La invasión de los hombres del espacio

A grandes rasgos nos encontramos ante un clásico de la serie B y de la ciencia-ficción de los 50. Sólo hay que ver la multitud de títulos posteriores que la han homenajeado (bajo la línea de la parodia, principalmente) para darse cuenta de su importancia e influencia. Hay más, por supuesto, pero el film de Cahn es, junto a Invaders from Mars, el más prototípico de todos los que han retratado la llegada de marcianos a nuestro planeta. Como buena producción de Samuel Z. Arkoff que es, sus virtudes no residirán ni en su primoroso guión, ni en sus cuidados efectos especiales ni en sus grandes interpretaciones, sino en su modesta condición de entretenimiento popular de espíritu rebelde y juvenil. Como tal, La invasión de los hombres del espacio funciona, porque es pura carne de drive-in de sabor artesanal y nostálgico.

Efectivamente: la peli de Cahn rebosa tanta ingenuidad como sentido del humor, algo que apreció muy bien Tim Burton en su Mars Attacks!, recuperando a los cabezones verdes a modo de guiño cinéfago. Pero lo mejor de todo es su subliminal mensaje contracultural, ¿o acaso no es muy políticamente incorrecto que los planes de conquista alienígena dependan del alcohol y que la clave para frenar dicha invasión recaiga, finalmente, en las infravaloradas y calenturientas mentes adolescentes? Robert Rodriguez también apostó por algo parecido (drógate y vencerás) en su inteligente The Faculty, logrando revitalizar el alicaído género. Así, sin ninguna sutileza, un producto de tercera articula una diatriba en toda regla contra la mojigata moral estadounidense de los años 50 amparándose, por supuesto, en la diversión de género. Todo un derroche de inteligencia reciclado en efectiva arma arrojadiza (contra los cenutrios militares, los padres castradores…). ¡Mooola!

Lo mejor: que va con mensaje.
Lo peor: los marcianos salen poquito.

Una película en la que los alienígenas de turno matan a los humanos inyectándoles alcohol directamente en sangre, no puede ser mala, al menos no demasiado. Y es que para llevar a sus víctimas a ese trágico fin, el líquido inyectado tiene que ser whisky Dyc por lo menos; eso sí, envejecido en el espacio.

Desde el comienzo con la voz en off hasta el inverosímil desenlace, la película avanza como un bizarro cóctel de terror y comedia. Guión calamitoso, interpretaciones peor que malas, efectos especiales de risa... no se merece el aprobado, pero aún así, le pongo un 5.

Por el alcohol, como dice Homer Simpson: "causa, y a la vez solución, de todos los problemas de la vida."

Sí, de acuerdo, lo sé, tenéis razón: esto no hay quien se lo trague. ¿A quién le daría miedo ese platillo volante que parece una exprimidora tuneada? Y a esos adorables hombrecillos verdes cabezones y cascarrabias que se dejan atropellar como gatitos y que son corneados y volteados sin piedad por toros borrachos, ¿no os entran ganas de estrujarlos entre los brazos y de darles todo el amor y las carantoñas que el resto de los seres de este mundo les niega? ¿Cómo podría nadie creerse que estas frágiles criaturas que se desmembran como si fueran del papel maché y armadas tan sólo con uñas hipodérmicas retráctiles cargaditas de alcohol podrían albergar la intención de conquistar y someter a su voluntad al planeta Tierra?
Y sin embargo... Pese a todos sus errores técnicos, a lo desquiciado del guión, a las patosas interpretaciones, esta película tiene un encanto que no se apaga con los años. Serán los títulos de crédito, o esa música más propia de una comedia, o esa galeria de personajes (los buscavidas tarugos, el quisquilloso granjero, los bobos polis y militares, los adolescentes salidos), pero todo en esta cinta tiene un aire de parodia desenfadada de las pelis de invasiones marcianas que se habían fabricado como churros en los años anteriores, cuyos lugares comunes finge asumir sin complejos, para reducirlos luego a fosfatina, no da nunca la impresión de pretender que nadie crea la historia que está contando, no es, ese sentido, ni la mitad de seria que “Mars Attacks!” (por cierto, ¿cuántas veces debió de ver Tim Burton esta peli?). Y ese desenfado y esa falta de pretensiones es lo que la mantiene fresca y simpática como el primer día.
Pero eso no es todo, porque esta es, además, una peli con mensaje, ya que enarbola un vibrante alegato en favor de la juventud americana de su época, menospreciada cuando no ignorada por sus mayores, que sólo ven en sus hijos a unos mastuerzos secuestrados por la lujuria, la cerveza y el Rock’n’Roll. Ah, amigos, qué poco imaginan los adultos la gran capacidad de convocatoria, la solidaridad e iniciativa que anidan en los febriles pechos de sus cachorrillos, qué poco sospechan que es una, ejem, brillante estratagema ideada por estos jóvenes incomprendidos la que acaba salvando a nuestro planeta de los etílicos hombrecillos verdes, manteniendo nuestros valores y nuestro estilo de vida apartados de sus sucias y alcohólicas zarpas y ahorrándonos así, de paso, la peor resaca de nuestras vidas.

A diferencia de otras producciones de este tipo y de esta época, lo que hace interesante a esta película, es el irreverente (para la época) sentido del humor, derivado sobre todo del mordaz retrato de los lugareños y de alguna que otra línea de dialogo realmente descacharrante, además de lo adecuado de su corto metraje.
Por lo demás y en cuanto al tema marcianos y tal, son pequeñitos, verdes (recuerdan a los de Tim Burton), tienen una garra estilo Freddy Krueger, con la que pinchan ruedas, se las tienen tiesas con el reputado toro del granjero Larkin y su única y poderosísima arma es introducir alcohol en vena a sus víctimas (tanto humanas como animales).
Entretenida.

Presunta comedia de ciencia-ficción, simple y bobalicona, sobre unos hombrecillos verdes y vegetales llegan a la tierra y aunque sean los malos, sufren mil perrerías por parte de los humanos. El comportamiento humano es patético, como el conductor que no para de beber de una petaca, o las parejitas que no paran de refocilar en un prado propiedad privada, o el padre de la chica, fiscal del distrito, que pide trato de favor para el novio de su hija, los militares torpes, mentirosos y manipuladores o el vecino huraño. Realmente el film no es de sci-fi, sino que tiene elementos de sci-fi, como si fuese un sketch de José Mota. Y como comedia, es realmente sosa y boba, con ese alegato hacia la gente joven, que lo único que hacer es beber y retozar, ah! y maltratar alienígenas y no asumir los pecados.