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Wasted on the Young

Drama. Thriller Cuando una fiesta de la escuela secundaria se va peligrosamente fuera de los carriles, una adolescente descubre que la venganza está a sólo un clic de un ordenador. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
24 de setiembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Lo sentí. Sentí lo que (me) hicieron. Toda la escuela ya es parte de esto; parte de mí; parte tuya". La frase de la víctima debería emitirse con una voz cavernosa, lapidaria. Pero de esa jovencita solo sentimos su fragilidad, su indefensión. El poder que se transpira en Wasted alcanza niveles realmente siniestros, polarizados.

Por un lado, los niños bien; por el otro, los de segunda base. Para todo aquel que esté curtido en pelis adolescentes esto sonará familiar. Los ganadores versus los perdedores. El tema aquí es la mirada y el tono. Lo que parecía una película explotation se transforma en un retrato de ultratumba o, aunque suene curioso, en una peli que se acerca más al terror que al thriller. Porque la narración no es lineal, porque ocurren sucesos que no ocurren. Y es aquí en donde el imaginario colectivo de los miembros de una institución adquiere matices que de tan proféticos se vuelven síntoma. Algo hay detrás de cada mirada y de cada gesto que inquieta, y si bien en la peli se producen hechos puntuales es en el "mientras tanto" donde se haya la clave de la violencia. En Los pájaros, la violencia de esas aves se plasmaba tanto en sus ataques como en la calma chicha previa. En Wasted sucede algo similar, pero la calma chicha no es tal. La música y la tecnología actúan como un pregonero de lo nefasto. Celulares, chat y mensajes de texto van construyendo una red que todo lo absorbe. El golpe bajo se traslada a todos lados, como por contagio. El espectador espera que ocurra lo inevitable, y la peli (de manera implacable) no lo invita a formar parte de eso, sino que directamente lo arroja al abismo: o eres buscador de la justicia o eres cómplice. Aquí la violencia no entretiene (solo piensen cuantas pelis logran o buscan esto), aquí la violencia se palpa, se siente, forma parte de uno y uno la espera, nervioso.

Amén de un final de venganzas al uso (y...es difícil hasta para el director permanecer inmune a su propia perversidad), hay que celebrar (¿celebrar?) una mirada tan poco amarillista. Porque no se goza ante cada golpe, se lo busca como quien busca un manotazo de ahogado frente a la indignación. Que toda la escuela se reúna para divertirse ante lo tremendo deja de ser motivo de aplauso. El no-futuro se instala para siempre. Hay que nadar en la sangre hasta llegar a la orilla.
Juan Rúas
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