Seis balas... una venganza... una oración

Este tardío spaghetti western es de una maldad irritante, por múltiples y variados motivos.
1) El director. Gianfranco Parolini, aka Frank Kramer, un tipo que arreaba con todo, desde el péplum hasta el spaghetti, pasando por karatekas, superhéroes, "krimis" y lo que le echaran. Tiraba adelante con un morro que nunca se lo pisaba y despachaba sus basuras con alegre donaire. Ésta es una de ellas.
2) El guión. Firmado por el propio sinvergüenza y un tal John Fonseca. Qué diálogos, qué situaciones (lo mejor viene al final), qué cara más dura.
3) La banda sonora. El tal Sante Maria Romitelli entró a saco en el territorio de Ennio Morricone y le robó todo cuanto pudo, sobre todo de la Trilogía del Dólar. Debió quedarse descansado.
4) Los productores. La temible dupla judía Menahem Golan/Yoram Globus, que arruinaban todo cuanto tocaban. Para el caso, se fueron a rodar a Israel, imagino que para contentar a sus amigos sionistas.
5) El reparto. Es lo que produce más carcajadas. Lee Van Cleef por partida doble, con un peluco que ni su madre le habría perdonado. El pobre hace lo que puede. Jack Palancas, en estado de ebriedad avanzada, siempre imaginando otra vuelta de tuerca a sus más contumaces muecas. Richard Boone, otro gran secundario. Sale poco, porque dicen que no soltaba la botella ni que lo mataran. Parece ser que se enfadó con Parolini y se largó sin acabar el doblaje de su personaje. Se fue con la botella a otra parte. Sybil Danning. Claro, esta chica, acostumbrada a desnudarse presta y veloz, se siente incómoda sin poder llevar a cabo su mejor prestación y no sabe muy bien qué hacer. En un momento dado, enseña un pezón, como diciendo, por mí que no quede. Y Leif Garrett, una especie de Tadzio mofletudo, el sueño húmedo de todo pederasta que se precie. Podría soltar alguna animalada más al respecto, pero teniendo en cuenta los tiempos que corren, mejor me callo.
Recomiendo mantenerse alejado, pero si alguien se acerca, que vaya bien provisto de sentido del humor. Le hará falta.

Decepcionante spaghetti western, que empieza bastante bien, pero según avanza la película te das cuenta de que estás perdiendo el tiempo al verla.
Lo único que se salva y por eso la he puesto un 5, es la interpretación del siempre genial Lee Vaan Cleef, y las aceptables interpretaciones de Jack Palance y de algún secundario.
Resumiendo, este film es sólo apto para aficionados al spaghetti y a Lee Van Cleff, para los demás, les aconsejo casi cualquier otra película de spaghetti, empezando claro está por las cinco obras maestras del gran Sergio Leone.

Muchos tiros, muchas violaciones grupales y ninguna oración.
Balance de este pseudowestern mediterráneo con un montón de actores en declive que por un puñado de dólares arrastran un bien ganado prestigio.
Historia de dos hermanos gemelos (Cleef), uno cura y otro pistolero. En frente la cuadrilla de descerebrados que manda Sam Clayton (Palance). Algo ya visto, con un pueblo de cobardones donde las únicas que muestran un poco de agallas son las mujeres de la cantina.
Un guion caótico con golpes de efecto tipo "¡Yo soy tu padre!", dicho solemnemente a última hora al joven huérfano. Y una pésima realización con la guinda de mover la cámara en el duelo definitivo oscilando como si fuera el badajo de una campana.
Personajes patéticos con atuendos capilares setenteros a base de las consabidas melenas, patillas y bigotes. ¡Ah! y algún que otro pistolero tocado con pañuelito rosa de seda. Los malos parece una "manada" siempre con la bragueta dispuesta. Disparar no saben mucho, pero violar a chicas si.
Por allí anda un sheriff (Boone) con una superplaca "todo a cien" que aparece y desaparece sin venir nunca a cuento.
Interpretaciones pésimas sin excepciones. Cleef, Palance y Boone incluidos.
Película muy floja donde lo único que destacamos es la actitud decidida de las señoritas del saloon o el teatrito de guiñol que aparece al principio y al final como espantados espectadores de lo que por allí pasa.
Total, muchas balas y nos quedamos a dos velas. No la vean.

Curioso y anecdótico Spaghetti western en el que Lee Van Cleef, tiene un doble papel y del que se puede disfrutar a medias.
La premisa promete lo de siempre, venganza y tiroteos, pero en este caso con mucho relleno de por medio, haciendo que la calidad del producto se pierda con violaciones y situaciones muy turbias que no son muy agradables de presenciar.
Me ha gustado la banda sonora y algunos tramos del relato jugando con lo sobrenatural y el terror, pero el conjunto de la película no me ha terminado de convencer. Me parece ingeniosa la forma de resolver algunos enfrentamientos apostando por el suspense y el terror.
Si eres seguidor de los Spaghetti western y con pocas ambiciones, puede que te guste pero tampoco le pidas mucho. El desarrollo de la trama se prolonga en exceso hasta llegar al esperado duelo final, haciendo que muchas cosas resulten forzadas y chapuceras.
Disfruté de su visionado gracias a la enorme presencia de Lee Van Cleef y Jack Palance,

Mediocre película de un mediocre director. Cuenta con el extraño atractivo de ver a Lee Van Cleef interpretar a 2 personajes distintos. Por lo demás nada. Jack Palance no pega nada como villano con esa cara de cachondeo que tiene. Se pasa toda la película riendo. El resto de los bandidos secundarios parece que se metieron una raya de cocaína antes de actuar, andan revolucionados.

La trama no tiene mucha miga. Muchas incongruencias y giros de guión sin sentido para sorprender al espectador. Tal vez lo peor de la película sean las numerosas escenas en que los bandidos intentan violar a las chicas del salón. Esas escenas tan subidas de tono tienen como único objetivo poner cachonda a la gente.

Hay un momento en que parece que la película va a seguir el rumbo visto en otros westerns, un pistolero con áurea de fantasma que vaya exterminando bandidos (esa escena de la iglesia me recordó mucho a "Y Dios dijo a Caín"), pero la BSO le quita toda la emoción a la escena. Demasiado humorística.