La mujer obsesionada

El director Henry Hathaway dirige este film del 1959 con algunas secuencias intercaladas sacadas de documentales de animales, asi como escenas con nieve artificial y los viejos trucos de las transparencias en determinados momentos del argumento. Todo ello quita credibilidad a la película, pero gracias a la aceptable interpretación de Susan Hayward y Stephen Boyd se logra ver esta producción dramática con buen fondo moral. Fotografiada en Cinemascope, en los primeros años del uso de este nuevo sistema enriquece algunas secuencias y paisajes naturales de exteriores. Seguramente, años más tarde, con un mayor realismo, se hubiera sacado más partido de un film de estas caracteristicas. No obstante se puede ver por puro entretenimiento y pasando por alto los defectos señalados, que después de tantos años desde su realización son hoy día muy detectables.
La versión en castellano (doblaje) de aquella época se encuentra con el sonido en estado defectuoso, por lo cual es preferible la versión original en inglés.


José Antonio ZG

Interesante película en la que Henry Hathaway nos muestra cómo una comunicación deficiente en un matrimonio y una sobreprotección por parte de la madre del niño que ella tiene de un primer matrimonio ponen en peligro la relación de pareja.
Destaco el trabajo de Stephen Boyd por encima del de Susan Hayward, aunque los dos están muy bien en esta película.
Drama in crescendo que nos deja buen sabor de boca final.
Recomendable película, buenos actores, buenas interpretaciones, buena historia.
Un 7,5.

Según he leído por ahí, uno de los escasos fracasos comerciales de Henry Hathaway, su realizador. Viéndola no comprendo del todo el porqué.



Y es que me ha parecido francamente entretenido, quizás bastante intimista, alejada de la espectacularidad de otros filmes de su autor, que siempre imprime de un ritmo vivo sus filmes.
Pero está muy bien narrada, con buenas interpretaciones, una puesta en escena encomiable, a toda pantalla con excelente fotografía y banda sonora, y resulta en todo momento francamente amena.
Quizás, viéndola hoy en día, en febrero de 2017, el personaje de Stephen Boyd, su evolución y desarrollo en la historia y por ende el epílogo de la cinta, resulte rechazable sobre todo por el feminismo batallador.
Evidentemente no diré el porqué pero ahora no sería bien visto y comprendido, pero es un producto de su época y además cada ser humano tiene, afortunadamente, el libre albedrío, la posibilidad de actuar con los demás de un modo u otro, según sus particulares sentimientos y, también, sus propias circunstancias.
A mi me ha parecido una buena película, un drama bien desarrollado y filmado.

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Se trata de un perfecto drama, con un brillante guión, que va más allá de la historia de amor y odio entre un original trío de personajes. Una viuda (Susan Hayward) y su pequeño hijo (Dennis Holmes) cobran afecto a un empleado (Stephen Boyd) que les ayuda en los trabajos de una granja perdida en el bosque. Este parece comprensivo y caballeroso, pero cuando la mujer decide casarse con él todo cambia. Se desencadena un formidable y bien narrado conflicto entre el concepto que tiene el marido de la cobardía y la conducta moral del niño con los animales.
A partir de este momento entendemos que con la máxima sinceridad se puede estar equivocado al llamar cobarde al que se siente dolido ante la crueldad de la vida; que no es despreciable el que posee sensibilidad ante el dolor ajeno, ni mucho menos el que teme un peligro inesperado que amenaza destruirle.
La virtud máxima del film reside en el talento con que se desarrollan las pasiones enfrentadas, mediante situaciones de choque y diálogos de la máxima calidad. En especial se expresa en secuencias de alto voltaje el odio denso, rabioso que un niño bondadoso puede albergar hacia el que atropella sus sentimientos.
Además, la historia está ambientada en un paisaje estimulante, con árboles que se incendian, tormentas de nieve, ciénagas mortales, un río que se desborda... De manera que al drama se añade el espectáculo visual, en cinemascope y color.
Los protagonistas resultan perfectos, incluido el niño. No parecen ficciones, sino seres reales, capaces de pasar del amor al odio en una secuencia. De los secundarios destaca Theodore Bikel, el único personaje razonable del film.
Es absurdo hablar de machismo al referirse a este espléndido film de Henry Hathaway, pues la idea de la hombría y el valor de su principal protagonista masculino se deriva de un trauma psicológico, no de un concepto del matrimonio o de la paternidad.

De las últimas del maestro Hathaway que me quedan por ver. De las últimas que están editadas, pues hay una cuantas que no consigo encontrar en ningún sitio.
Rodada en escenarios naturales, es interesante aunque un poco larga. A mi se me ha hecho larga. No me interesan excesivamente las historias de amor. Y no creo que el director sea de los más dotados para este género. Tiene algo de costumbrista, de naturalista, de vida rural americana. El papel de la mujer pretende ser de una fuerza arrolladora, pero no consigue transmitir la potencia necesaria. Exige una transformación radical desde el rol de una mujer sumisa, metida en el hogar, en la casa, a una singular ranchera. Y no está mal elegida la actriz, ni mucho menos. Quizá el tono no sea el más adecuado para una historia de amor. Tengo al maestro por un director del Oeste, de Aventuras, de conflictos no resueltos, de tensión y un cierto trasfondo conflictivo.
La tensión entre un niño pequeño y un adulto que se enamora de una señora viuda es un tema emocionalmente no fácil de concretar, plasmar y rodar. Además es un guión original, lo cual es más difícil de llevar a buen puerto.
La pareja Susan Hayward y Stephen Boyd funciona bien, muy bien. Ella es una actriz inmensa, él siempre ha estado a la sombra de su papel en Ben Hur. Le he visto en una cuantas películas pero en ninguna de ellas le he visto realmente bien. Funciona, pero sin más. Hace bien el papel, pero se le falta ese magnetismo que sólo tienen los actores realmente potentes. Él no lo es.
Ella sí, ella es otra cosa. Con una mirada, una cara marmorea, el pelo rojo, probablemente más baja de estatura que las diosas de la belleza con las que le tocó competir en un Hollywood dorado que tenía establecidas sus musas... Aun así tenía una belleza natural y un garbo y apostura muy propia.
La cinta tiene parte de un dramatismo intenso, los parajes naturales son los del Oeste de Hathaway y la cuestión amorosa está bien resuelta. El amor entre ellos crece a la vez que el niño. Es bonita, se deja ver. Es algo diferente en la filmografía del maestro.
Director por el que siento una gran admiración. Todas sus películas me agradan, especialmente las de Oeste. Le tengo por un gran artesano de la industria.