El amor manda

En la extraordinaria filmografía de Carol Reed esta película coral, de la productora Gainsborough, habitual exportadora de productos de época y algo góticos, ocupa un papel especial por cuanto cierra una primera etapa dubitativa y sin grandes aportaciones e inicia una nueva etapa de magnificas películas, no siempre del todo apreciadas por la crítica, en los siguientes 20 años.

Retrato realista y sincero del ocio de las clases populares –obreras si ustedes gustan-, la película se desarrolla en un día festivo de agosto en Londres donde todo el mundo trata de llegar pronto a las pobladísimas playas de Bexborough -nombre de ficción-. Entre ellos una joven y remilgada pareja compuesta por una enfermera –Margaret Lockwood- incapaz de quitarse de la cabeza el caso de un hombre que ha perdido a su esposa en el parto de su hijo y un joven y modesto empleado interpretado por Hugh William, un hoy olvidado actor británico muy conocido en su época. La historia de esta pareja se entremezcla con la del resto de personajes: la participante en un concurso de belleza y su impresentable amiga, una familia de tres hijos con un padre borrachín y poco responsable, un par de miembros de la Welsh Guard así como otras historias menores que conforman un original y vívido retrato rodado en parte –toda una originalidad para la época- en exteriores, bajo el fino y observador ojo de Sir Carol.

Realista y bien entrelazada, la historia nos subyuga por su sencillez y enorme atractivo, en el que todas las piezas argumentales terminan finalmente por encajar. El protagonismo de Margaret Lockwood, que trabajó en varias películas con Reed, añade valor e interés a esta buena película.

Muchos años después el director italiano Luciano Emmer realizaría un retrato semejante con su película “Domenica de Agosto” (1950) sobre las clases populares italianas de la postguerra.