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Sumurun. Una noche en Arabia

Drama Yeggar, un payaso jorobado, director de un espectáculo ambulante, se enamora de una de las bailarinas. Ella cede a sus deseos, pero también le es infiel. Basada en la pantomima teatral creada por Max Reinhardt, es un nuevo acercamiento al ambiente de cuento de hadas en parajes exóticos. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2008
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Décimo largometraje de Lubitsch. Escirto por H. Kräly y E. Lubitsch, adapta la pantomima del mismo título, de Friedrich Freska, con libreto de Richard Rieb. Se rueda en los talleres de Ufa-Union, de Berlin-Tempelhof. Producido por Paul Davidson para Projecktions-AG Union (PAGU), se estrena en "première" el 1-IX-1920 (Berlin).

La acción tiene lugar en Oriente Medio en tiempos remotos (Edad Media). Sumurun (Hasselquist), la más hermosa concubina del jeque, se enamora en secreto de un joven mercader de tejidos (Liedtke). El jeque, a su vez, se enamora de una bailarina del desierto (Negri), de la que está localmente enamorado el jorobado Yeggar (Lubitsch).

El film suma elmentos de aventuras, drama, comedia y romance. En su juventud Lubitsch había trabajado como actor en la compañía teatral "Deutsche Theater", de Max Reinhardt, que obtuvo grandes éxitos con la pantomima orientalista "Sumurun". Lubitsch la adapta al cine como homenaje al teatro y a Reinhardt. En ella interviene como actor por última vez. La cinta forma parte de los espectáculos historicistas del realizador ("Ana Bolena", "Madame Du Barry"...) y responde a los gustos orientalistas europeos del período de entreguerras.

La caracterización de los personajes subraya las ansias, querencias y pasiones humanas. Yannaia es feliz cuando los hombres la desean, el jorobado arde en deseos de conseguir los favores de Yannaia, el jeque es un personaje ansioso de aventuras amorosas, a la manera de Enrique VIII. La trama analiza con atención el deseo y sus relaciones con el poder, los celos, la ambición. Observa, desde una perspectiva ácida e irónica, las colisiones que el deseo provoca entre personas y grupos.

La ambientación se presenta muy cuidada. El vestuario de Ali Hubert es fastuoso, los grandes decorados, de Kurt Richter y Erno Metzner, que evocan una gran ciudad (Bagdad), son fascinantes, los centenares de extras se mueven con precisión y espectacularidad. El relato mantiene la sonrisa en los labios y retiene la atención del espectador. Son escenas destacadas la introducción de dos baúles en el harén, el sueño del jorobado, las concubinas lanzando frutas a los enucos y otras.

Como adaptación de una pantomina, los gestos, las danzas y los movimientos, tienen gran importancia. Sobresalen la negativa gestual de Sumurun al jeque, la danza de Yannaia, los malabarismos de Mufti y Pufti. La fotografía, de Theodor Sparkul, en B/N y sepia, ofrece encuadres amplios, planos encadenados y perfiles que reducen la visión y concentran la atención. La música para piano, añadida al master restaurado por la F.W. Murnau Stiftung, compuesta (2005) por Javier Pérez Azpeitia, aporta colorido y ritmo. Son notables las interpretaciones de Negri y Lubitsch.
Miquel
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7 de noviembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de Sumurun es, sin duda, hablar de Max Reinhardt, productor cinematográfico y director austriaco de cine y teatro, nacido en 1873, impulsor del expresionismo y en cuya compañía "Deutches Theater" se formaron genios de la talla de Murnau o Dieterle.

Inicialmente Sumurun es una película suya de 1910 que, una década después es llevada nuevamente a las pantallas por Lubitsch, como homenaje al propio Reinhardt y a sus ideas artísticas: Escenarios, cine de masas y la expresión como huida del naturalismo. Claro que Lubitsch la viste de Lubitsch, no tanto del Lubitsch que será sino del que se adivina. Ese que se vislumbra en los gestos del eunuco o en el juego de los baúles. Ese Lubitsch que, incipiente, se muestra en la pareja de sirvientes del bazar de telas o en el mismo personaje del cómico jorobado que recrea por sí mismo a la perfección.

Otro atractivo de la película, inusual para los tiempos que corren, estriba en conocer y admirar el trabajo de Pola Negri, actriz polaca del cine mudo, muy famosa de los 20 a los 30 y que, como Reinhard, el propio Lubitsch y tantos otros emigró a los Estados Unidos. Su trabajo como la bailarina Yannaia nos acerca a esta figura mítica del cine silente.

Y una curiosidad más. El personaje de El Sultán está interpretado por otro de los grandes del cine, Paul Wegener, actor y director de una maravilla expresionista como El golem.

Como verán la oferta del film es lo suficientemente atractiva para los aficionados al cine especialmente para aquellos que nos gusta Lubitsch y estamos interesados en el expresionismo alemán.

El resto, mejor se abstienen.
FATHER CAPRIO
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15 de julio de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en tradiciones orientales, “Sumurun” se inició como una pantomima hecha al estilo de Las mil y una noches, escrita por Friedrich Freksa en 1909, la cual interesó al por entonces director del Teatro Alemán, Max Reindhart, y éste, además de llevarla al teatro, la convirtió al año siguiente en una película con la actriz Bertha Wiesenthal en el rol de Sumurun, Leopoldine Konstantin como la bailarina y Victor Arnold representando al jorobado.

Diez años después, es el director Ernest Lubitsch quien se interesa por el filme que había hecho su maestro Reinhardt, y co-escribiendo la historia junto a su habitual colaborador Hanns Kräly, saca a la luz una nueva “SUMURUN”, título que a todas luces se queda corto en esta nueva versión, pues el personaje central termina siendo, sin duda, Yannaia, la gitana bailarina. Es evidente que, durante el rodaje, Lubitsch se dio cuenta de que en el papel de Sumurun tenía a una linda pero muy mala actriz… y sintiendo al lado a Pola Negri, con esa vivacidad y esa coquetería que desbordaba a torrenciales, se inspiró un poco más en “Nuestra Señora de París” de Víctor Hugo, le dio entonces mucho más lugar a la atractiva gitana y aprovechó también para darle más cuerda a su rol del jorobado que, a fin de cuentas, es el segundo personaje más fuerte de su historia.

Así las cosas, “SUMURUN” funciona como dos películas en una. La historia de la esposa del jeque, enamorada del hijo de éste, resulta bastante sosa… y toca esperar entonces a que aparezca el jorobado pendiente de cada movimiento de la gitana, y dispuesto a acabar con cualquiera que quiera dañarla o poseerla, para que el filme retome cierto atractivo.

Con acceso a un alto presupuesto, Lubitsch se propuso crear un ambiente oriental bastante satisfactorio, el vestuario resulta muy agradable, la escenografía es muy ajustada… pero con excepción de esto, y de lo ya mencionado, se le fueron las luces en la dirección de actores (o… ¡cosas del ego!), porque, los actores que hacen del jeque hijo y de Nur al-Din (nombre sacado de “Las mil y una noches”) resultan tan planos que no despiertan sensación alguna. Y el par de bufones –a quienes da bastante espacio- lucen tan flojos como Hale y Williams en sus filmes con Errol Flynn.

De muy mal gusto también, ese plano claramente morboso cuando, con su brazo y con su mano, el jorobado se afana por tocar los senos de la gitana en una escena cumbre – hasta la actriz luce incómoda-, pues de esta manera arruina el sentido de una escena que debía lucir de honda delicadeza y sinceramente romántica. Curiosamente, esta sería la última aparición de Lubitsch como actor.

En resumidas cuentas, “SUMURUN” queda en la filmografía del director alemán, como un filme de muy poca trascendencia.
Luis Guillermo Cardona
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27 de octubre de 2006
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este pionero film de Lubitsch se estrena en España con el título "Una noche en Arabia".
La historia se desarrolla con la irrupción de una especie de circo ambulante, en donde trabajaba como bailarina la bella Pola Negri, en el reino de un despiadado sultán, que se enamora de ella, y la introduce en su harem, hecho que acabará con trágicas consecuencias.
o0_oscar_0o
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