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Últimos días en el desierto

Drama En medio de un árido paisaje, ante la fatiga y las alucinaciones por el calor y la solitaria estancia desde hace más de una luna, Jesús tiene un encuentro con el Diablo, quien está más que ansioso de tentar al exhausto viajero. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
5 de agosto de 2016
34 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pobre recreación de los 40 días de Jesucristo en el desierto antes de comenzar su ministerio.
Rodrigo García es un director muy interesante, pero aquí ha patinado porque el ritmo de Last Days in the Desert es plomizo a más no poder y porque la historia no tiene foco. A pesar de las pintas nazarenas de un estupendo Ewan McGregor (como es habitual en él, vaya, porque el escocés es uno de los mejores actores del mundo), la historia habla de Jesús como podría haber hablado de cualquier otro ser. La divina naturaleza del personaje le importa bastante poco a García, así como la presencia de un Diablo poco amenazante. La historia de la familia a quienes dan vida Ciarán Hinds, Ayelet Zurer y Tye Sheridan parece estar ahí solamente porque la historia de las tentaciones en el desierto no era suficiente para rellenar una película de hora y media.
En definitiva, un fallido intento de hacer ficción religiosa sin ser realmente religiosa.

Lo mejor: Ewan McGregor y los paisajes naturales donde se ha rodado
Lo peor: Lo lenta que es y el nulo foco que tiene
Sibila de Delfos
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31 de enero de 2017
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Last Days In The Desert” (2016) de Rodrigo García Barcha con Ewan McGregor, Tye Sheridan, Ciarán Hinds y Ayelet Zurer. Drama sobre un periodo en el tiempo que Jesús estuvo en el desierto, mientras es tentado; cuyo capítulo narrado en Mt 4, 1-11, y en el pasaje paralelo de Lucas 4:1-13 es re imaginado, y coloca al “Hombre Santo” frente a una familia: Padre, Madre e Hijo, presenciando y participando en momentos de reflexión bastantes silenciosos sobre las relaciones entre ellos en plan alegórico. El hijo de Gabriel García Márquez escribió la historia queriendo darle un punto de vista más humano a esa parte de la mitología cristiana, pero lamentablemente no logra cautivar. Aquí no hay aura cristiana, recogimiento, ni religiosidad, ni el paralelismo al Evangelio de Juan que se espera de un filme de temática, y todo se siente muy frío y distante. Puede que hallan cortes de edición por ahí, que evitaron convertirla en una historia sólida. Aquello de los 40 días de Jesucristo en el desierto antes de comenzar su ministerio, y las expectativas mesiánicas quedaron en sonrojo, vaya a usted a saber realmente cómo fue… Me hubiera gustado más detalles sobre qué sucedió con el hijo; Satanás daba para más juego, ¿Era Satanás o un “Alter Ego/Cristo”, Hombre/Divinidad? Faltó más juego, insisto; y claro está, re imaginar cómo fue ese episodio de convertirse en Jesucristo. Del reparto, creo que esta es la primera vez que vemos a un pelirrojo escoses como Jesús, Ewan McGregor queda muy lejos del personaje y su naturaleza divina, muy europeo, pero es un hecho que actúa bien, sobre todo en los silencios; nada que reprochar a Ciarán Hinds siempre correcto; una silente Ayelet Zurer, y la promesa: Tye Sheridan, un joven actor con mucho futuro, hasta tiene escena roba corazones para la chiquillada adolescente. Queda la muy buena fotografía, de esperar del 3 veces ganador consecutivo del premio OSCAR, Emmanuel Lubezki; y el sonido es tremendamente bueno, te hace sentir el desierto, el ambiente, hasta el viento… El final: El esfuerzo no valió la pena, “El Hijo del Hombre” murió, y todo ha quedado igual.
NO RECOMENDADA.
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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31 de julio de 2017
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mero planteamiento del que parte ya echa para atrás bastante. ¿A qué viene contar este pasaje tan vacuo de la vida de Jesús?
Pero la curiosidad mató al gato. Como sale Ewan, me llamaba mucho la atención ver cómo hacía de Cristo y qué podían narrarnos aquí. El yonki de “Trainspotting” y maestro jedi de Anakin me parece un buen actor. ¡Craso error!
Ya sabemos por qué la Biblia desarrolla tan poco sobre este capítulo, si nos atenemos a lo que cuenta la película: ¡Porque no pasó prácticamente nada en ese desierto!
No hay una voz en off que nos transmita las profundas reflexiones que tuvo que tener en tales circunstancias. Solo música insulsa y vacío. El film usa otro recurso más chapucerillo para representar el diálogo interior, pero tampoco lo aprovecha mucho. Si al menos hubiera algo más referente a las tentaciones del diablo, habría podido estar más interesante. ¿Dónde está el Al Pacino de “Pactar con el diablo” cuando se le necesita?
No está mal realizada, pero es más aburrida que un artículo de investigación de física teórica. No funciona ni con lo que cuenta ni en cómo lo cuenta.
Para colmo, tenemos varios momentos de vergüenza ajena: por ejemplo lo de la flatulencia humorística, o peor aún, el momento en el que ayuda a bajar en rápel. ¡Eres Jesús de Nazaret, no Jesús Calleja!
Además, ¿había zapatos con cordones en esta época y lugar? ¿Una cucaracha americana en la Palestina del siglo I?
Puestos a inventar paranoias de los pasajes más secretos de Jesús, prefiero las novelas de “Caballo de Troya” antes que esto.
Me quedo también con la película de Mel Gibson de aquí a Lima. ¿Dónde va a parar?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
i42poloj
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11 de agosto de 2017
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se presenta una cinta filmada con calidad y austeridad. Buena fotografía y música. Y un buen trabajo de los apenas tres actores. Su mérito formal no se puede negar.
¿El contenido?
Una visión superficial podría encontrar un sentido religioso o incluso una historia original con muchas moralejas: El sentido de la tentación, la ayuda desinteresada a los demás, el valor del sacrificio, el amor e interés por los semejantes, el valor de la hospitalidad, la búsqueda de la trascendencia o del sentido del sentido de la vida... pero todo esto es paja barata y contenido hueco.

En realidad, no es más que un Jesucristo New Age que puede agradar al gran público pero que se aleja totalmente del que nos transmite la tradición y la enseñanza de sus discípulos, aquellos que compartieron con él y que no hicieron ficción religiosa, como sí que hace esta película.

Se puede ver como simple entretenimiento pero esconde una manzana envenenada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Catholicvs
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8 de noviembre de 2016
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que, las más de las veces, estamos acostumbrados a que en materia de cine religioso siempre haya un cierto aire de propaganda, o incluso grandiosidad.
Como si las obras realizadas por Dios o sus allegados fueran magníficos espectáculos, que merecen ser grabados en piedra hasta el fin de los tiempos, ignorando el propio mandato de austeridad y sencillez que la Iglesia pide a todos sus fieles.
Al final son los actos sencillos los que importan, y no deja de sorprender que en las películas dedicadas al tema se trate de todo menos al ignorado que nadie recuerda, o la revelación a pie de página.

Por eso justamente 'Últimos Días en el Desierto' es tan especial: porque desnuda el milagro religioso hasta el hueso, dejándolo huérfano de pomposidad o trascendencia. Ni siquiera se menciona a Dios, a Jesús, o al Diablo.
Aquí solo hay un hombre, que atraviesa el silencioso desierto lentamente.
En sus ojos vemos determinación, en sus actos la deriva cansada de un cuerpo demasiado castigado por el ayuno y la soledad. (Sabiendo el título de la película y el argumento se pueden adivinar sus motivos e identidad, pero estaría bien verla haciendo el esfuerzo para no ver más allá de lo evidente)
Duerme. Bebe agua. Medita. Observa. No hay nada increíble en su paseo, nada por lo que sentir admiración.

Es entonces cuando llega a la casa de una modesta familia, que malvive en el páramo por motivos desconocidos, pero que de igual manera no tienen ningún problema en ayudar a quien lo necesita. El hombre les pide agua, se la dan, y él se va, a continuar su peregrinación.
Pero, igual que él, hemos advertido la desesperación de la familia, su lento declive hacia el olvido. Esa gente morirá, probablemente sola y gastada en inútiles empresas. Pero a quién le importa, piensa el hombre y pensamos nosotros, hay un camino que recorrer.
"A mí me importaría, por mucho que lo intente borrar de mi memoria" piensa el hombre.

A partir de ahí, empieza una mediación entre el hombre, el padre y el hijo, mientras la madre permanece enferma a un paso de la muerte.
El padre querría ver a su hijo atado a la tierra en la que tanto luchan por permanecer, pero el hijo desea irse lejos, a la ciudad que brilla más allá de las colinas. Parecería que no hay término medio posible, pero precisamente ese extremo es lo que dota de sentido el reto: conseguir lo imposible, interesarse en lograr lo inalcanzable, muchas veces merece más la pena que ir a por lo seguro.
La conversación no es fácil, el padre ve que "sus palabras para su hijo salen crudas cuando intentan ser suaves". La tentación acecha, y no puedes evitar preguntarte si el camino fácil ganará.
El hijo podría irse, dejar a sus viejos padres a morir en el desierto. También el hombre podría haberse ido, y dejar a toda la familia en un olvido al que de todas formas pertenecerán.

En su naturaleza experimental esta historia consigue mucho más que ninguna otra.
Tan solo prestando atención a lo que se hace, a lo que se podría haber hecho, y a lo que finalmente se dice sabiendo que pocas veces reunimos el valor para decirlo.
Ahí hay un milagro, aunque sea pequeño frente a los demás que cuenta la Historia.

Una prueba de lo mucho que cambia nuestra percepción cuando atravesamos el desierto de la película: ¿dirías que el escenario tiene la importancia que le dan los dos turistas del final, tan solo para hacerse una foto de viaje y se acabó?
Probablemente no lo dirías.
Y esa es la gran diferencia que marca hacer lo correcto, aún en las peores circunstancias. Una enseñanza que ese hombre, lo sabemos, aplicaría el resto de su vida.

Porque ese hombre que puede ser santo, en esta historia podría ser cualquiera de nosotros.
Charles
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