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Baztan

Drama Un equipo de rodaje se desplaza al Valle de Baztán para filmar una película sobre ciertos hechos que acontecieron en el siglo XVII: es la historia de la discriminación sufrida por los llamados “Agotes”, cuya raza ha sido víctima de la marginación a lo largo de diez siglos, en el recóndito valle del norte de Navarra, casi hasta nuestros días. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
16 de noviembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine español parece gozar de un buen momento, y ello no sólo queda reflejado en esas producciones que antes intentaban acogerse a los tics del cine norteamericano imitándolos y ahora parecen conocedoras de como reinterpretarlos sin caer en lo manido y el ridículo (ahí quedan cintas como Secuestrados, Mientras duermes, No habrá paz para los malvados, etc…), también se entreve en producciones como la que nos ocupa, el debut en largo de Iñaki Elizalde que, tras casi dos décadas manejándose en el terreno del cortometraje con piezas galardonadas como Patesnak, un cuento de Navidad o Lorca, nos trae ahora un relato que nos remite al folclore de un pueblo, el navarro, que ve reflejado en Baztan una historia quizá necesaria para los días que corren.

En ese relato se nos traslada a la historia de los agotes, pobladores artesanos que habitan los valles de Baztan y Roncal, y que en otro tiempo, a raíz de la leyenda negra que les rodeaba acerca de su destino, sufrieron discriminaciones e incluso llegaron a ser acusados de transmitir males como la lepra. Una discriminación esta que, como se nos narra en Baztan, no cesó hasta principios del siglo XIX, cuando las leyes que excluían a estos artesanos empezaron a derogarse.

De ello nos habla Elizalde en un relato que se acoge a dos vertientes para trenzar un lienzo donde presente y pasado chocan probablemente por el hecho de ofrecer un contraste a ambas historias que nos narra el cineasta navarro en un ejercicio metacinematográfico en el que, por un lado, el equipo de la película en ciernes realiza un reconocimiento del lugar, así como se informa acerca de lo que vivieron los agotes, y por el otro, el propio espacio ficticio donde se desarrollan unos hechos acontecidos siglos atrás.

En su faceta que nos traslada a esos acontecimientos, destaca en especial una ambientación logradísima que se apoya en múltiples virtudes de un conjunto que obtiene todo su poderío en esa faceta, cuidando al detalle elementos como el vestuario, la puesta en escena e incluso una portentosa fotografía que nos sumergen sin dificultad en una historia donde, uno de los emisarios del rey, aprovechando un reconocimiento, intentará indagar en el origen de esos agotes, y a través de cuyos ojos veremos el trato que se les disponía por aquel entonces —no tenían derecho, por ejemplo, a ser bautizados en la misma pila que los demás, entre muchas otras vicisitudes que expone Elizalde en su obra—.

Aludía, sin embargo, al iniciar esta crítica a una cinematografía que parece seguir creciendo, e incluía Baztan entre esas propuestas que la enriquecen debido a su circunstancia de film arriesgado, que no desea conformarse con un mero retrato o una simple historia, y prefiere contrastarlo todo en una doble vertiente que se supone afilada, y es que esa narración que nos lleva de presente a pasado sucesivamente corre el riesgo de escupir al espectador del propio relato, pero a su vez constituye una inevitable confrontación entre dos realidades que difuminan los trazos de un tema a través del cual se nos habla sobre raíces y la pérdida de valores.

No llevemos a equívocos, sin embargo, el hablar de una pérdida de valores que no se refleja (obviamente) en el relato sobre los agotes, sino más bien en una memoria histórica perdida que ha olvidado el valor de relatos como este para nosotros, relatos que parecen extraviados y que sin embargo hablan de temas verdaderamente importantes en una sociedad que parece arrastrar al olvido capítulos negros de nuestra historia que conforman errores lanzados al agua en forma de caja de madera por no saber o querer reconocer la realidad, pasando por alto que ellos conforman lo que realmente somos.

La participación de intérpretes como Carmelo Gómez o Kandido Uranga no es casual, menos cuando el germen de Vacas (Julio Medem, 1992) sobrevuela la película a la par que fortalece el subtexto en alusiones que quizá huyan de lo sutil, pero que no desentonan gracias a ese nexo de cine dentro de cine que construye acertadamente Elizalde para poder exponer de ese modo lo vitales que son las historias que entroncan directamente con nuestras raíces (o, incluso, raíces desconocidas como las de los propios agotes), y que nos enseñan cuan significativo es preservar.

Tampoco parece casual que el guión aparezca firmado, además de por el propio director, por Michel Gaztambide (guionista de Vacas), o que en su anterior cortometraje documental se aluda directamente en su título a El olvido de la memoria, tema que parece esencial en la obra de un cineasta dispuesto a hurgar en nuestro pasado con tal de que no terminemos olvidando lo importante que es que sucesos como los acontecidos en el valle de Baztan sigan escarbando en una conciencia que, a cada día que pasa, parece más aletargada.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Grandine
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27 de octubre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza el film en un colegio, en plena clase, y se pregunta el significado de la palabra agote. Patxi Bengoetxea, que debuta aquí en cine y encarna a uno de los alumnos, responde dubitativo, inseguro de sus palabras. Ya de buen principio, el tono didáctico de la película hace adivinar una trama poco avocada a la fábula, centrada más bien en lo cotidiano, costumbrista e histórico. Sin embargo, juega ésta constantemente con la ambigüedad entre la realidad y la ficción, no porque trate algo ficticio más porque pretende un paralelismo entre la actualidad y el medievo en su ámbito más concreto y localizado. Iñaki Elizalde encuentra en esta estructura dual –con la que Icíar Bollaín jugaba magistralmente en También la lluvia (2010)– el método idóneo para equilibrar lo pedagógico con lo meramente cinematográfico, en una trama que discurre en el valle de Baztan y habla de los susodichos agotes, una suerte de intocables a la vasca históricamente discriminados por presuntos herejes que hasta hace relativamente poco no se habían podido desprender de este estigma.

Elizalde diferencia las dos partes que se entrecruzan en esta peculiar obra cambiando el formato narrativo de cada una, más allá de las evidentes desemejanzas contextuales; la sección contemporánea tiene una clara naturaleza documental, de actitud pasiva y vocación observadora que recuerda en algunos momentos a los hermosos paisajes de Tasio (Montxo Armendáriz, 1984), mientras que la parte histórica tiende a ser más novelesca, jugando a la épica en petit comité y procurando tener el gancho que quizás le falta a la otra. El reparto es muy coherente, en este sentido, con la trama, combinando la experiencia y profesionalidad con lo novel, casi amateur de algunos miembros del reparto, naturales del valle de Baztan. En él encontramos, entre las caras conocidas, a Unax Ugalde, Carmelo Gómez, o Txema Blasco, que juegan el mismo doble rol que la película, pasando de campesinos a estudiantes, de leñadores a mensajeros, de actores a agotes, y explicando algo que probablemente ignorábamos de la Historia de Euskadi y cercanías.

La obra de Elizalde es, pues, una singular pieza de cine de difícil clasificación, recordable por instructiva más que por cualquier otra cosa sin que ello desmerezca una bella fotografía y banda sonora. Y es que la historia de los agotes y del País Vasco más agreste y medieval que describe Baztan despierta el interés del espectador, que ve sobretodo en esta película, tan humilde como lo que explica, una demostración de estima hacia la tierra y su historia.

[Tupeli.es]
TPA
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29 de enero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambientada en el mismo valle que le da nombre, nos encontramos con una película que propone una apuesta arriesgada.

En primer lugar contar una historia que se ha ido borrando de la memoria pero queda aun en las palabras de un miembro de ese grupo, los agotes, marginados por los baztaneses desde el siglo XIII. Uno de los aciertos mayores del director ha sido contar con la voz de un agote actual que aun recuerda la marginación que sufrió por sus vecinos cuando era más joven. En pleno siglo XX no les permitían bailar, ni beber agua de las fuentes, ni pisar las tierras sembradas por el miedo a que no fructificaran. Este personaje extrae de su memoria estos recuerdos dolorosos que han creado una identidad para nada vengativa. Él mismo se ríe de la situación vivida al decir bromeando que como no les permitían bailar resultaron ser todos magníficos músicos (chistularis).

En segundo lugar contar la historia- documental del montaje de la misma película. Cine dentro del cine. Este juego permite que veamos una continuidad entre aquellos marginados-apestados de la Época Moderna y las actuales voces que son representadas por los mismos actores. El agote perseguido, el mensajero, el representante de la Orden de Santiago serán personajes de la película que se está preparando.

Estos dos ingredientes junto a la ambientación que es la misma en que respiraron baztaneses-orgullosos y baztaneses-marginados-agotes contribuye a crear una unidad y una credibilidad muy elevada. La fotografía sabe sacar lo mejor de este territorio. Precisamente el Baztán fue el lugar elegido para filmar Vacas, de Julio Medem. Hay alguna escena protagonizada por Carmelo Gómez que le recuerda al rodaje de Vacas y que enriquece los niveles de complicación o de interés de la película (más cine dentro del cine).

De todos modos hay un elemento en el que no se profundiza aprovechando la ocasión. Te quedas con las ganas de saber más de la Historia de los agotes en su relación con los demás habitantes del Baztán. Es uno de los temas históricos de Navarra más interesantes por su valor etnográfico, histórico pero también por las lecturas que se pueden hacer desde el presente sobre la integración de lo diferente. Tal vez el director, al que hay que felicitar por superar con éxito su apuesta arriesgada, se haya quedado corto en proporcionarnos más luces sobre esta poco conocida “Memoria”.
www.cineparatodas.wordpress.com
AFRI
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20 de enero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos historias separadas por varios siglos, pero unidas por un punto en común: esa raza marginada de origen desconocido conocida como los agotes. En la primera, vemos el Valle del Baztan (Navarra) en el presente, mostrándonos fragmentos de la vida cotidiana de sus habitantes; mientras un grupo de forasteros indagan sobre la historia de los agotes, al tiempo que preparan una película sobre ellos. La segunda historia, que nos traslada al mismo valle pero varios siglos atrás, se trata de esa misma película. A veces da impresión de ser el resultado demezcladar una película de época con partes del making off de la misma; aunque en ningún momento se muestra el rodaje del film, sino los preparativos del mismo.

Los actores (algunos profesionales; y otros, habitantes del valle) son los mismos en ambas historias; mientras en la parte “medieval” cada uno representa un papel especifico en la historia, en la parte “actual” cada uno se interpreta así mismo: los actores aficionados son mostrados en su profesión real (por ejemplo, el hombre que se ve dando clases al principio de la película, da realmente clases en ese mismo colegio), y lo mismo hacen los actores profesionales, mostrando la conexión que tuvieron varios de ellos en el pasado con ese valle durante el rodaje de “Vacas” de Julio Medem. Las dos historias se mezclan durante el metraje, diferenciándose por la ambientación, el vestuario y la fotografía. Mientras la parte actual opta por el ritmo lento y el realismo, cercano al documental (la excepción a este se encuentra en la escena en la que el niño “encuentra” una lamia en el bosque, que contiene cierto toque mágico); en la parte ambientada en el pasado, la fotografía se aproxima a lo fantástico, tirando en todo momento hacia tonos oscuros.

Destacaría lo original de la propuesta y el resultado de la misma, toda la trama de la caja, y la elaborada ambientación de la época medieval.
Time Bandit
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7 de octubre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia se repite por la manipulación de la información, comentarios y mentiras y que todos o casi todos llegamos a caer en esa red. SIEMBRA, SIEMBRA QUE ALGO SIEMPRE QUEDA. Los “humanos” tenemos el don de hacerlo y no pensar en el daño que podemos causar. Que fácil y rápido resulta hundir a alguien, en este caso a una raza, grupo, etnia distinta a la propia, que crueles en nuestros actos y cuan largo puede ser el recuperar ese reconocimiento y respeto, tanto, que hasta ellos mismos lo intentaron ocultar.

Muy buena película. Nos hace reflexionar sobre "los agotes", interesante grupo por todo lo que aporta como riqueza en cuanto a otra cultura, que dado el tema se puede llevar a otros muchos campos y da para largas tertulias.

Buen cine por lo que resulta de constructivo y entretenido.

Muy buena fotografía, luz y vestuario y que decir de los actores, excelentes actuaciones acompañado de un logrado maquillaje sobre todo el de Unax que también hay que decir que como actor se ve como mejora día a día, como el buen vino.

Lo de los dos tiempos me ha parecido interesante, aunque cuando entramos en la ficción nos hace entrar más en la historia, por otro lado también me ha gustado ver y oír algún descendiente de los agotes que resulta un claro manifiesto que todavía hoy afloran sentimientos entre los vecinos del PRECIOSO VALLE DEL BAZTAN.
antoniana0
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