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Tengo miedo torero

Drama. Romance Entre disparos y boleros, una relación apasionada florece entre un travesti solitario y un joven guerrillero durante la dictadura de Pinochet. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
18 de octubre de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La "Loca del Frente" (el gran actor chileno Alfredo Castro) luego de una redada conoce a Carlos (Leonardo Ortizgris), un joven mexicano que la protege de ser detenida. La "Loca" es "un travesti viejo" y pobre que vive en un barrio que parece en escombros y que más o menos se las apaña en el Chile bajo la dictadura de Pinochet en 1986 y es visitada poco después por Carlos para solicitarle que le guarde unas cajas con libros. A partir de ahí, la Loca quedará enamoradx de Carlos.
Esta trasposición parcial al cine que hace Rodrigo Sepúlveda de la novela de Pedro Lemebel, esta historia, traen reminiscencias de El beso de la mujer araña de Manuel Puig/Babenco y también de El lugar sin límites de Donoso/Ripstein. Pero en este caso, la puesta es totalmente realista y jamás cae en la sordidez.

La Loca es un personaje muy representativo de su época, con el chongo heterosexual como objeto amoroso ideal y a quien no resulta tan claro aplicarle el "ella" o el "la" según la actual perspectiva de género. Carlos es un revolucionario seductor y con la Loca, no estamos seguros (o no queremos estarlo) de en qué medida corresponde a los sentimientos de ella o si sólo trata de utilizarla como pantalla y aguantadero.. La peripecia, no obstante, le sirve a la Loca como una toma de conciencia política y a la asunción de riesgos, por amor, en un país que siente que, por derecha o por izquierda, siempre excluyó a las "locas".

Castro compone muy bien a su otoñal personaje de "loca vieja", pero el registro naturalista, más allá de los inserts musicales resulta algo alicaído, tornando al relato entre melancólico y desvaído. Irónicamente, los momentos más logrados y fuertes de la película son los correspondientes a las manifestaciones callejeras y la manera en que las transita su protagonista.

Una película de visión oportuna y necesaria para recordarles a varios desatinados manifestantes actuales lo que es una verdadera dictadura y devolverle su tremendo significado y mostrarles el precio de una verdadera resistencia.
Daniel B
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19 de abril de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, es conmovedora desde el comienzo hasta el final. La actuación de Castro fue notable.

La historia nos presenta a un veterano travesti carente de afecto en medio de una sociedad bajo en régimen totalitario en plena dictadura chilena.

Conoce a un guerrillero de nombres Carlos, que le cambiara la vida por completo, juntos forman una dupla de amigos inseparables a pesar de las diferencias sexuales entre ambos.

Un relato conmovedor donde el director Sepúlveda eligió el momento justo para dar esperanzas de que alguna vez se podía terminar todo ese abuso por parte del gobierno militar al frente de una sociedad que reclamaba justicia ante los desaparecidos.

La musicalización de mucha historia de España, y las escenas románticas dejan llevar al espectador a ver que una persona totalmente acabada puede encontrar algo que busco toda su vida, conocer al menos el amor, y que otro nunca lo haya rechazado como persona como hoy la sociedad los trata los gais, travestis y demás.

Visualmente hermosa, sin caer en excesos sexuales. Muchas veces actuamos con total brutalidad contra el travesti, pero son seres humanos que tienen sentimiento muchos más profundo que una mujer o un hombre en el momento de jugarse por lo que sienten.

Excelente película que nos trae el cine chileno.
Fernandoarg
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9 de mayo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película navega por la periferia del libro sin llegar su centro, como queriendo evitar incomodar a alguien, omite lo importante, lo sustancial, el contexto en que los personajes se desenvuelven, minimizando los riesgos de aquello, simplificandola a él no menos importante amor, pero un amor sin un poderoso contexto, lo vuelve algo normal, común.

Esta película que pudo haber entrado a las grandes ligas de las películas chilenas, pero hubo cobardía a mi parecer, de retratar a Pinochet, a su mujer y el chile de la dictadura. Solo pinceladas que un chileno puede entender más profundamente, pero para un extranjero que vea esta película, pistas inconexas.

La mayor parte de la película está bien lograda y es fiel hasta cierto punto al libro, lo cual se agradece mucho, las actuaciones son correctas, siendo Alfredo Castro quien se lleva todo el peso de la película. Pero ni el mejor actor del mundo puede levantar un guión más allá de su calidad.

Un tributo débil y tardío a su autor.
Flay
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17 de abril de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La actuación de Alfredo Castro sostiene la película.
La película se encuentra muy lejos de la novela, sin proporcionar nada de contexto a la relación entre los personajes principales, ni menos a lo que ocurría a nivel sociopolítico (salvo un par de protestas muy aisladas y algunas emisiones de radio puntuales).
La actuaciones de Ortizgris y Zylbergerg flojísimas.
Camilo
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13 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Una revolución

En 2001 Pedro Lemebel traía la dictadura de Pinochet al recuerdo con una historia que combinaba con una perspectiva LGBTQ+, gracias al personaje protagonista homosexual. Rodrigo Sepúlveda y Juan Elías Tovar retoman esta historia con Tengo miedo torero, título que da nombre a ambas producciones. En esta ocasión, nuevamente se retoma ese retrato del travestismo de incógnito, durante una época convulsa para el país de Sudamérica. Desde un inicio, se justifica su encuentro de una manera excesivamente rápida y oportuna, lo que lleva a no sentar unas bases sólidas durante su inicio. Sin embargo, una vez aceptada esa consistencia más ligera, se presenta un thriller que mezcla el romanticismo entre los dos personajes principales y el propio concepto de la guerrilla. Por un lado, la relación sentimental y esa emoción contenida en las vivencias personales llegan a buen puerto, con un desarrollo plausible.

Por otro, el contexto social e histórico se pasa de puntillas, lo que provoca que esa falta de concreción pase factura al guion. La razón es que es un film de este calibre necesita, mínimo, de una interacción con ese trasfondo para entender de una manera más lógica la forma de actuar de sus personajes. Se descuida demasiado al presuponer que los espectadores, los cuales no todos serán chilenos, una vez escuchen el nombre de Pinochet, deben completar por sí mismo la situación en la que está ambientada la acción. A pesar de ello, el film logra mostrar cómo las revoluciones se presentan, en algunas ocasiones, de una forma poca satisfactoria para el colectivo LGBTQ+, sea la ideología que sea, dentro de la época en la que transcurre el film. Así deja varios mensajes que tiene importancia social.

*Dos hombres sin destino

Alfredo Castro es una de las razones por las que no hay que perderse Tengo miedo torero. El actor da vida a La Loca del Frente, la travesti protagonista de este drama político romántico. Desde el comienzo se puede ver cómo se mimetiza con el personaje, dotándolo de una humanidad exquisita. Además, no pierde en darle verosimilitud, sin caer en tópicos exacerbados ni en la reiteración, lo que se agradece. Con lo cual, evita que haya una sensación de caricaturas, para darle una humanidad espléndida a su personaje. Asimismo, aplaudir las diferentes tonalidades por las que se mueve, siempre en esa línea alocada y divertida que caracteriza a su Loca del Frente hasta el final. Junto a él, Leonardo Ortizgris realiza una interpretación que cumple con su cometido, moviéndose también en un realismo cercano, con detalles que hacen que el resultado sea bueno.

No es la mejor actuación de Ortizgris, pero termina por crecerse en aquellas secuencias que comparte con Castro. No obstante, podría dar todavía más en torno a este personaje a nivel expresivo. Luego, Luis Gnecco, Sergio Hernández y Daniel Antivilo, como Myrna, Rana y Toñita son el picante ante los trabajos más dramáticos de sus compañeros. Igualmente, los tres no pierden la sinceridad con la que trabajan, mostrando un retrato alegre y como homenaje a las travestis de antaño, en este caso, en Chile. Después, Amparo Noguera, pese a tener un personaje más secundario, llega a quedarse dentro de la mente del espectador. Le falta soltarse en escena, pero su planteamiento termina por darle una identidad concreta a su personaje. Por lo que, queriendo o sin querer, la estrategia le sale de una manera positiva.

*El pasado

Ese ambiente convulso, complicado y marginal se representa sin problemas en Tengo miedo torero, expresando esa clandestinidad que envuelve a todos los personajes que forman parte de este drama. Por lo cual, la dirección de arte ha sabido llevar al público ante esos muros derruidos, dar la sensación de estar fuera del privilegio y la visibilidad pública total. Gracias a ello, logra ir tejiendo esa perspectiva de clandestinidad y de oscuridad, que define a la perfección la personalidad y el carácter de las acciones que ejecutan sus personajes del guion. Lleva ese factor de mirada hacia el pasado, cumpliendo con una realización que evoca a aquellos años. Asimismo, la selección de color, en unas tonalidades más apagadas, termina por determinar cuál es la intención de la cinta, y colaborar en cómo termina siguiendo su identidad fílmica.

La dirección de fotografía también saca partido a los encuadres elegidos, con una transmisión de esa inestabilidad temporal. Intensifica y fideliza los espacios más conocidos por el público, con planos generales que permiten que el espectador identifique fácilmente los lugares por los que transita, metiéndole en la acción sin problema. Tampoco falta un contraste con la forma de fabricar las imágenes desde una mirada más ingenua e inocente, concentrándose en recoger planos más centrados en los personajes. En ambos casos, triunfa con ambos trabajos artísticos y técnicos. Así, se concretiza el estilo del film que desea ser. Por último, la selección musical es un canto a la nostalgia, con canciones que, a día de hoy, siguen siendo un referente no solo en Chile, sino en todos los países de habla hispana.

*Conclusión

Tengo miedo torero es un drama romántico político, donde triunfa más en la exposición sentimental que en el contexto histórico. Aun así, logra mostrar alguna pincelada de la dificultad del colectivo LGBTQ+ de existir en tiempos convulsos, donde no había cabida en ningún espacio público. Gracias a ello, hay un planteamiento suficiente, que podría haberse explotado más y dar una recreación más completa de la época que se relata. Por otra parte, Alfredo Castro triunfa en el film, con una interpretación con matices, humanidad y mucho respeto. Se come la cámara.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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