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Larga es la noche

Drama. Cine negro. Romance. Thriller Irlanda, principios del siglo XX. Johnny McQueen es uno de los militantes más importantes del Sinn Fein, el brazo político del IRA (1905), cuyo objetivo es la independencia de Irlanda. La necesidad de conseguir fondos para financiar la lucha armada lo lleva a elaborar un plan para asaltar una fábrica. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
28 de enero de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca con una furia que ya quisieran muchos ser capaces de manejar siquiera un minuto en sus filmografías. No hay nada como empezar señalando lo bueno de cualquier película, en este caso "Larga es la noche" cuenta con una presentación de personajes ejemplar, con un inicio de manual, maravilloso. Hasta que hieren a James Manson, porque así lo quiso el infortunio (y el guión), se trata de una película portentosa. Una lástima, tras esa sacudida Carol Reed se va a detener en los rincones que la noche reservan a un pobre hombre malherido, del que todos huyen mientras otros tantos lo andan buscando.

Los simulacros de lluvia y nieve están muy bien puestos, no es difícil ponerse en la piel de alguien al que se le escapa la vida. Ver a Manson deambular por la fría noche nos hace sentir frío a nosotros. El maravilloso juego de sombras y luces de la ciudad (esto es lo que más se recalca de la película) hacen de su fotografía un verdadero prodigio.

Sin embargo, pese a ese barco que hace sonar su sirena cuando los amantes se encuentran, hasta llegar a ese final, hemos tenido que lidiar con un pintor fuera de lugar, inverosímil y ajeno a lo que exigía la película y otras cosas que parecen haberla hinchado con escasa suerte. Esa mujer delatora, el cura, el de los pájaros... Lamento quedarme tan a medias, decir que la noche se hizo larga y la pesadumbre de Mason está mal conducida. Media hora menos y el bofetón habría sido de obra mestra. Pero no, la culpa no es de la noche, a saber de quién, pero de la noche no.
Luisito
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22 de noviembre de 2007
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabía apenas nada de la película al alquilarla, pero como la mayoría de las ocasiones el blanco y negro junto a directores/actores conocidos suelen dar buenos resultados.
Todo pasa en un día. Nos introduce Reed en lo que desde el 11-S llamaríamos una célula del proto-IRA que planea un atentado. A partir de ahí toma el mando de la nave un Mason contenido y brillante en pos de una salida por las calles de Dublín.
En fin, no es una obra maestra pero sí es altamente recomendable.
Lo mejor: Mason y el capellán.
Lo peor: El inevitable destino final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feldon
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13 de agosto de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clima de alta tensión muy bien logrado con un reparto que hace gala del gran estilo de interpretación británico, en el que destaca ampliamente su protagonista: James Mason. Un actor superior, de los que centran la atención de cualquier película, pero que aquí tiene el difícil papel de moribundo a poco de empezar; su agonía es el eje por el que discurre un río de vidas cotidianas en una Irlanda ocupada por los británicos, con luchadores de desigual fortuna.

Es una pena que no se explique el cariz político de la historia, pero de cualquier manera queda claro que el agónico personaje despierta simpatías en una población atemorizada ante el rigor policial y ante la venganza de los "terroristas".

Mientras él busca su salvación vemos a niños de la calle, parejas de enamorados, una joven virginal con miedo a perderse, un cochero bajo la lluvia, las torpezas de los compañeros de viaje político, dos hermanas que oscilan entre la solidaridad, el coraje y la cobardía; la locura de un pintor, el delirio de un pordiosero, la honestidad de un cura que sabe bien "que todos esperan de mí milagros"...

Tiene una fotografía espléndida, clave en la creación de atmósfera de intriga. Un ambiente y una iluminación propias del director Carol Reed, creador de El tercer hombre, la gran película basada en un libro de Graham Greene, cuyos logros siempre se han adjudicado, con gran injusticia, a Orson Welles, que hacía un papel estelar en aquella película, aunque no era el protagonista.
horacio
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8 de enero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbia demostración en la planificación de escenas por parte de Carol Reed.
La huída de un hombre a lo largo de doce horas en una ciudad irlandesa. Expresionista, gótica, atmósfera húmeda y fría, lugares lúgubres. Por otra parte está la interpretación de James Mason, herido a la fuga, acosado por la policía se va transformando en un autómata deambulando hacia el delirio, mientras una variopinta gama de personajes se cruzan en su odisea por la ciudad sombría: una mujer enamorada hará todo lo posible por salvarlo, un compañero de organización, un borrachín desarraigado desea sacar tajada entregándolo a un sacerdote que quiere salvar su alma y otros figurantes más de la jungla irlandesa. La excelencia de los encuadres es portentosa, mostrando la lluvia, niebla y nieve como entes vivos en la trama, gracias a la fotografía de Robert Krasker (El tercer hombre). Huída hacia la libertad y la redención de un moribundo, contada con dinamismo e intensidad narrativa, es un prodigio visual en cada una de sus secuencias.
Wellesford
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11 de diciembre de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haber escapado de la prisión en la que se hallaba condenado a 17 años, Johnny McQueen se refugia en casa de Kathleen Sullivan, y con algunos miembros de su organización política (sin necesidad de decirlo está implícito que se trata del I.R.A.), ultima los detalles de un nuevo golpe a los empresarios con el propósito de conseguir fondos… pero, el asalto resultará fallido y el líder terminará en la calle, mal herido y perseguido por la policía dispuesta a no ceder hasta conseguir cazarlo, ya que sobre él pesa una acusación por asesinato.

Lo que tendrá lugar luego es, por sobre todo, un estudio sociológico hecho con una pulcritud y una sensibilidad del más alto nivel, logrando el director, Carol Reed, plasmar con verdadero genio las contradicciones que suelen darse en la sociedad irlandesa… y en cualquier otra sociedad.

Como es de esperarse, Johnny es esa suerte de líder político que despierta por igual amores y repulsas, y según con quien se encuentre en el camino, obtendrá su particular respuesta. Todo transcurre en una larga y muy oscura noche, en la que habrá verano, invierno y nieve, que sirven de efectiva metáfora al avance que va teniendo la vida de aquel revolucionario en el ocaso.

El guion, escrito por F. L. Green y Robert Cedric Sherriff, mantiene un gran nivel dramático y es de un contraste muy calculado, pues, mientras muy sutilmente va encumbrando en sociedad a su protagonista como un valioso y admirable ser humano, va dejando también que, otro sector de esa misma sociedad, ejerza sobre él sus ímpetus de condena… y nosotros, deberemos sopesar las muchas y vitales cosas que suceden, para que nuestra mente y nuestros sentimientos tomen al fin la posición más justa posible.

En un envolvente estado de gracia, Reed pondrá en el camino del fugitivo a una serie de personajes muy significativos y magníficamente delineados que, con geniales actuaciones de un reparto en el que se incluyó a varios miembros del Abbey Theatre, terminan llenando de fulgurantes estrellas ese oscuro firmamento bajo el cual les toca moverse.

James Mason, tiene ocasión de brindarnos a uno de sus más sólidos personajes y, Reed, traza para él unos magníficos logros visuales (la escena con las burbujas de cerveza derramada o la de los cuadros de Lukey, son de la más alta creatividad), que le permiten momentos dramáticos de una emotividad excelsa.

Y en nuestra memoria queda finamente grabada la imagen de aquel par de noveles enfermeras que deciden hacer una obra de caridad, pero chocarán con los más habituales temores; también la de Teresa, la ambiciosa mujer que, por una recompensa, más que por principios, buscará “obedecer” a la ley; la del cochero que, sin conciencia de serlo, hará las veces del ángel que avanzará seguro por entre las zarzas; la de Shell, el vagabundo que cree haber encontrado una “piedra preciosa” que podrá intercambiar por una buena suma de dinero; la de Lukey, el excéntrico pintor que, por fin, encuentra en Johnny la mirada precisa para el santo que ahora pinta… y por supuesto, la de Kathleen Sullivan, la chica que, quizás, consiga mostrar que su amor es realmente eterno.

La puesta en escena es impecable; las carencias materiales y de otra índole quedan debidamente plasmadas; la fotografía de Robert Krasker emana plasticidad y extrae belleza hasta del rincón más sombrío; la edición no deja filtrar ni una sola imagen vacía… y es fácil terminar concluyendo que hemos estado ante una obra maestra con aroma a eternidad.

Los hombres que luchan por la justicia y la libertad, permanecerán por siempre en el corazón de los pueblos.
Luis Guillermo Cardona
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