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Cañones para Córdoba

Western. Acción En los años de la revolución mexicana, un aventurero del ejército norteamericano dirige a un grupo de soldados dispuestos a terminar con la hegemonía del bandolero Córdoba, y así destruir los cañones, que dicho revolucionario ha robado al ejército de los Estados Unidos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
5 de febrero de 2010
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, George Peppard (más conocido por su personaje de Hannibal en la serie TV el Equipo-A) protagoniza este western (¿?) más parecido a una película bélica en su puesta en escena que a una de aquellas películas de Eastwood o Wayne. La puesta en escena es eso, tiros y explosiones a mansalva (aunque nunca comprenderemos de donde sacaban los protagonistas tanta munición y explosivos). De lo poco salvable de la película, aunque no tanto como para tirar cohetes, es la actuación de Peppard y algunas de sus frases... el resto poco conseguido...
PD: Quizás también pueda salvarse la actuación de Pete Duel en el papel de soldado guitarrista "loco".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
wmarlboro
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24 de abril de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre había considerado a George Peppard como "Hannibal", hasta que fui viendo que mucho antes de esa serie (que, digan lo que digan, muchos recordamos con nostalgia, con los coches siempre volcando igual) había hecho ya muchas películas, y en esta en concreto ya es un heroico soldado yanki, de los que entraron en Méjico buscando a Villa en 1916 (todo era parte de un plan alemán para distraer al gobierno yanki y retrasar su posible intervención en la guerra europea, sin éxito, claro) y que tiene que recuperar unos cañones robados.
Como una hazaña bélica de tantas y tantas, ahora en medio de la Revolución Mejicana, y esta en concreto no pasará a la historia, solo es correcta, en ningún momento aburrida pero tampoco emocionante. Lo peor, pues eso, que todo está ya muy visto. Lo mejor, la buena ambientación (en Almería), la musica y los ojazos de Giovanna Ralli.
Roosevelt
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14 de noviembre de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el 1916, durante la cuarta y última etapa de la revolución mexicana (1910-1920), el general Héctor Córdoba (Raf Vallone) del gobierno en el poder, traiciona a su presidente José V. Carranza Garza (1859-1920) con el único y sencillo propósito de sacar provecho de las riquezas de su país para sí mismo.

Mientras el legendario Emiliano Zapata (1879-1919) libra su revolución popular, en la frontera de Texas con México el mercenario general Córdoba ataca un tren y se roba seis cañones de gran alcance del ejército estadounidense con el propósito de proteger su inexpugnable fortaleza.

El general John J. Pershing (John Russell) del ejército estadounidense designa al capitán Rod Douglas (George Peppard), que junto con tres atrevidos soldados, un teniente del ejército mexicano y una enigmática mujer, a buscar en México a el general Córdoba y traerlo de vuelta a territorio estadounidense para ser juzgado.

Este es un film de muchas explosiones y tiroteos a diestra y siniestra. Filmada al mejor estilo de un spaghetti western europeo. El año en que salió el film, también se presento "Rio Lobo" (1970) con John Wayne, se dice que uno es imitación del otro. La realidad es que es un tema recurrente en el género.

El actor estadounidense George Peppard (1928-1994) se dio a conocer con los filmes "Home from the Hill" (1960) con Robert Mitchum, el clásico "Breakfast at Tiffany's" (1961) junto a Audrey Hepburn, "The Carpetbaggers" (1964) con Alan Ladd y "Tobruk" (1967) con Rock Hudson.

Pero la fama y la fortuna le jugaron una mala pasada, cayó en el alcoholismo. Su afable personalidad fue cambiando al grado que los productores del cine le dieron la espalda.

Entonces la pequeña pantalla mostro interés en Peppard, participó en varias series de televisión de gran éxito como lo fueron "Banacek" (1972-1973), "Doctors' Hospital" (1975-1976) y "The A-Team" (1983-1987).

Debido a que era un fumador empedernido, Peppard fue diagnosticado con cáncer de pulmón, aunque eso no le impediría seguir actuando, habiendo completado el episodio piloto para una nueva serie de TV, falleció a la edad de 65 años.
operez
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25 de agosto de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que la fotografía es preciosa, y de que cuente con un presupuesto holgado, lo cierto es que parece un spaguetti-western... y de los malos.
Lo cierto es que llega a cansar, y esto no me suele suceder en este tipo de películas.
Los intérpretes resultan funcionales y no mucho más, y la película no arranca en ningún momento, resultando pesadita.
Vista dos veces, ninguna de ellas me convenció, ni siquiera puedo decir que me gustara.
No obstante, se puede pasar el rato, pero siempre que no se le exija nada
Víctor Bilbao
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19 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Wendkos no se prodigó mucho en el cine, pero en la televisión era un todoterremo. En 1970 viajó a Almería para rodar Cañones para Córdoba, una mezcla de lugares comunes extraídos de Doce del patíbulo, Los profesionales y Los siete magníficos, con algún guiño al spaghetti western. La historia gira alrededor de un grupo paramilitar que ha de llevar a cabo en México un trabajo sucio del que no puede responsabilizarse el ejército estadounidense. Hay un bandido mexicano muy sanguinario y osado (Raf Vallone, todo dientes y sonrisas untuosas), y el dispar comando que ha de arrancarle la sonrisa de la cara, al mando de George Peppard (qué guapo era ese hombre, y qué mal dirigió su carrera). Entre los arriesgados mercenarios reconocemos a gente hoy olvidada, como Nico Minardos y Don Gordon, amén de Pete Duel, que tuvo el detalle de suicidarse al año siguiente. Para acabar con Córdoba, nada mejor que una moza de carnes prietas y ojos desmesurados, que ya había sido violada con anterioridad por el muy rijoso: Giovanna Ralli, en la época en que el cine estadounidense le daba algún papelito. Entre los malos cabe destacar al huidizo Hans Meyer y al inevitable Aldo Sambrell. La película se ve sin el menor esfuerzo, dinámica, ruidosa y gamberra, con explosiones, cabalgadas, tiroteos y todo lo indispensable para un buen rato de descerebre. De fondo anima la función el gran Elmer Bernstein, aquí un poco despistado con lo de la música latina, y hasta se atreve a plagiar sin inmutarse el Romance anónimo, como quien no quiere la cosa. Mirad, películas como ésta hay a montones, pero siempre da un pelín de nostalgia revisarlas, sobre todo porque en aquellos tiempos las despreciábamos como si pudieran contagiarnos alguna enfermedad. No había para tanto, es la conclusión.
Eduardo
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