Sauna

Harto (como casi todo el público que conozca la multitud de películas de género) de films desaprovechados entorno a temas de lo más interesantes que sólo se enmarcan en un cine de terror repleto de sustos, efectismo y las mismas trampas de siempre, Annila quiso dar una vuelta de tuerca a la base que le propusieron (cuatro jóvenes que van a una sauna y caen uno tras otro), alegando que era una idea horrible, y componiendo así "Sauna", un film en el que, si bien no influye el hecho de llevar la etiqueta de cine de terror cuando verdaderamente sólo hay salpicones aderezando la trama, hallamos una recreación brillante sobre la época en la que nos introduce el cineasta finlandés, compuesta por unos vestuarios, fotografía y emplazamientos magníficos, como poco, que ayudan al espectador a introducirse en el atípico relato propuesto, y a obtener información de otra era hasta el punto de introducirse en el mismísimo centro de la obra.

Las virtudes que hacen de ella un drama psicológico de medio calado, van dejando rastro a lo largo de la propuesta, y mostrándonos a dos personajes cuyas acciones jamás son puestas en entredicho, pero logrando palpar una relación verdaderamente fidedigna de dos hermanos de entre los que uno reconoce todos sus errores pero los asume como el soldado de baja catadura moral que cree que es, y el otro intenta taparlos bajo el yugo de una supuesta bondad que, aunque permanece intacta en todo momento, siempre guarda pequeños resquicios de duda entorno a la ética de sus propias acciones.

Así es como, a partir de cierto punto, ese encuentro entre ambos protagonistas se acrecenta y aviva con momentos verdaderamente magníficos, que dan una pequeña vuelta a lo que se nos estaba contando hasta el momento, y logra inquietar con un par de intervenciones tan intensas como paralizantes que, mediante diálogos desatan las suspicacias y hacen de la premisa base un arma más para que ambos afronten lo que vendrá del modo más acertado posible.

El tema de la remisión, es tratado con enorme pericia dejando un sabor de boca bastante bueno, y sorprendiendo otra vez más en un último tramo que supera con creces las expectativas generadas, y deja un punto final fantástico, donde se demuestra que cuando alguien competente está tras las cámaras, no hay previsión que valga y cualquier conjetura es válida para dar esa machada inteligente. Machada ante la que, otros tantos, se quedarían a las puertas de un gran trabajo, que sí concluye Jussi Anila. Otro más a tener en cuenta.

Me gustó por varias razones: por esos bosques grises, desolados e interminables, siempre envueltos en la bruma, que mantienen una atmósfera tensa; por ese grupo de personajes, hombres deshechos por la guerra y también por la vida; por los hermanos Knut y Erik, protagonistas de la historia que acarrean sus miserias al tiempo que tratan de cumplir con su deber de enviados del gobierno; por la historia, que sin ser un dechado de originalidad, atrapa de manera convincente; por Erik (y vuelvo a los hermanos) que acapara la pantalla y es un placer verlo caminar entre la nieve. En definitiva, una buena película para ver a oscuras y con un trago en la mano.

El director finlandés Antti-Jussi Amila nos transporta en esta su segunda película al siglo XVI, para sumergirnos en un frío mundo de post-guerra, pleno de dolor…

Su argumento se centra en la figura de dos hermanos, Knut y Erik, encargados, junto a otros soldados, del trazado de fronteras una vez finalizada la guerra entre Rusia y Suecia. Muchas son las atrocidades cometidas durante el período bélico, pero no serán las últimas a cargo de esta pareja de hermanos… tras ellos queda un rastro de crueldad. Su viaje les conducirá a un pueblo fronterizo, olvidado, que ni figura en los mapas. Allí encontrarán peculiares habitantes, peculiar ambiente y un oscuro pasado. Junto a él, hallarán una siniestra Sauna de piedra… de la que las leyendas locales dicen que puede lavar los pecados del cuerpo y del alma. La culpa, lo real y lo sobrenatural confluirán en este entorno, se masca la tragedia…

Nos encontramos ante un film atípico, metafórico y complejo. Se aleja en sus formas y contenido del cine de terror al que actualmente estamos acostumbrados y se acerca más a un cine de autor, de arte y ensayo, donde prima más el contenido ideológico que el espanto visual infligido al espectador.

Muchas son, a mi modo de ver, las virtudes de esta película. Entre ellas destacaría sobre todas las demás la labor interpretativa de sus dos protagonistas, que resulta a ratos verdaderamente escalofriante, así como la fotografía de Henri Blomberg, su modo de mostrarnos los desolados parajes y la más densa oscuridad cubierta de la más pálida nieve, tiene un gran mérito y consigue una ambientación que dota al film de una inusitada elegancia.

Otros aspectos destacables de esta producción son el diseño de las criaturas y apariciones, su música a cargo de Panu Aaltio y su analítica, en clave sobrenatural de la culpa, de la crueldad… ¿qué es peor?¿ser atroz uno mismo?¿o permitir que quien está a nuestro lado lo sea y no intervenir?... muchas son las preguntas que formula esta película escondidas entre miradas, entre leyendas, bajo palabras entredichas…

En conclusión, si una palabra define la película “Sauna” es ELEGANCIA, un film refinado, de impecables formas y poético fondo… Eso sí, en honor a la verdad diremos que estamos ante un producto complejo, bastante complejo, no apto para todos los paladares, pero más que recomendable para aquellos buscadores de novedades y proyectos arriesgados dentro del cine fantástico y de terror con contenidos.
Enoch

Es habitual que entre países colindantes se libren trifulcas y guerras para delimitar los límites de cada uno. Y si en alguno de los dos, o en los dos, hay gobernantes ambiciosos y obsesionados con ampliar los territorios a costa de conquistar más de lo que tienen, ninguno se conformará y se pasarán siglos pugnando para ganar un trozo más de tierra al otro, y al final los que menos tienen que ver con esa codicia ajena y que siempre resultarán más afectados, son los habitantes corrientes, los civiles de a pie que verán arrasadas y saqueadas sus aldeas, sus mujeres y niñas violadas, sus pobladores torturados y asesinados de las formas más ruines. La gente vale menos que una línea trazada en un mapa.
Rusia y Finlandia son uno de los incontables ejemplos, disputándose sus fronteras hasta bien entrado el siglo veinte. En “Sauna” el guión gira en torno a un cuento de terror ambientado a finales del siglo XVI, sobre dos hermanos que pertenecen a una de las comisiones encargadas de fijar los bordes exactos al terminar una larga guerra de veinticinco años. Con frecuencia, la paz que sobreviene tras una prolongada lucha sangrienta está envenenada y cargada de malos presagios; sofoca demasiados lamentos, demasiados resentimientos, demasiadas almas atormentadas. Es como la calma chicha entre dos tormentas, una calma sólo superficial, cuya marca es un silencio sepulcral doliente, agotado, asustado, sabiendo que hay tantas muertes que penar, tantas atrocidades que no han encontrado absolución, tantos espíritus que vagan sin descanso.
En su viaje al norte, Knut y Erik se cruzan con un enigmático pantano donde hay una sauna escalofriante que parece hacer algo más que lavar la suciedad del cuerpo...
Extraña y breve historia con capas subyacentes sobre los dolores y la crueldad de la guerra, las manchas de la conciencia, las fronteras entre el bien y el mal y la sangre que nunca se limpia cuando la culpabilidad es imposible de borrar.

Interesantísimo film que detaca tanto por su temática como por su enfoque. Dos cartográfos militares acosados por sus atroces pecados van a parar a un territorio yermo, baldío, al mismísimo purgatorio, donde la purificación de sus almas no será posible sin pagar el precio de la locura. Con una excelente fotografía y enormes interpretaciones, el film mantiene la tensión mediante un latente halo de tensión, de malestar permanente.