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Freud, pasión secreta

Drama En 1885, a la edad de 29 años, ya Sigmund Freud (Montgomery Clift) se daba el lujo de confrontar a su maestro Meyniert... y pronto, de ilustre alumno, su asociación con el médico Josef Breuer (Larry Parks), lo convertiría en uno de los más notables investigadores sobre la histeria. Después, la neurosis, la interpretación de los sueños y el psicoanálisis, entre otros temas, tendrían en él a uno de los más fuertes exponentes de las nuevas ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
1 de mayo de 2009
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película recoge de forma excelente lo que fue el inicio, gran amistad, mutua colaboración y alejamiento entre Sigmund Freud y Josef Breuer (también médico y psicólogo austriaco, creador del método catártico para el tratamiento de la histeria, precursor del método psicoanalítico freudiano y el verdadero padrino que avaló y ayudó a Freud en sus investigaciones, además de pasarle sus propios pacientes).

Fue por 1891 cuando la relación entre Breuer y Freud comenzó a decaer debido a varios desacuerdos en el campo de lo científico. Esta película nos muestra con fidelidad todo ese proceso de amistad y divergencias. Breuer no defendía como Freud la creación de un sistema teórico nuevo para la psicología que la convirtiese en una ciencia independiente de cualquier otra rama médica. Pero parece ser que fue la teoría de Freud sobre los recuerdos infantiles y la seducción, la que hendió más que nada su amistad de años. Freud consideraba que sus pacientes neuróticos habían sido seducidos en la infancia, en cambio Breuer creía que tales seducciones nunca habían existido sino que eran recuerdos de fantasías infantiles. Sobre esto último en concreto Freud daría posteriormente la razón a Breuer.

Es decir, lo que John Huston aborda en este filme es la etapa primera de Freud, cuando era aún un desconocido más allá del círculo médico vienés, en sus inicios como investigador que va recogiendo datos y conjuntado su teoría del psicoanálisis y el subconsciente. La película nos describe con pulcritud los atrevimientos revolucionarios de Freud, cómo escandalizó al gremio médico de su ciudad. No en vano Freud fue el primero en enseñar que las emociones enterradas en el subconsciente de una mente humana suben a la superficie consciente durante los sueños, de forma que recordar fragmentos de dichos sueños pueden ayudar a destapar las emociones y los recuerdos escondidos. Al principio esta hipótesis y otras fueran rechazadas por la clase médica (tal como aparece en el filme), pero poco a poco, más allá de lo que esta película narra debido a su limitación de tiempo, lo cierto es que tales teorías se abrirían paso al respeto y la fama mundial.

Desde mi punto de vista este es un filme de atractivo filosófico, científico, psicológico, o sea un tostón para el común de los que gustan ir al cine a distraerse. Son muchos los conocimientos que caben destacarse en esta película, pero los voy a resumir en tres simples pero magníficas máximas extraídas del contenido:

* La represión trabaja en el subconsciente.

* De error en error se descubre la verdad.

* El enemigo más viejo del hombre: su vanidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ehavled Jef
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15 de enero de 2008
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
El trágico actor Montgomery Clift siempre fue un artista que hacía catarsis en todas sus interpretaciones.
Purgaba y eliminaba todas sus emociones a través de los personajes que le vimos interpretar en la pantalla.
Para él, la única manera de eliminar sus afecciones patógenas era la actuación.
Solo alguien como Freud y un fanático del actor lo entendería de esa forma.
Doblemente emocional, doblemente dependiente, doblemente histérico; "Monty" es un actor inmortal... un neuro-actor.
Aquí en "Freud, pasión secreta", nos regala una actuación en la que imploraba la ayuda de algo superior a él, algo que le hiciera sentir que había un lugar en el sol... pero esa; es otra historia.
GISELLA
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30 de abril de 2007
27 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viena 1855, un hombre hace historia. El padre del psicoanálisis. El que exploro lo mas recóndito de la mente humana. Gran actuación de Montgomery Clift (Sigmund Freud), con sus ojos muy abiertos, aprendiendo, acudiendo a conferencias… pero no fue fácil. Tuvo que luchar contra sus propios miedos.
Regresión a la infancia.
Deseos sexuales reprimidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RAMON ROCEL
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22 de diciembre de 2009
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narrar el proceso de un descubrimiento científico suele dar buenos réditos: Ramón y Cajal. Madame Curie, Alexander Fleming, son ejemplos pillados a vuelapluma que dan fe de ello. Sin embargo, el que hizo Freud no concita unanimidad y nunca ha conseguido librarse del todo de la acusación inicial de brujería. Aún hoy hay quien lo considera una patraña o un disparate.
De modo que Huston demuestra osadía adentrándose en esa fronda. En su trabajo consigue mostrar múltiples elementos que enriquecen la historia: así, sin decirlo, nos muestra un Freud joven y apasionado (suelen ser jóvenes los que proponen nuevas teorías, Einstein también lo era). Precisamente los jóvenes, por su escaso compromiso con el paradigma vigente y por no hallarse implicados en la comunidad científica, son los más adecuados para formular teorías que rompen con lo establecido. Su descubrimiento suele tener más de intuición o de pálpito que de deducción derivada de la observación repetida (recordemos que Mendel falseó sus experimentos sólo para dar mayor crédito a su propuesta).
El film nos cuenta cómo se produjeron los hechos en los albores del psicoanálisis. Vemos a un Freud recién doctorado, apasionado y lleno de intuiciones que acaba abriendo un camino maravilloso para la exploración de la psiqué humana. En la película se apuntan cuestiones que después se profundizarán y algunas todavía hoy son motivo de investigación: la interpretación, el valor de los sueños, la asociación libre, los lapsus, el diván...
Un Momtgomery Clift sencillamente glorioso interpreta al joven científico y expresa sus vacilaciones, su tesón, su esfuerzo, con tal verosimilitud que conmueve al más duro de los espectadores.
Freud, el descubridor del inconsciente, el inventor del psicoanálisis - el fonendoscopio para auscultar el alma -, y el normalizador de la sexualidad es captado con precisión y ternura en este film maravilloso de John Huston.
Ethan Edwards
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22 de julio de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estrella fugaz en el firmamento de Hollywood, Montgomery Clift marcó su época entre 1948 y 1962, nominado a los Oscar en cuatro ocasiones, brillante, introvertido, frágil, de intensa mirada, Clift fue Cowboy en “Río Rojo” de Howard Hawks, junto a John Wayne, sacerdote en “Yo confieso” de Alfred Hitchcock, militar en “De aquí a la eternidad” de Fred Zinnemann, o Cowboy y joven desorientado en “Vidas rebeldes”, dirigida por el mismo John Huston que pensó de nuevo en él para interpretar al atormentado psicoanalista austriaco Sigmund Freud.

Cuando Huston se interesó en llevar al cine la biografía del célebre psicoanalista, le pidió al filósofo francés Jean-Paul Sartre que escribiera el guión a partir de las técnicas de psicoanálisis utilizadas por Freud en sus investigaciones, Sartre envió un guión muy documentado que costaba de cuatrocientas páginas, lo que representaba dieciséis horas de película y puso como única condición que si se realizaba el proyecto no debería haber ningún corte respecto al guión original. El cineasta americano renunció entonces a esta idea original y pidió a Charles Kaufman y a Wolfgang Reinhardt que escribieran el guión pero conservando una de las ideas del guion de Sartre, el personaje de la neurótica Cecily, que se refiere a uno de los tratados de Freud dedicados al caso de “Anna O”.

La intención de Huston era reconstruir lo más fielmente posible alguno de los episodios que marcaron el comienzo de la carrera de Freud, poco antes del estreno los distribuidores decidieron cortar numerosas secuencias que según el propio Huston constituyen media hora de película y rompen la continuidad narrativa del film, aunque Huston asumía siempre la paternidad de esta obra, resaltaba que él no era el responsable final del montaje del film. El resultado final de esta arriesgada apuesta es una biografía de corte clásico, sólida, rigurosa en sus interpretaciones, apoyadas fundamentalmente en Montgomery Clift y Susannay Cork. Una interesante película.
Juan Marey
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