El secreto de la pirámide

Bajo las faldas del "Secreto de la Pirámide", una película sin duda inolvidable de los años ochenta, se esconde una insuperable dirección artística, una bellísima fotografía, un vestuario que roza la perfección y los primeros efectos digitales de la historia del cine. Así pues, no es por azar que esta película sea para muchos un mundo aparte y que forme merecidamente parte del selecto club de "películas de culto". Una de la obras más importantes del director Barry Levinson (“Esfera”, “Rain Man”) y otro guión exitoso de la pluma de Chris Columbus (“Gremlins", "Los Goonies", "Solo en casa"…), está rodada en una época desvergonzada donde se aprovechaba lo mejor de cada género para hacer pura magia y hacernos volar lejos mientras nos preguntábamos… “¿y cómo harán eso?, ¡parece de verdad!”

La historia nos relata las peripecias de un Sherlock Holmes impetuoso, brillante, con cierto aire de insolencia adolescente que impregna sus relaciones con los demás, el cual estudia internado en un estricto college inglés de renombre. Allí vive la primera gran aventura de su vida junto a otro estudiante un poco más joven (un tal Watson, un muchacho de unos 14 años cuyo sueño máximo es llegar a doctor de medicina) y al único amor de su vida, Elizabeth (a la quien tristemente pierde al final del episodio). En la zona empiezan a suceder inexplicables muertes que ponen en jaque la natural curiosidad de nuestro detective y la trama se desarrolla hasta que todos se ven involucrados a nivel personal en una muy peligrosa aventura a razón de la muerte del tío de Elizabeth (un genio medio chiflado que vive en el propio college), y la testarudez de Sherlock, que no se resigna a ser vencido tan fácilmente por la adversidad.

La trama discurre a un ritmo encomiable, aunque se hace algo lenta a partir del descubrimiento de la secta de la pirámide. El final deja cierto mal sabor de boca, carente quizás de algo más elaborado y trabajado (y debido probablemente a la muerte no esperada de Elizabeth) pero se ve recompensado por la sorpresa de la identidad del villano, aunque no sea muy dificil de entreveer. Los efectos de Light&Magic son absolutamente soberbios para la época y sorprenden incluso a día de hoy. La banda sonora de Bruce Broughton (Fantasía 2000, JAG, Tombstone) está también muy a la altura de las circunstancias, y mencionamos la pegadiza e inquietante canción de la secta egipcia.

Los personajes no están mal cuidados, pero se hecha de menos algo más de expresividad en la actuación de Nicholas Rowe (Sherlock Holmes); el final podría haber sido algo más elaborado porque deja ciertas ganas de “algo más”. Pero los pocos puntos débiles no hacen mella a este largometraje que se sostiene como un precioso homenaje al conocido criminólogo que creó Sir Arthur Conan Doyle y que hace igualmente sobrado honor a un productor como Steven Spielberg (para variar), que consigue dejarnos un dulce sabor dulce a melancolía, lluvia fina británica y dulce inocencia.

Destila enseñanzas morales. Aún a pesar de los graves problemas personales en los que se ven envueltos los protagonistas en su afán investigador, los amigos verdaderos están siempre a tu lado hasta al final; la mentira y el engaño, por muy poderosos se alcen, no pueden nada frente a la verdad, la razón y el amor. Efectivamente, parte del secreto del Secreto de la Pirámide es el triunfo de un corazón valiente y puro contra las fuerzas de la oscuridad.

En resumidas cuentas, no se la hagáis perder a vuestros hijos… y recordad que al final de los títulos hay sorpresa.

La escena del sacrificio de las chicas es, cuando menos, curiosa.
Tenemos una pirámide, una cerbatana con la figura de Osiris pero resulta que la gran escultura de animal que preside el ritual no es ninguna deidad egipcia. Si te fijas es una cabra con los cuernos torcidos. Vamos, un macho cabrío. Vamos, el símbolo tradicional para el satanismo (¿o habría que decir culto a Baphometo?) ¿Desde cuando aparece el macho cabrío en el panteón egipcio? Me temo que nunca estuvo.
Sin embargo, la conjunción pirámide más osiris más capa oscura más sociedad secreta más satanismo más sacrificio sí que aparece en rituales masónicos y satánicos. ¿Es eso de lo que realmente quieren alertar en la película...? ¿O es simple casualidad al unir elementos clásicos del miedito en un único escenario? Yo diría que es lo primero.

Brochazo gordo con pistas como "he encontrado este papel con un viejo dibujo de todas las personas asesinadas juntos". Brochazo gordo como una pirámide de madera gigantesca en el centro de London que ha pasado desapercibida. Brochazo gordo como dos niños destruyendo la pirámide en unos 10 minutos mientras cientos de fanáticos oran sin que nadie vea que Holmes se encarama a una lámpara en todo el centro de la sala (!!!!) etc etc etc.

Sólo salvaría, en un arrebato de nostalgia, las escenas de alucionanes por los dardos, que de niño me aterrorizaban. Y creo que la escena más conseguida de la película quizá sea aquella en la que los dulces atacan a Watson. No sé qué lugar deja eso al resto del metraje, eso sí.