Diario de un loco

Buen guion mezcla de dos cuentos del gran Guy de Maupassant: "El Horla" y "Loco". El tratamiento es acertadamente cinematográfico. En "El Horla" literario, Maupassant apunta la inquietud hacia lo insólito, hacia algo amenazante que puede existir de las muchas cosas que no percibimos; en la película el terror es mucho más patente y manifiesto. De "Loco" toma el personaje del magistrado y algún detalle, pero desde una óptica diferente al relato psicopatológico de Maupassant, para acoplarlo al hilo principal suministrado por "El Horla".

Muy buena elección de actores empezando por los dos principales, Price y Nancy Kovack, perturbadora, y que le dio a su personaje el tono exacto. Fue rodada con una espléndida fotografía en color que ayuda a la historia, siendo todo muy visual y, además, cinematográficamente bello. Me recordó el color de aquellas películas de cuando era niño y mis padres me llevaban al cine, cuando la tele era en blanco y negro y antes del VHS, etc.; aquellos rojos y azules que fascinaban, unidos al entrañable perfume de las salas de entonces, que era para casi todas el mismo y no hacía falta cambiarlo: sabías que estabas en el cine, uno de los lugares más agradables y que, si la película ayudaba, podía ser mágico.

Es bastante incomprensible que esta película no alcanzara notoriedad, que no sé si la alcanzó, pero yo la he descubierto por casualidad, indagando adaptaciones al cine de Maupassant, y nunca había oído hablar de ella.

Basado en el relato de Maupassant "El Horla", es un eficaz film de misterio, sin misterio, aunque el tema del mal está falto de expresividad, sin llegar a las cimas de por ejemplo, "El Exorcista", es un producto contemporaneo del cine de Terence Fisher para la Hammer, con un siempre eficaz Vincent Price y una realización sobria y exenta de efectismos. Es interesante de ver.

Pese a que difiere bastante del relato de Maupassant, me ha parecido una película muy bien lograda, inquietante y con alguna escena incluso tétrica.

Consiguieron crear una historia muy atractiva y aterradora sin caer en el susto fácil, que es lo único que se encuentra hoy día en el llamado ¨cine de terror¨, por eso el cine clásico del género siempre me parecerá superior.

Sobresale ante todo la actuación de Vincent Price, magnífico en esos ¨monólogos¨ hablando con el ente invisible, esas caras que consigue poner en ciertos momentos que tantísimo muestran sin palabras.
Si tengo que ponerle una pega, quizás es que me ha parecido de una duración excesiva, creo que la historia no daba para tanto.
Muy muy buena la parte final.

Directora para mi desconocido, Reginald Le Borg. De origen austríaco y emigrado a EE.UU. hizo unas sesenta películas entre los cuarenta, cincuenta y sesenta. Generalmente películas de Serie B, de miedo, misterio y ocultismo. Esas en las Roger Corman era el rey del mundo adaptando relatos de Poe y de otros escritores americanos del XIX de los que podríamos denominar góticos, de cuentos de misterio o terror. Siempre un terror psicológicos, personal, intimo. No tanto el tipo de terror de las películas de Mark Robson, Robert Wise, Richard Fleischer, William Castle, o Jacques Tournier. Estos sitúan el centro del terror en algo externo, mientras que Corman y Le Borg lo hacen desde el interior. El monstruo está en nosotros, somos nosotros. Por eso son películas inquietantes, que no pasan de moda y que reflejan los peligros de la mente.
Pocos actores, con un guión claro y limpio que camina hacia adelante sin sobresaltos, con un propósito lineal y definido.
Un magistrado ha muerto y ha dejado un diario, en donde explica cómo un condenado a muerte por haber matado a cuatro personas se entrevista con el juez para comunicarle que no ha apelado la sentencias porque quiere morir. Una fuerza maligna se ha apoderado del condenado y le obliga a matar a gente. En la entrevista le ataca y en legítima defensa el magistrado mata al condenado. Pero el mal que tenía atrapado al condenado a muerte se ha apoderado de su voluntad, de su mente, de él. Le obliga a hacer cosas contra su voluntad, matar... Y empieza por el joven canario.
Va al médico y le dicen que descanse, que retome ocios de siempre. Él de joven esculpía, y en la calle, en una galería de arte conoce a una mujer que va a posar para él como modelo.
Como siempre Vincent Price borda su papel. Hizo más de ciento veinte películas, muchas en su papel clásico de hombre torturado que se enfrenta a sus propios demonios interiores. Lo hace magnífico. Da entereza al personaje, empaque, solvencia. Es creíble, con esa mirada tan dura, con esas facciones pétreas y firmes, con ese garbo al andar, ese porte de otra época.
La actriz femenina es Nancy Kovack. Chica guapa de verdad, increíblemente guapa. Casada con un director de música indio Subi Metha, ganaba de joven varios premios de belleza. Hizo unas cuentas películas (12 según Filaffinity) y cuando contrajo matrimonio redujo considerablemente su participación en el cine.
La película se deja ver, es interesante, colorida y, como tantas veces digo, con un metraje limitado. Es claro que son películas de ver y archivar, no para verlas varias veces, porque, además, casi todas son parecidas entre sí.

Como en otras ocasiones, inmerso en un mundo onírico aunque vitalista, en este caso, Vincent Price encarna a un magistrado judicial en Francia -siglo XIX- cuya integridad psíquica se ve comprometida, de ahí la alusión del epígrafe. En el fim, una entidad maligna, imprecisa y fantasmal ( denominada "horla"), se caracteriza por dominar la voluntad de las personas hasta aniquilarla, nutriéndola de impulsos homicidas. En este marco, un "horla" se obstina con un juez criminal que debe luchar encarnizadamente contra él. La intriga se desliza con progresión razonable. La película está gratamente filmada, con una aristocrática ambientación, diálogos y actuaciones acordes.