Ruslan: la venganza del asesino

Después de la caída de nivel que supusieron "Kill Switch" (sin duda alguna, el final más freak de la historia del cine) y "Against the Dark", Steven Seagal vuelve por sus fueros con lo versión buena de "Promesas del Este". Ruslan es un ex-gangster ruso reconvertido a escritor a quien matan a la ex-mujer y raptan a la hija por viejas rencillas gangsteriles. Ni qué decir tiene que el hombre cambia la Olivetti por la Beretta y se lía a mamporros ytiros con todo lo que se mueva y lleve apellido ruso para tratar de liberar a su nena.

Este es el Seagal que queremos.

Peliculón.

Steven Seagal vuelve a la pantalla con “Driven to Kill” (Impulsado a Matar), un film con muchos disparos, mafiosos rusos, venganza, y el actor sigue con su estilo, muchos brazos rotos.

Seagal interpreta a un gangster ruso retirado (Ruslan Drachev), que se ve impulsado a matar (de ahí el nombre) cuando el hijo de su mayor enemigo decide casarse con su hija.

El actor prepara dos títulos más, para este año “The Keeper” (2009) y para el proximo, “On the Run” (2010), así que su regreso va en serio. Cada vez quedan menos superestrellas auténticos del cine de acción en la lista de novedades, secuelas y retornos que estamos viendo en estos días en pantalla.

La película tuvo un presupuesto $10 millones aproximadamente.

Steven Seagal (1951- ) es un actor de cine de acción, experto en artes marciales, cinturón negro 7mo. dan en Aikido, además experto en Kendo y Karate.

Cuando tenía diecisiete años, a finales de los años 60, Seagal se mudó a Japón para continuar sus estudios de artes marciales, en donde dio clases de inglés para pagar sus estudios en Aikido, Kendo, Judo, Budismo y Zen.

Es guitarrista en una banda, “Steven Seagal and The Thunderbox”. En su cinta “Fire Down Below” (1997), se aprecia una escena donde Seagal toca la guitarra acompañando a un grupo local de country.

Como maestro, cinturón negro 7mo. dan en Aikido, fue el primer extranjero (no japonés) en conseguirlo, por lo que en Japón lo tienen catalogado como un semidiós. También es maestro de Kendo japonés, una especie de esgrima con una especie de espada de madera.

En las películas siempre usa el mismo arma, una Colt M1911 automática, dicen que las colecciona.

Jeff King, director y guionista del film, propuso a Seagal añadir a su clásico papel de matón chulo putas, el de hombre culto de letras, que hiciera de escritor para esta ocasión. A Seagal le pareció bien porque le aclararon que no tenía que escribir nada, que era sólo una característica del asesino que interpretaría esta vez, así como que tendría una hija que sería motivo de un duro marcaje por unos desalmados.

La película destaca por su inverosímil montaje, tal vez la mejor muestra que pueda darse de un montaje malo que busca disimular la carencia de golpes en las peleas. Igor Jijikine, un mafioso que viene con cara de ruso marca de origen, que trabajó con Statham nada menos, es desaprovechado y humillado a partes iguales, luchando, hasta sale con arañazos en la cara que le hace Seagal. Horrible. Yo no sé cómo es posible, ¿es que Seagal estaba arañando al enemigo?

Las carreras que se pega Seagal son penosas, un trote cansino, corto, que se asfixia por su evidente sobrepeso, demuestran una falta de entrenamiento total. Las peleas son malas hasta la extenuación. Los contrincantes le ayudan a Seagal para que les golpee y acabe con ellos malamente y los intercambios de tiros provienen de situaciones absurdas e irreales, ahora están cerca, ahora lejos, y un continuo voy y vengo por los pasillos que uno no se aclara ni con planos de situación. Una penosa película sin nada destacable, la hija con los ojos morados es patética y el novio más. Pero es que además no tiene un guion más o menos aceptable o algo coherente que pueda uno ir fijándose en algo, por poco que sea.

De las peores del actor y escritor este.

Lo más gracioso e irónico es que el hecho de que esta película sea floja no recae en Steven Seagal.
Ya sabemos de sobra que Steven es mal actor, que su cara es la misma ya sea que esté indignado, llorando, sonriendo, etc.; la cosa en esta película pasa por la dirección: es muy mala.
La cámara tiembla (parece que la llevara un inexperto), las escenas de acción están filmadas para que no se vea ni entienda nada, el montaje en casi toda la película es torpe y lioso, la música es cansina (al menos en las escenas de acción).
Por otro lado tenemos lo positivo: Steven Seagal tiene como aliado a su yerno (algo diferente ya que generalmente anda sólo o con mujeres que no participan de la acción), hay algunos diálogos y movimientos de cámara autoparódicos que distienden al espectador.

Lo mejor: la escena del comienzo donde Steven se divierte con clavos y vasos de café.
Lo peor: las escenas de acción no se dejan ver.

Las películas que tienen en la venganza el eje central de su trama suelen ser siempre de mi agrado. A pesar de ser previsibles y de estar sometidas a un mismo patrón lleno de tópicos y situaciones típicas, suelen ser historias llenas de acción y tensión.

Todo ello queda reflejado y materializado en “Ruslan: la venganza del asesino”, otro película con el sello particular del incombustible Steven Seagal.
Seagal en esta ocasión es Ruslan, un escritor de novelas de intriga que deberá olvidarse temporalmente de su oficio para dedicarse a otra clase de tareas que francamente le resultan mucho más apropiadas.

La película, con mucha más trama que otras muchas del actor, tarda algo en arrancar por lo que a acción se refiere aunque cuando lo hace no decepciona y entretiene.

Las escenas de acción, eso sí, no pasarán a la historia por lo bien filmadas que están. En ese aspecto, la película flojea un poco aunque no de manera alarmante ni exagerada.

Para pasar el rato. Como siempre sucede con una peli de Seagal.