Por fin adolescente

Segundo: Leí muchas críticas que aseguran que la película es superficial… ¿En serio? ¿Superficial? Para ser una comedia adolescente me pareció bastante profunda por varias razones. Habla sobre la madurez, lo difícil que puede ser conseguirla, y los sacrificios que hay que hacer para obtenerla. La escena final es eso, Monroe dejando la adolescencia atrás, representada por Zeke, y entrando en la adultez. La encontré interesante porque en la vida real hay muchos personajes que, al igual que Zeke, nunca terminan de madurar, sino que se quedan “atascados” en la adolescencia. Aquellos que piensan que la vida es solamente “garabatos y penes” y todo lo simplifican. Y qué decir de la relación entre ambos protagonistas: todo menos sencilla. Por momentos pareciera ser que Zeke “cría” a Monroe para esclavizarlo (ya al principio quiere que Mo sea su “Guillermo”). Vemos como lo convence para que sea su traficante, como lo manipula. Sin embargo, finalmente nos damos cuenta de que no es así en su totalidad: la realidad es que Zeke lo quiere y lo necesita más de lo que Mo lo necesita a él. Entonces nos preguntamos, por qué es que Mo pasa tanto tiempo con Zeke ¿No se da cuenta de que lo limita? Pero es más que eso. Con Zeke se entiende mucho mejor que con los compañeros de su edad, la pasa bien, crea recuerdos. Lo ve como un hermano mayor, y a veces más, como un padre. Me recuerda (a grandes rasgos) a la relación entre Walter White y Jesse Pinkman. Bastante compleja, ¿Verdad?
También quería destacar el personaje de Monroe. Si, si, Pete Davidson es el que trae las risas y todo eso, pero lo que me gusta de Monroe es que no es ni un extremo ni el otro. No es el típico nerd, fracasado que no le puede hablar a una chica, y tampoco es el facha extremo que todo lo tiene. Es tranquilo, “cool”, como le mencionan varias veces, y lo irónico es que, para su edad, también es bastante maduro, aún más si se lo compara con sus amigos. Es él quien le tiene que explicar al “adulto” que la vida es más compleja de lo que creé. Es él quien muchas veces parece un “psicólogo” que no comenta, solo escucha. Es, en general, un personaje bastante entrañable, al cual solamente le falta ese paso final, despegarse de Zeke, para llegar a la adultez. Así, se vuelve fácil querer que tenga éxito, lo que hace la película más entretenida.
Quizás Big Time Adolescence no sea el retrato más preciso de lo que es la adolescencia, pues dudo que a mucha gente le haya pasado algo así durante esa etapa. Sin embargo, como alguien que en su, no muy lejana, adolescencia le faltó un poco de eso, un poco de “recuerdos descabellados” como los que crea Monroe durante la película, es fácil preguntarse ¿No hubiese estado bien dejar la parte correcta de lado y relajarse un poco? ¿No me hubiera encantado tener a alguien Como Zeke? Tal vez sí, tal vez no. Quizás, pensando en el futuro, conviene ser más tranquilo y no cometer el tipo de errores que comete Monroe. O Quizás no. Pero tal vez sí. No sé, pero la película te deja pensando. Y eso me gusta. A mí me gustó. Y creo que a cualquiera puede gustarle.

Un final abierto, inconcluso que a mi particularmente no me satisfizo. Tras mostrar un lado transgresor durante una gran parte de la película, el protagonista cierra todas sus puertas para abrazar una vida convencional y absolutamente vacía. La última imagen regresando a casa en el coche, resulta demoledora, por lo que existe en ella de renuncia, de abandono de un sueño.

No me parece un final adecuado. Tendría que ganar ese espíritu rebelde que siempre nos atrajo en el cine donde surgen todas estas propuestas arriesgadas.