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El pecado de Harold Diddlebock (¡Oh!, qué miércoles)

Comedia Después de 22 años trabajando en la misma empresa, Harold pierde su empleo. Con todos sus ahorros en el bolsillo, sale a la calle dispuesto a empezar una nueva vida. Se encuentra con algunos amigos y bebe sus primeras copas de alcohol. A la mañana siguiente sólo recuerda que ganó una fortuna en las carreras de caballos, pero ya no le queda ni un céntimo. A lo largo del día irá sufriendo las consecuencias de las extravagancias que ha ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2009
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta comedia romántica empieza con un drama plasmado con toda su autenticidad: El jefe despidiendo con consejos y agradecimientos al compungido empleado que acepta su negro destino con cara de paisaje.
Donde acabó El estudiante novato, que dio el triunfo a su equipo de fútbol americano, sigue ésta con la narración, ya hablada pero con los mismos y efectivos logros que tienen su cumbre cuando el león arrastra con la correa al pobre Harold por la repisa del rascacielos, y de repente su compañero de fatigas se queda colgado con él cuando intenta ayudarle.
La historia de amor con la publicista complementa perfectamente la acción, y la explicación de las veces que estuvo enamorado Harold de sus hermanas recuerda la ternura, absurdez y comicidad de futuros actores de gran éxito en situaciones similares.
El pecado… no es una colección de gags como otras anteriores del señor Lloyd; con el sonido el argumento se apoya también en los diálogos que contienen momentos brillantes.
Harold Lloyd, un excepcional actor. Sturges, otro genio de la comedia romántica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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31 de julio de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sexta película sonora en la que apareciera Harold Lloyd, “Professor Beware” (1938), fue un rotundo fracaso en las taquillas, lo que sirvió como campanazo para este genial actor, que entendió entonces que era hora de retirarse, no obstante que apenas cumplía 45 años de edad. Desde ese momento, se dedicó a gastar su fortuna haciendo viajes por todo el mundo, y luego se asentó en su lujosa mansión de Beverly Hills, donde se dedicó a pintar, a criar perros, y entre otras cosas, a tomar fotografías a cuanta chica hermosa se ponía ante sus cámaras (Marilyn Monroe, Bettie Page y Tura Satana, fueron algunas de ellas).

Así transcurrió casi una década, hasta que, en 1947, Lloyd se dejó tentar por el entonces exitoso director Preston Sturges, quien lo invitó a que protagonizara “EL PECADO DE HAROLD DIDDLEBOCK”… pero no fue un feliz regreso. La película se escapa casi por completo del humor visual que hizo grande al comediante de la Edad de Oro y se dedica a una trama bastante blanda donde apenas resaltan algunos diálogos y sobresale la escena con el león que, al final, se convierte en otra remembranza de su obra maestra “El Hombre Mosca”, pero con peso ligero, pues ya el amigo Lloyd no estaba a tono para riesgosas acrobacias.

La historia se inicia con un inserto de la escena cumbre de su película “El Estudiante Novato” y luego se conecta con el presente donde Harold, que ya no se apellida Lamb sino Diddlebock, comienza por pedirle empleo a un hombre que se sintió orgulloso de su labor en el archifamoso partido de fútbol. A continuación, un fast forward recreado con la imagen de los presidentes de turno, nos da cuenta de que pasaron 22 años (los que hubo entre el rodaje de “El estudiante novato” y “El pecado…”) y así queda explicado el aspecto adulto, con entradas en la frente, que ahora ofrece el legendario actor.

Tras este, medio forzado punto de enlace, comienza la historia de un hombre que, expulsado de su trabajo por su “pecado” de presente incompetencia, decide buscar un poco de diversión, y en un miércoles de sobrecopas, termina convertido en millonario sin que él mismo siquiera recuerde cómo. ¡Si así terminaran todos los pecados, yo pecador me confieso!

El filme dejó tan descorazonados a los seguidores de Lloyd, que muy pronto salió de carteleras. Pero, como la inversión había sido alta, tres años después se propuso reeditarlo. Sus 90 minutos se redujeron a 79, y en 1950, se relanzó con un nuevo título: “Mad Wednesday”… pero el éxito tampoco llegó.

Así terminaba la carrera de uno de los más brillantes, encantadores, divertidos y célebres comediantes que ha dado el arte cinematográfico y quien ha dejado, para la posteridad, un acervo de obras maravillosas de esas que se gozan con la misma intensidad cada vez que se contemplan.
Luis Guillermo Cardona
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20 de junio de 2011
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las pelis sonoras del paisano de Andy Roddick no tuvieron buena acogida. Eran tiempos de los gags hablados y el cine físico de Harold Lloyd no cuadraba. Con todas se cometió una de las tantas injusticias que hay en la cine. La vía láctea, Cinemanía, Ay, que me caigo y Qué miércoles pasarían por excelentes obras en cualquier carrera de otro actor; en donde el único lunar es La garra del gato. A lo mejor es que duele que los dos mejores personajes del cine triunfaron en el sonoro y el niño mimado de ahora se quedó en el camino por motivos varios. Uno de los motivos varios es que hizo de verdar lo que ET lo hacía en muchos cortos de mentira. Yo con volver a ver repetido los momentos más gloriosos de la comedia en el inicio de El pecado de Harold Diddlebock es sufiente motivo para admirar la peli de Sturges. Y la admiración por Harold Lloyd no cambiará por el sonoro. Ya quisieran el 99& de los del sonoro haber hecho cuatro clásicos imperecederos.
RONNIE JAMES DIO (CUENTA BLOQUEADA)
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3 de diciembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aconsejo leer la crítica de Luis Guillermo Cardona, es ilustrativa, completa y aporta información.

Dicho lo cual hay que decir que esta película es de Preston Sturges, está dirigida por él y se nota. El amigo Harold se limita hacer su interpretación más o menos afortunada, quien espere otra joya de este mago del cine mudo yerrará porque Sturges no tiene el genio de Harold.
Es una película menor, con buenos momentos, con algún diálogo chispeante y también con algunos diálogos excesivos de tiempo. También le sobra metraje a algunas escenas que se hacen repetitivas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
zaporowsky
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18 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las últimas (creo que la última) interpretaciones del genio del cine cómico mudo Harold Lloyd. La película comienza con imágenes de uno de sus clásicos:"The Freshman" ("El estudiante novato"). Se trata de una comedia extravagante con un Lloyd alocado y bastante desatado bajo la batuta del gran Preston Sturges, un genial guionista sobre todo. Lloyd siempre se basó mucho en el humor visual y aunque al film le falte cuerpo en su argumento y algo de chispa, intenta explotar esa vena artística del actor. Trata sobre cosas como el azar, el destino, el engaño, la confusión...a partir de un resacón monumental de Lloyd tras "celebrar" su despedida del trabajo, para lo cual acabará comprando hasta un circo (precioso león incluido:ya coqueteaba con uno divertidamente en "La vía láctea"). Buena y surreal parte final (la secuencia de la azotea, guiño a su clásico "El hombre mosca") y muy aprovechables secundarios. Tiene una fotografía y un sonido mejorables pero globalmente está bien.
kafka
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