El régimen (Miniserie de TV)

Tenía ganas de ver The Regime desde que se anunció y salió la primera imagen de Kate Winslet caracterizada, hace unos dos años juraría. Por aquel entonces se llamaba The Palace, y de hecho eso se nota mucho en los diálogos de la serie que no dejan de utilizar la palabra. Habiéndola visto, me gusta más y tiene más sentido el título de The Palace. Sin emvargo, es innegable que por sí solo y para que más gente la vea, The Regime tiene más gancho.
Hasta el capítulo final, esto ha sido una montaña rusa, una relación de amor y odio que no se ha consagrado, por suerte, en amor, hasta que han rulado los créditos por última vez. Porque solo se entiende The Regime en todo su esplendor cuando se ha completado. Mientras la vas viendo, los sentimientos son cambiantes. La primera mitad es muy buena, los dos siguientes capítulos flojean bastante y de pronto llega el magistral capítulo final que hace que todo cobre un sentido nuevo y asombroso. Lo que parecían tambaleos que anunciaban el descarrilamiento total y absoluto de The Regime era solo Will Tracy jugando con nosotros. Al acabar, los puntos fuertes siguen siendo fuertes e incluso lo son más, y muchos de los que eran aparentemente débiles dejan de serlo. Ojo, que hay ciertas cosas que siguen siendo mejorables de todos modos. No le habrían venido mal un par de capítulos más, ya que hay algunos saltos temporales que se sienten demasiado bruscos; y Hugh Grant está criminalmente desaprovechado. Sin embargo, el conjunto es demasiado bueno. Es imposible no rendirse a los pies de la brillante sátira que es The Regime en todos los aspectos: desde cosas como la fotografía, los valores de producción o la BSO hasta el fondo y la clave de todo: un guion exquisito en el que Tracy se mete con todo y todos del mundo de la política y la sociedad que satiriza. Y por supuesto, hay que rendirse también a los pies de Kate Winslet, que se come la pantalla en cada escena ofreciendo una de las mejores actuaciones de su carrera. Así, The Regime consigue alzarse como un proyecto tramposo en el mejor de los sentidos, juguetón y en definitiva, magnífico.

Lo primero que me llamo la atención, el trabajo del equipo de maquillaje que parece ser que intento llevar con mas realismo las figuras de los actores a algo parecido a nuestras caras del día día, sin disimular tanto las arugas ,las malas pintas o el sobrepeso , dicho estilo ya fue visto en otras obras como la ultima de true detective o Nyad, pero aquí me pareció tener una dosis mas de perfeccionismo.

Si bien se trata de una comedia , sobre una ficticia republica bananera, la serie no se aleja de la línea mas progresista de HBO de tratar los últimos fenómenos sociales que quizás nos preocupen por mucho que finjamos lo contrario , la creciente ola de admirar sobre todo entre la generación mas joven , a los antiguos sistemas totalitarios , al concepto del líder fuerte, al culto de la personalidad, es cierto que mantiene bien el equilibrio salvándose de presentar a los dos polos de la nueva guerra fría como el bueno y el malo , pero carece de profundidad el dilema del rey desnudo , en reflejar nuevos aspectos de nuestro oculto agujero negro que nace del deseo o quizás del aburrimiento , de esperar un elegido , un Mesías , un líder, un imán , juntando mediante varias coincidencias retoricas los extremos del amenazado rebaño : al pastor todo poderoso y la oveja indefensa , :

En la serie se pueden ver rasgos que te hacen recordar varios genios que tocaron antes el tema, que sea Charlie Chaplin , George Orwell ,Farouk Sabry, Sacha Guitry, Shakespeare o incluso Calderón de la barca . aunque su estilo folclórico me recuerda la primera y la mejor obra que toco el tema con tanta sutiliza en plena edad media y que pone el foco que el problema de la libertad no reside en el tipo del sistema de gobierno como reside en la misma condición humana; el cuento de Harún al-Rashid en las mil y una noche:

Una de las mejores series de marzo-abril 2024. Es una sátira acerca de los gobiernos dictatoriales que se disfrazan de populistas. Todo vale para ejercer y mantener el poder.

Lo mejor es Kate Winslet que da vida a una canciller con diversas características que la hacen muy divertida. Es déspota, obstinada, paranoica y cruel; pero tambien es pueril, caprichosa, hipocondríaca, insensata, necesitada de amor y hasta bastante loca. No me aburrió ningún capítulo y esperaba uno nuevo con ansiedad cada lunes.

El régimen tiene algo que actualmente es mucho en una serie o película… la actriz, seguramente más carismática que existe a día de hoy. Kate es maravillosa la pongan donde la pongan.

En este caso sacando toda la ironía de la que es capaz y mezclándolo con su absoluta rotundidad física, el glamour sensual de otros tiempos y una mirada inteligente de sus guiones.

La serie está dotada de un estética muy singular que recuerda a Wes Anderson… de alguna manera sus creadores debían pretender que esta similitud fuera mas allá cuando en la banda sonora está metido Alexandre Desplat. El vestuario de Kate dedicado a implementar su curvilínea figura, el colorido y esos escenarios palaciegos llenos de detalles nos llevan a un ambiente irreal que aumentan la sensación de fantasía, vemos una especie de cuento para adultos con grandes dosis de un humor absurdo que puede llegar a ser hilarante.

Y es que el régimen no termina de encajar su puzle. Es como si tuvieran muchos elementos buenos, incluyendo su argumento pero se hubieran perdido en zarandajas permitiendo que nos aburramos más ratos de los recomendables. Hablan demasiado y estiran demasiado situaciones que ya hemos comprendido y no han llegado ni a interesarnos.

A Kate además casi nada la acompaña… salvaré a la actriz Andrea Riseborough. Irreconocible y aportando contrapunto a Kate en cada aparición En la parte masculina todo carece de bastante fuelle y ese es uno de sus puntos débiles. La ausencia de química entre Kate y Matthias Schoenaerts es penosa y la aparición de Hugh Grant bastante innecesaria.

Aunque en el momento de escribir mi crítica aun me falta visionar el último cap la califico de interesante pero fallida propuesta de hacer algo original. He sufrido ratos de sueño y los he superado con verdadero ahínco pero tanto esfuerzo creo que ha agotado mi paciencia.

El deporte de hacer mi casting a la española me ha llevado a ver esta serie para Belén Rueda… salvando las distancias actorales con Kate, físicamente Belén tiene el glamour necesario para la disparatada canciller. A su lado colocaría como atractivo e histriónico militar a Asier Etxeandia y en el papel de elegante y sufrido marido veo sin duda a José Coronado. La inteligencia del ama de llaves, creo estaría representado por María Guerra (la_script) en su primera aparición actoral (creo). La dirección se la dejaría a Alex de la iglesia que le metería un plus de humor absurdo que buena falta le hace.

Seis eternos episodios componen esta miniserie de la cual podemos salvar, la excéntrica interpretación de Kate Winslet, y que por suerte no tiene más capítulos ni temporadas. Centrándonos en lo bueno, la actuación de su protagonista femenina es el único motivo para verla, encarnando un personaje tan antipático como egocéntrico, estrafalario como desesperante, logrando su objetivo de ponernos de los nervios. Su contrapartida masculina rebasa los límites de la sobreactuación, con una interpretación desatada y plana de un militar cuyo evolución con el paso de la historia no se acaba de reflejar en pantalla.

Y la peor parte es un guion sin pies ni cabeza que pretende ser una sátira política pero que se convierte en una sucesión de absurdos que monopolizan cada episodio, exprimiendo sin mesura la extravagancia de turno, y llevando al extremo y alargando situaciones que no llevan a ninguna parte, tocando de soslayo temas globales más interesantes. De hecho, hay muchas cosas, tanto a pequeña como a gran escala de la trama, que no se sabe muy bien cómo o porque ocurren, con saltos temporales aleatorios y varias líneas argumentales que ni siquiera sabemos como acaban. Un drama vestido de comedia, o viceversa, que no hace reír ni llorar, solamente bostezar.

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