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La sombra del Caudillo

Thriller. Drama En los años veinte, el general Aguirre, Ministro de Guerra, se hace amante de la joven Rosario y retira su candidatura a la presidencia debido a que el caudillo en el poder apoya al general Jiménez, Ministro de Gobernación. Sin embargo, Olivier, líder del Partido Radical Progresista, mantiene su apoyo a Aguirre, pero no puede retractarse de su propia orden para que el gobernador Ibañez lance la candidatura de Jiménez, lo que causa un ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
3 de mayo de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bracho realiza el filme que lo encunbraría en la cima del cine de oro mexicano. Un thriller político de una manufactura sobresaliente, dirigida con mano firme y montada con soberbia. El reparto entero borda cada uno de sus papeles. Los diálogos son brutalmente incisivos. Posee quizás las secuencias más valientes del cine latinoamericano de los sesentas. Una película con muchos pantalones. Trascendente y brillante ejercicio cinematográfico.
Rolas
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6 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra del caudillo, película mexicana de 1960 dirigida por Julio Bracho con guión del propio director y de Martín Luis Guzmán basado en su novela del mismo nombre. La trama se ubica en los años 20 del México posrevolucionario y narra la historia de la sucesión presidencial en el México de esa época y los conflicto y luchas caudillistas que esto acarrea entre la nueva clase política surgida de la Revolución.

Desde que Bracho conoció la novela de Martín Luis Guzmán se propuso realizar la versión cinematográfica de la misma. La obra literaria fue publicada originalmente en 1929 en Madrid y quedó prohibida en México. ¿La razón? En la novela de Martín Luis Guzmán se criticaba acremente al caudillismo surgido de la Revolución y representado por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Bracho adquirió los derechos de la novela en 1936 y comenzó a elaborar el proyecto para la película. Pero no fue sino hasta 1959 que obtuvo la autorización para realizarla. Sin embargo, una vez concluida se prohibió su exhibición con el argumento de que “denigraba a México y a sus instituciones”. Los implicados en esta trama macabra fueron el propio Presidente de la República Adolfo López Mateos, su Secretario de Gobernación Gustavo Díaz Ordaz y el Secretario de la Defensa general Agustín Olachea.

La película quedó congelada y sólo alcanzó a ser exhibida, y premiada, en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary en Checoslovaquia. Tuvieron que pasar 30 años y una larga lucha para vencer a la censura y lograr que finalmente, en 1990, la película se exhibiera comercialmente Cuando lamentablemente su director ya había fallecido. Pero aunque ahora se puede acceder a ella con suma facilidad, desafortunadamente, tengo la impresión de que la obra sigue siendo desconocida para la mayoría de los mexicanos.

Y créanme que es una verdadera lástima. La película vale mucho la pena y funciona a la perfección incluso si no se conoce el trasfondo histórico en el que se sitúa la trama ya que el guión está estructurado al estilo de un thriller político muy eficaz con una buena dosis de drama, intriga, violencia y romance. Los personajes están muy bien construidos y no es indispensable conocer a qué figuras históricas reales hacen alusión o están inspirados. Quien tenga noticia de los acontecimientos políticos del México de esa época sabrá de inmediato a quienes se alude ya que apenas si se les ha cambiado el nombre. Pero si no, el argumento tiene sentido por sí mismo sin necesidad del contexto histórico.

Por otra parte, cinematográficamente hablando, la cinta es espléndida. Julio Bracho hizo un excelente trabajo de dirección de actores y técnicamente la película es impecable. La fotografía y los encuadres son precisos, las secuencias están muy bien montadas y los escenarios son en los que realmente se sucedieron los hechos que se narran. La música de Raúl Lavista logra darle al filme el ambiente nacionalista sin ser patriotero ni chabacano. No exagero sí afirmo que la obra maestra de Julio Bracho, quien ya tenía en su haber varios trabajos notable como Distinto amanecer, Crepúsculo y Canasta de cuentos mexicanos, sólo por mencionar algunos.

Pero no únicamente es la mejor película de Bracho; es, sin lugar a dudas, una de las mejores películas mexicanas de todos los tiempos. Y esto me lleva a retomar de nuevo el asunto de la censura y sus perniciosas consecuencias. Julio Bracho no sólo sufrió la censura de su obra sino que, además, en cierta forma fue vetado de por vida ya que en adelante sólo pudo emprender proyectos mediocres para subsistir pero que no correspondían a su talento y sus capacidades.

Antes de concluir esta reseña es justo hacer mención especial a la obra en la que está basada la película de Julio Bracho. La novela de Martín Luis Guzmán La sombra del caudillo es también una de las obras cumbres de la literatura mexicana del siglo XX. Su autor fue escritor, periodista, político, diplomático, editor y, en general, promotor cultural. Conoció de primera mano los hechos que narra en sus obras ya que fue cercano colaborador de Pancho Villa y tras ser perseguido, censurado, decidió exiliarse por un tiempo de sus país. No obstante, también hay que decirlo, en 1968 apoyó la represión al Movimiento Estudiantil llevada a cabo por el régimen de Gustavo Díaz Ordaz. Paradojas del destino, el mismo personaje que en 1960 condenó al ostracismo a la obra de Julio Bracho y del propio Martín Luis Guzmán. Supongo que habrá que achacarle tal conducta a la decrepitud que afecta a algunas personas con el paso de los años.

Para finalizar, quiero recalcar la necesidad de rescatar y difundir las obras aquí aludidas. La película de Julio Bracho y la novela de Martín Luis Guzmán nos remiten a una época de la historia de México de la que podemos extraer valiosas enseñanzas. El caudillismo nos dejó como herencia casi un siglo de un gobierno que con muy pocas excepciones ejerció el poder de manera autoritaria y despótica. México padeció durante todo el siglo XX lo que Vargas Llosa llamó en algún momento ‘La dictadura perfecta’. Un solo partido político usufructuó el poder durante todo el siglo con el sencillo artilugio de cambiar de rostro cada seis años simulando elecciones democráticas.

En La sombra del caudillo queda reflejada de manera extraordinaria la génesis de este fenómeno que por ningún motivo debemos permitir que se repita. Por ello es prioritario desenterrar y promover la difusión de este tipo de obras que nos ayudan a entender nuestro pasado y nos proporcionan las claves para conducirnos en la sociedad de hoy para evitar que se vuelva a repetir la nefasta práctica de la censura. No sea que de nuevo nos vayan a ‘madrugar’.

Jesús Magaña Estrada

06/10/21

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Pensadero Público
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19 de setiembre de 2020
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Una fiel adaptación de la novela homónima de Martín Luis Guzmán. Si te gusto el libro, amaras la película. Julio Bracho dirige con destreza una épica batalla política. Tito Junco le da nobleza a su personaje, sin dejar de ser un poderoso militar. Ignacio López Tarso es un efectivo villano. Carlos López Moctezuma fue actor asombroso y aquí encarna la astucia política. Y un elenco donde todos actuan bien.
Película única e imperdible.
Miguel Adbriel
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