicológa cuya verdadera pasión es escribir. Dando rienda suelta a su vocación, decide desprenderse de la mayoría de sus pacientes. Al atender la llamada de una joven desesperada (Adèle Exarchopoulos), se verá arrastrada a un complejo juego de espejos, implicándose en los problemas de esta chica, actriz de profesión, con la que en cierta forma se siente identificada.

‘El reflejo de Sibyl’ toma aliento al despendolarse, conforme los protagonistas se enzarzan en un océano de dudas, miserias, medias verdades y ponen a prueba la validez, lo útil del diván como tratamiento del alma. El rodaje de la película en la que Sibyl se enrola adquiere un toque surrealista. En verdad trasladan la sensación de que esas gentes están como un cencerro.

Sin embargo, cuando Triet quiere jugar la baza de lo trascendente, los diálogos se vuelven anodinos. No provocan ni frío ni calor. Y las conversaciones entre psicoanalistas (Sibyl también recibe terapia) adquieren un tinte dogmático, nimio.

Jugando la baza de lo erótico, Efira y Exarchopoulos se desenvuelven con soltura. La magnética madurez de la primera y el extraño clasicismo de la segunda, sostienen una función que hacia su ecuador daba muestras de agotamiento. Bajo el sustrato de lo acomodaticio, se erige indomable el desenfreno de Sibyl, torturada por ese amor imposible de antaño, en gran medida autodestructivo,  pero del cuál su deseo no puede escapar. Y pasar página se convierte en una utopía.

No me terminó de convencer. Creo que en parte porque los personajes prometen ir revelándose poco a poco en su interior, pero no terminan haciéndolo. Es una película que amenaza con ser genial y presentar un drama construido milimétricamente y con peso, pero ese drama nunca llega y los personajes no logran tener un alma definida y masticable. Hay algún que otro momento que nos captura pero enseguida ese gancho se desvanece. Es una película mirable pero sin demasiadas expectativas. No la recomendaría.