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He Dreams of Giants

6,4
81
Documental Keith Fulton y Louis Pepe regresan para seguir la grabación de "The Man Who Killed Don Quixote" de Terry Gilliam. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
30 de abril de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La época en que empecé a idolatrar a directores (principalmente a Kubrick y a Buñuel) fue a finales de los 90. Ahora estoy en lo contrario. Cada vez creo menos en su habilidad todopoderosa de crear obras maestras de la nada. Y Terry Gilliam tiene alguna, como DOCE MONOS, más unas cuantas películas bastante notables. Pero este documental –y su predecesor LOST IN LA MANCHA– nos ilustran muy bien de la mente caótica y atropellada de este artista. Porque le considero eso, un artista, un director artístico, más que un cineasta propiamente dicho. Confirmo con este segundo documental que es un tipo muy dependiente de un ejercicio de producción metódico y ordenado (de ahí que sus películas más logradas sean las americanas), y que por muchas buenas ideas que atraviesen tu magistral cerebro, si no sabes o no tienes capacidad de transmitirlas, mal acabaremos. Y mal acabó, porque el largometraje resultante ya os digo yo que es una calamidad. Tan desastroso como el propio proceso que dio lugar a ella.

Pero lo que me ha llamado la atención no ha sido todo eso. Ha habido muchas producciones fallidas, con su consecuente rosario de curiosidades más o menos morbosas, cuyos documentales son asimismo fascinantes (os recomiendo los dedicados a LA ISLA DEL DR. MOREAU y a SUPERMAN LIVES). En lo que me he fijado ha sido en el buen trato y el cariño que la gente de España le ha proferido al amigo inglés, y la atención esmerada a todas sus necesidades personales y cinematográficas, que eran muchísimas según parece.

¿Y eso qué? Pues que yo tuve que apagar la película (que parecía realizada por un estudiante de audiovisuales de 20 años) por el minuto treinta y pico, justo cuando un guardia civil caracterizado de idiota lee en el periódico algo de un atentado islamista y se queja de que ‘esa gente vive en la Edad Media’, y en ese momento se para el coche por culpa de una procesión, provocando que los dos supersticiosos agentes se persignen.

A los anglosajones bohemios e ignorantes como ciertos directores de cine les diría que los españoles, además de ir descalzo por la calle, vivir como en otro siglo y ser unos ‘gitanos mugrientos’, además de eso somos muy hospitalarios. Tanto que vienen aquí a insultarnos y seguimos sonriendo. Somos quizá demasiado hospitalarios, Mr. Gilliam. A decir verdad, yo preferiría que hiciéramos gala de menos hospitalidad y de algo más de dignidad.

En fin, Terry Gilliam fue un grande, supongo. Pero ahora está acabado. Destronad a vuestros ídolos, creo que es sano. En parte porque así nos ahorramos ver mierderíos como EL IRLANDÉS, CRY MACHO o EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE.
JACHi
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