Una vez fuimos salvajesDocumental
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Documental
Una conversación imaginada entre la autora y el barrio de San Cristóbal, situado en la periferia de Madrid. Un juego constante entre formas y fondo, que enfrenta los prejuicios de la narradora con las emociones del espectador que la acompaña; un recorrido libre y sugerente que abandona de manera progresiva el documental clásico y se transforma en un ensayo en primera persona.
10 de enero de 2021
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Un documental muy simpático del barrio San Cristóbal de los Ángeles visto desde los ojos de los niños.
Una idea muy bonita de retratar un barrio a través de la gente que vive en él. Es curioso ver como los niños se juntan en grupos por etnias o nacionalidades y como dicen lo que piensan sus padres o reproducen la cultura de los adultos. Las costumbres interpretadas por una mezcla de seriedad e inocencia. La directora admira a los niños porque ve en ellos pureza y almas brutas que no se pueden imitar. Es por ello que decide retratar el barrio a través de ellos. Porque es precioso ver como unas criaturas tan maduras se mueven de un lado a otro, representando tanto lo bello como lo crítico a lo que están expuestos.
Una cosa que me ha hecho pensar ha sido cuando la directora dice que los niños no se mueven de un sitio a otro por costumbre. Es cierto que sin darnos cuenta automatizamos nuestra vida poco a poco, hasta el momento en que nos movemos solo de manera mecánica, sin ser dueño de nuestros impulsos y sin dejarnos sorprender por las cosas.
Derriba muchos estereotipos que se puedan tener desde fuera. La vida en los ojos de una niña es preciosa. Sobre todo cuando se aplica a un barrio tan ausente de los material y donde todo espacio vacío es un espacio para dejar fluir la imaginación.
La razón es muy importante, pero quien olvida los sentimientos está muerto.
Una idea muy bonita de retratar un barrio a través de la gente que vive en él. Es curioso ver como los niños se juntan en grupos por etnias o nacionalidades y como dicen lo que piensan sus padres o reproducen la cultura de los adultos. Las costumbres interpretadas por una mezcla de seriedad e inocencia. La directora admira a los niños porque ve en ellos pureza y almas brutas que no se pueden imitar. Es por ello que decide retratar el barrio a través de ellos. Porque es precioso ver como unas criaturas tan maduras se mueven de un lado a otro, representando tanto lo bello como lo crítico a lo que están expuestos.
Una cosa que me ha hecho pensar ha sido cuando la directora dice que los niños no se mueven de un sitio a otro por costumbre. Es cierto que sin darnos cuenta automatizamos nuestra vida poco a poco, hasta el momento en que nos movemos solo de manera mecánica, sin ser dueño de nuestros impulsos y sin dejarnos sorprender por las cosas.
Derriba muchos estereotipos que se puedan tener desde fuera. La vida en los ojos de una niña es preciosa. Sobre todo cuando se aplica a un barrio tan ausente de los material y donde todo espacio vacío es un espacio para dejar fluir la imaginación.
La razón es muy importante, pero quien olvida los sentimientos está muerto.
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