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Broker: Intercambiando vidas

Drama Una noche lluviosa una joven abandona a su bebé a las puertas de una iglesia. El recién nacido es recogido por dos hombres que se dedican a robar bebés abandonados para venderlos a padres dispuestos a pagar una tarifa. Cuando la joven regresa a la iglesia, arrepentida, descubre el negocio ilegal de ambos hombres y decide unirse a ellos para encontrar a los padres adoptivos más adecuados. En este inusual viaje por carretera, el destino ... [+]
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
1 de octubre de 2022
46 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Koreeda. Un referente absoluto en cuanto al cine japonés contemporáneo se refiere y uno de los trabajadores más incansables de la industria, un hombre que ha dirigido siete películas en los últimos diez años, películas que, dicho sea de paso, también ha escrito y editado. Yo admito que siento cierta debilidad por la filmografía de este señor. Casi todas sus películas, con alguna que otra excepción, parecen transcurrir en el mismo universo cinematográfico. Tanto es así que no sorprendería ver en una esquina de un fotograma de Shoplifters al matrimonio Nonomiya cruzando la calle con el pequeño Keita colgando del brazo. Hay una uniformidad artística que permea toda la obra del realizador nipón. Broker, su último trabajo y el primero rodado en Corea del Sur, es, para bien y para mal, otra película de Koreeda.

¿Qué es la familia? Es la pregunta que Koreeda lleva haciéndose (y haciéndonos) cerca de tres décadas. Las relaciones entre hermanos, padres e hijos, abuelos y nietos. Koreeda lleva años postulando que no es necesariamente la sangre la que determina tus raíces, sino los vínculos emocionales, los recuerdos y las experiencias vividas. Broker continúa este patrón temático, utilizando en este caso la premisa de dos hombres que se encargan de traficar con bebés cuyas madres biológicas, por la razón que sea, deciden abandonar a su suerte. A pesar de que la historia no tiene nada de ligera a priori, Broker es, curiosamente, uno de los trabajos más cómicos de la filmografía del director, y aunque el drama aflora cuando es necesario, está llena de momentos divertidísimos que sirven para equilibrar el tratamiento de temas más densos como la maternidad y la orfandad. Koreeda, una vez más y aunque de vez en cuando tropiece y se deje por el camino algún pasaje excesivamente edulcorado, construye un guion bonito y lleno de sensibilidad, pero peca de sobrecarga y añade personajes y subtramas innecesarias que embarran el resultado final más de lo necesario, algo extraño en un guionista que suele destacar por su sencillez.

Se ha hablado en más de una ocasión de Koreeda como el heredero espiritual de Ozu, y en parte lo puedo entender. Ambos son compatriotas y ambos centraron buena parte de sus filmografías en examinar el funcionamiento de la familia japonesa en sus respectivas épocas, eso es cierto, pero es igualmente cierto que a nivel de fotografía y de puesta en escena, los trabajos de Koreeda están tan lejos de los de Ozu que se me hace hasta raro compararlos. Esto creo que ilustra bastante bien el que en mi humilde opinión mí es el mayor defecto del cine de Koreeda: sus imágenes no perduran. Cuando acaban sus películas, recuerdo a sus personajes y recuerdo sus historias, pero no hay ningún fotograma que se me quede en la retina, y esto es así con prácticamente todos sus proyectos (Maborosi, su debut, es una distinguida excepción), siendo Broker un ejemplo claro. Koreeda no parece tener demasiado interés en crear una propuesta estética que acompañe al transcurrir de la historia y rara vez trabaja la narrativa visual, lo cual es una pena, porque creo que es una decisión que aplana lo que podrían ser productos mucho más completos. Que no es que sus películas sean feas de ver. Son, simplemente, de presentación impersonal.

Eso sí, Koreeda puede no destacar por su puesta de escena, pero sobresale en otro apartado, y es el de la dirección de actores. Los elencos de sus películas son, casi siempre, sensacionales. Pocos directores en el mundo trabajan tan bien los repartos corales como él. Alejándose del histrionismo que muchas veces caracteriza a los actores orientales, los intérpretes de Koreeda articulan con suma delicadeza y naturalidad, se escuchan entre ellos, interactúan y se complementan a las mil maravillas. Todos en Broker están espléndidos, destacando la melancólica interpretación de Lee Ji-eun y, cómo no, la labor del grandísimo Song Kang-ho, y quiero aprovechar esta reseña para arrojar algo de luz sobre este hombre, porque es uno de los mejores actores de su generación y su extenso currículum no tiene nada que envidiarle al de otros actores occidentales que sí, serán mucho más famosos y la mayoría de la gente los habrá visto en muchas más películas, pero a poco que indagas en la filmografía de Song Kang-ho te das cuenta de lo tremendamente bueno que es.

En resumen, diré que Broker me ha gustado. Es una road movie tierna y agradable, y un éxito gracias al fantástico reparto y a la mano hábil de Koreeda, que vuelve a profesar un amor tan sincero y conmovedor por los personajes que escribe que es inevitable que esa energía traspase la pantalla, pero es igualmente cierto que no encierra grandes sorpresas para los que ya estamos familiarizados con su filmografía, que no es una de sus historias mejor delineadas y que su puesta en escena sigue estando muy por debajo de su guion. De todos modos, a mí siempre me gusta adentrarme en su universo y siempre consigo conectar con la cercanía de sus personajes, así que, aunque no me parezca una grandísima película, sigue siendo tiempo bien invertido. Al fin y al cabo, es Koreeda.

Calificación: Recomendable
Dabi
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30 de diciembre de 2022
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen guión que nos traslada al Asia urbana sin apreciarse el salto geográfico. Los mismos debates que la película plantea los tenemos en Europa, por mucho que los Estados hayan tomado posiciones regladas (a favor del aborto, en contra, en determinados supuestos, la adopción puede ser así, o puede ser asá, tú puedes adoptar, tú no puedes adoptar). Pero aunque eso esté en Europa regulado, el debate no está resuelto.

Vamos a ver: ¿Quién obra bien y quién obra mal? Los traficantes de bebés los salvan de la muerte o de una vida muy precaria, ¿obran mal por ganarse la vida con compradores con posibles que lo que más desean es tener un hijo?, ¿obran mal los compradores con posibles en el mercado negro de bebés, con alta disposición a darles la mejor de las vidas?, ¿obra mal una no-abortista que huye de su pareja maltratadora y entrega a su bebé en una iglesia que ha instalado una baby-box?

La "familia" protagonista está muy bien definida y completa todas estas funciones (decisión de abortar / no abortar, tráfico de bebés, y un sobrevenido chavalín que le da un halo de humor a toda la peli).

Al final, el desenlace es la búsqueda del equilibrio en todas esas percepciones del bien y del mal en una sociedad cada vez más compleja, que esquiva los duros marcos penales que llueven sobre conductas razonables, conductas que cualquiera de nosotros en la misma situación podría decidir llevar a cabo.
Xavier
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29 de diciembre de 2022
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desafortunada película de este estupendo director japonés. Esta vez, ha caído en unos personajes y unos modos que recuerdan más a un reciclaje/adaptación de cine de factura Hollywood, que a una película japonesa. Hay un buenismo irritantemente en esta historia, personajes de escasa hondura, pese a lo atroz de la historia, lo que le da un aire imposible a toda la trama, y convierte lo que podría haberse orientado hacia el cine social, en una simple fábula, un cuento infantil, algo que no casa del todo con los temas habituales del cine japonés, poco dado a concesiones almibaradas.

Por supuesto tiene cosas buenas aquí y allá, no es objetivamente una mala película y posiblemente resulte emocionante para muchos espectadores, pero a mí me ha provocado una erupción en la piel, porque ocurre que ya la había visto antes en rostros caucásicos, ya había sentido la emoción de esos momentos intensos y quirúrgicamente musicados de viaje interior, ya me sé esos altibajos emocionales, enlazando comedia y drama, ya conozco esa química imposible entre personajes radicalmente distintos, que en realidad, están hechos para vivir juntos una aventura. Hay tantas cosas que recuerdan a los perfiles anglosajones, a los caracteres americanos, a los giros hollywoodienses... que no consigo que la película me percuta. Porque lo que más me irrita en el mundo es la burda imitación, aunque esté bien hecha, la impostura, y menos en un cineasta al que tenía por original.
Uma
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9 de enero de 2023
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Hirokazu Kore-eda tiene dos características esenciales: trata siempre las relaciones familiares, y posee un tierno humanismo, apegado a la corriente nipona heredera del cine de Ozu y Naruse. Lo que le diferencia de estos dos últimos, principalmente, es su tratamiento más sentimental (que no emocional), y que sus puntos de partida no son tan cercanos al naturalismo. Mientras que Ozu jamás se alejó de unos personajes que podrían ser nuestros amigos o vecinos, Kore-eda opta por cosas tan variopintas como hacer una película sobre una muñeca que cobra vida, sobre la vida después de la muerte o, como la que nos ocupa, sobre bebés robados. Para muchos, esa falta de sencillez, pues de ella se obtiene la transcendencia, es un signo de la inferioridad de su arte. Sin embargo, y a pesar de ciertos paralelismos técnicos, siempre he pensado que sus objetivos eran, en cierto sentido, diferentes. Para mí, Ozu pretende ir más allá de la vida, sublimarla observando el lento avance del tiempo y su efecto en nosotros. Mientras tanto, para Kore-eda la observación de la vida es el fin en sí mismo: prefiere concentrarse en lo humano, en lo que posee de emocional. Lo que hay más allá no le interesa.

Broker, la película que nos ocupa, es la primera aventura del director en tierras surcoreanas, donde se está realizando cine de enorme calidad, desde el más premiable de Bong y Park hasta producciones comerciales sin nada que envidiar al cine hollywoodense. Para llevar a cabo una película más híbrida, Kore-eda ficha a un titán autóctono como Song Kang – ho, adorna el film con subtramas de mafias, y hace su magia de siempre. Estamos ante uno de esos guiones en los que un silencio, una omisión, o la mera repetición de una frase revela más sobre el corazón de un personaje que un cuarto de hora en pantalla en otra clase de producciones. No deja puntada sin hilo, cada personaje posee su función, su arco, y, al mismo tiempo, la trama principal avanza en cada momento, sin pausas, y nos deja con la intriga de saber qué ocurrirá al final. Todas las relaciones entre ellos se sienten naturales. Ríes con ellos, y te entristeces con ellos. A pesar de la aparente truculencia de la trama, de que los personajes, por su descripción, puedan resultar odiosos, nada más lejos de la realidad; son tan humanos que resulta imposible que no te encariñes con ellos. Ese humanismo tan cacareado en el primer párrafo es lo que permite que les veas, ante todo, como personas, con sus sueños, decepciones, aspiraciones, y dilemas existenciales.

La dirección, como siempre con Kore-eda, resulta sencilla, que no fácil. Nada de alardes de virtuosismo, filtros de color, travellings imposibles o planos secuencias. Se centra, ante todo, en contar una historia, y la cuenta bien. Eso no significa, sin embargo, que la película no posea ninguna cualidad plástica. Sus imágenes poseen gusto, equilibrio, y composición. Es bella de observar. Y las decisiones de dirección no hacen más que reforzar los momentos más emocionales. Extremadamente correcta, aunque quizá su única pega es que no deje ninguna estampa para el recuerdo.

En resumen, nos encontramos ante una película excelente y extremadamente recomendable. Una película bonita, sensible y que deja un buen sabor de boca. Y, ante todo, humana. Como tiene que ser todo arte.
Jesús
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21 de diciembre de 2022
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Los Integrantes

Si algo sabe hacer Hirokazu Koreeda es dar capas de profundidad a sus personajes. Estos suelen establecerse en la fina línea entre el bien y el mal. Broker consigue hacer que empaticemos hasta con los representantes de la peor calaña, como son los traficantes de niños. Inicia con el relato desde el extremo negativo, pero a medida que avanzan los minutos y los personajes van desarrollándose, la balanza se vuelca hacia el otro extremo. Funciona porque a mayor oposición del espectador al cambio, mayor será su satisfacción después.

Esta fórmula es muy similar a la que utilizó en su aclamada Un Asunto de Familia. Los personajes se quiebran poco a poco mostrando su debilidad al público. En Broker no existen buenos y malos, solo un pasado que condiciona el presente, es por ello que todas las acciones están justificadas. Finalmente el espectador no tiene más remedio que absolver a cada uno de los personajes y comprender su situación dando como resultado una cinta muy emotiva.

También, vuelve a utilizar personajes carismáticos con una leve carga cómica. Sang-hyeon, interpretado por Song Kang-ho (Parásitos), es el encargado de aliviar la tensión tras un momento de gran intensidad. El director sabe perfectamente la cantidad necesaria para que la mezcla de drama y comedia funcione en cualquier situación.

*El viaje

Podría decirse sin confusión que Broker es una road-movie. Los personajes tienen un objetivo claro, pero el viaje se vuelve la excusa perfecta para que cada uno consiga su perdón. Esto también es válido para las dos policías que incansables siguen el coche de nuestros protagonistas, ya que también están muy bien escritas.

Los encuentros con compradores y las diferentes paradas son esenciales para descubrir el pasado de los protagonistas, y también para entender las diferentes consecuencias del abandono de bebés y el tráfico de niños. Existen muchos modelos de familia para aquellas personas que se crían sin padres, pero si algo queda claro, es que todos guardan un pequeño vacío en su interior. La mayoría de los traumas en Broker nacen de la ausencia de esos referentes. Es por este motivo, que el contexto que rodea la película es perfecto para establecer vínculos lejos de los lazos de sangre.

El viaje, los desplazamientos y la convivencia en pequeños espacios es necesaria para traspasar la coraza de todos los protagonistas, ya que desde un principio todos se muestran en posición defensiva. Son estos momentos, los que sin darnos cuenta consiguen dejar nuestro corazón al descubierto. Muchos dirán que una road-movie es un método sencillo de melodrama, pero está tan bien aplicado que solo lo notarán cuando piensen sobre la película en casa.

*Conclusión

Sin duda, Broker busca que reflexionemos sobre diferentes temas; la prostitución, el abandono de menores, el tráfico, el pasado, el presente… Al igual que cualquier pieza de Hirokazu Koreeda esta cinta está hecha con gran precisión y tiene un gran estudio de las emociones. Si la leemos desde diferentes ramas del conocimiento siempre sacaremos algo interesante que contar, pero quizás lo más sorprendente, es la sensación que transmite en el espectador. Es inevitable impedir que nuestra pequeña sonrisa de placer nos acompañe cada segundo. Koreeda sabe transmitir ese sentimiento grupal en la sala. Quizás ese sea el tema más importante de la película.

Escrito por Ismael Arias
Cinemagavia
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