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Bus 174

7,4
733
Documental Documental brasileño sobre el secuestro de un autobús ocurrido en Río de Janeiro en el año 2000. Alterna imágenes de televisión con entrevistas a los personajes. Obtuvo excelentes acogida por parte de la crítica, y el crítico del New York Times A.O. Scott la eligió como una de las 10 mejores películas del año 2003 en todo el mundo. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2008
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
No somos nadie. No somos nadie porque acudimos impertérritos a esta clase de actos, acontezcan en el mismísimo centro de Brasil, o en la China más rural. No somos nadie porque sólo somos otro pedazo de este mundo que ha de observar como, día tras día, se suceden desgracias en países ajenos, y no nos queda otra que contemplarlas con la vista clavada en la pantalla. No somos nadie porque podemos permitirnos todo aquello que en otras ciudades no palparían ni de cerca, porque poseemos la protección adecuada y la comodidad precisa. No somos nadie puesto que aun contemplamos casi incrédulos este tipo de situaciones y nos preguntamos cómo se pueden llegar a esos extremos. No somos nadie, en definitiva, porque no estamos capacitados para comprender todo lo que acontece en este planeta donde la más mínima diferencia geográfica puede marcar las distancias.

Partiendo de un suceso tan particular como fue el secuestro de un autobús, Padilha es capaz de trazar un recorrido por las calles de Brasil para hacernos partícipes de la miseria y desolación que, en ocasiones, envuelve a las gentes que no han tenido la fortuna de desenvolverse en un entorno favorable.

Diseccionando, el realizador brasileiro va recorriendo los distintos sectores que conviven en una misma ciudad, y nos muestra lo insostenible de una situación que no sólo ha sido creada por parte de un sector, sino extendida debido a la falta de receptibilidad de una población que cada vez atiende menos a todos aquellos que más lo necesitan.

Llegando a realizar una sensibilización del tema que termina por impactar y estremecer, finalmente Padilha se pierde en un par de conclusiones finales que resultan excesivamente esclarecedoras y nada impostadas, cosa que puede haga perder algunos enteros a "Bus 174", pero no le resta efectividad en ni un sólo momento.
Uno de esos documentales que hay que ver sí o sí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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27 de octubre de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que posteriormente diera el campanazo con Patrulla de Élite (2007) se estrena aquí con un documental en vivo, en el que sigue las andanzas de un "Niño de la Calle" que secuestra un autobús. El hecho tuvo lugar en Río de Janeiro en el año 2000 y fue televisado y narrado por una jauría de periodistas, que junto a policías y curiosos siguieron el acontecimiento minuto a minuto.

José Padilha no se limita a mostrarnos el hecho, profundiza; hunde su estoque de sentido común en la vida brasileña y escarba en las razones y en los motivos, mostrando un cuerpo social enfermo y chapucero con escasas posibilidades de recuperación.
Desde las seis primaveras está en la calle el "enemigo público". Ha visto morir desangrada a su madre, a sus amigos tiroteados como ratas y su cabeza de 22 años es un amasijo de voces que rechinan por callejones oxidados de cola y coca.

La forma en que Padilha vierte sobre la película las distintas versiones, las declaraciones de testigos, antiguos amigos, policías y algunos secuestrados; los antecedentes, los inconvenientes y la realidad de los que nadie quiere....., hace que nos estremezcamos ante una situación imparable y que sólo encontraría alivio en la conciencia, la solidaridad y el desagravio de los pobres y menesterosos.
Entre muchos logros, cuenta este Ônibus 174 con uno de los finales más escalofriantes que el que suscribe ha visto en su ya larga vida.
Sinhué
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12 de setiembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo hacer un documental de denuncia social sin caer en lo planfetario, sin ser atrapado por lo meramente comercial? Hay muchos directores que, bajo el pretexto de la denuncia, lo que hacen es enriquecerse y ganar premios a costa del dolor ajeno. La llamada "Pornomiseria" es abundante en los países de Latinoamerica. En esos ejercicios "cinematográficos" todo se enfoca en retratar lo más cruel posible (lo demás no importa) a los afectados. A diferencia de esos documentales, diseñados por pseudoartistas, en el film de Padilha se puede apreciar trabajo de fondo. Aquí se analizan las situaciones, las causas que llevan a desembocar en una cloaca sin fin. Toda la maraña que se forma en torno al contexto social en que viven los niños que son futuros y potenciales criminales.

Muchos dirán que no es necesario mostrar las imágenes reales, pero en este caso sí lo es. El director lo que busca es dejar al descubierto el circo mediático que es la TV, así como la ineficacia del Sistema. Asimismo, nos deja ver que, sin conocer lo que hay detrás del telón, juzgamos severamente por lo que vemos sólo por encima sin adentrarnos en lo que está soterrado. Esa vorágine violenta que aparece ante nuestros ojos, aunque a los optimistas no les parezca, es en lo que estamos convertidos. En vivo y a todo color, en gran parte del mundo, eso es lo que hay y la entrada es gratuita.
Orlak
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7 de noviembre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquiera antes de ver éste documental pensaría en encontrarse con un criminal odiable pero para mí sorpresa Padilha logra contar la historia de tal manera que el criminal se transforma en víctima.
Yo confieso, no puedo juzgar a Sandro por lo que hizo.
Hay una frase en la película que me pareció muy acertada: "... si le hubiera disparado a un policía y no a un rehén se hubiera ganado la libertad y los aplausos de muchos ...".
Como Padilha logra dar vuelta las cosas es magistral, mostrando la hipocresía de los medios, el abuso de la policía, y la miseria en la que viven los niños de la calle.
Obviamente que los familiares y amigos de Sandro lo van a defender pero el hecho de que ni los rehenes ni los policías logren hablar mal de Sandro demuestra sutilmente que en el fondo saben que no era una mala persona.
Es increíble hasta donde se llega con tal de llamar la atención.

Lo mejor: presten atención a las imágenes de la prisión.
Lo peor: le falta decir quienes son los que hablan (hay veces que no se sabe quien está hablando).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ketty Analfer D
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