Hallam Foe

Carl parece el único de la familia que siente la pérdida de su madre, porque le falta como el aire que respira. Mientras vemos un padre y una hermana que directamente han hecho borrón y cuenta nueva (e incluso un padre que no queda claro si ya en vida de la madre lo había hecho). Existía, sin embargo, una relación simbiótica entre Carl (Jamie Bell) y su madre (complejo de Edipo) y el chaval se ha quedado como un muerto en vida, se siente solo y abandonado.
La madrastra; como las de los cuentos, es una auténtica bruja, eso sí muy guapa, que envuelve y manipula a todo el que se deje y sucumba a sus encantos, cuan araña que teje telas pegajosas donde caen las víctimas. Sabe muy bien sacar partido de todo lo que toca. Carl no se corta un pelo al hablar de ella, diciendo lo que piensa, se pasa tres pueblos ( a mí personalmente me encanta).
El chaval se marcha a Londres a trabajar y es ahí donde se encuentra con una chica clavadita a su madre físicamente y se obsesiona con ella. Y es lo bueno de la peli, que esa chica; Kate, es capaz de comprender al muchacho y ayudarlo a expulsar esa espina que lleva atragantada y con la cual no puede comportarse con normalidad en el día a día porque está bloqueado psicológicamente (incluso psiquiátricamente diría) desde que murió su amada madre. Kate con mucho cariño y en esa escena tan hermosa en que se pone el traje de la madre, marca el antes y el después de Carl, con ese acto de generosidad sin entrar en juicios, porque lo normal es salir huyendo y decir: “Pedazo tío loco, me las piro”. Hasta que no se lloran por completo las penas que uno lleva clavadas en el alma, no se puede continuar, es absolutamente necesario soltar el dolor y esta escena me hizo llorar un montón, está genialmente interpretada y expuesta.
Carl también ayuda a Kate, poniéndola un espejo delante que la hace ver que ella es aficionada a “actos no gratos” (supongo se refería a que se lía con hombres que la utilizan y punto), salvándola también un tanto de sí misma. La peli no explica mucho el pasado de Kate pero se intuye, con la foto que ve Carl en el cajón y otros detalles, que fácil fijo que no ha sido.
Me gusta también cuando Carl se disfraza con esa piel de mapache sobre la cabeza y se pinta a lo apache, para mi todo eso simboliza su parte animal o inconsciente, la que tiene dañada y necesita una reparación. La catarsis final con la madrastra le pilla vestido de esa guisa porque esto también era necesario para que Carl se volviera a relacionar con normalidad con la familia, unido a las explicaciones del padre (vaya pedazo muermo con toda la pasión que tiene su hijo). Puede la razón al inconsciente, pero por los pelos.
Aquí nace al fin un nuevo Carl, como en los dibujos de la presentación del film, donde el pájaro vuelve al interior del huevo, como un renacimiento.