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La traviata

Musical. Drama Ópera de Giussepe Verdi basada en la novela "La dama de las camelias".
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
14 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de la filmación de una representaciones -varias en realidad- de "La Traviata" de Verdi, en el montaje de Richard Eyre; en su momento causó un gran impacto por que el mítico y ya octogenario director de orquesta Georg Solti, toda una leyenda viva, se acercaba por vez primera a la que es una de las cuatro o cinco óperas imprescindibles del repertorio, hasta el punto de decirse que "la única manera de conseguir una entrada para estas funciones era robando o matando"; un revuelo que no se veía desde los tiempos de las grandes divas del pasado. Representada en el Convent Garden de Londres, la BBC tuvo el buen gusto de emitirla en directo, y grabarla para la posteridad.

Parte de la expectación se debió a que en tan importante acontecimiento el comprometido papel protagonista se encomendara a una completa desconocida, la rumana Ángela Gheorgiu, un reto que le sirvió como trampolín al estrellazgo operístico; su actuación resulta bastante convincente, aunque a nivel vocal no hace olvidar a ninguna de las más grandes interpretes de este personaje (Ponselle, Callas, Scotto,...), ya que este personaje requiere una tesitura casi imposible: una voz ligera para el primer acto, lírica para el segundo y casi dramática para el final; la Gheorigiu sale bastante bien parada de los dos primeros, si bien, guiada por la batuta, encuentra interesantes hallazgos expresivos en el tercero, a pesar de su vibratto. El resto de protagonistas cumplen, sin más, especialmente el tenor: voz muy limitada, engolada, nasal y de color oscuro; Leo Nucci es unGermont falto de autoridad, a pesar de sus seguros agudos y su veteranía. Secundarios discretos.

Queda la dirección de Solti, absolutamente impecable, y más en un título plagado de trampas estilísticas como éste; a sus casi ochenta años dio una lección de vigor, energía y claridad de exposición, y eso que se trata de una grabación en directo, aunque por la toma sonora podría parecer estudio. Ya desde el mismo preludio se anuncia que no estamos ante un director más. Su relación con éste teatro, el londinense Covent Garden, viene de lejos, ya que fue su director artístico durante diez años, en los que sacó a la compañía de su gris mediocridad hasta elevarla a una de las mejores del mundo.

La puesta en escena de Richard Eyre -director teatral, ésta era su primera propuesta operística-, es eficaz y, podría decirse, para todos los gustos. Se echa en falta algo más de involucración dramática, en lugar de la simple ilustración de cada uno de los cuadros; no puede hablarse de costumbrismo ya que el diseño es en realidad una relectura de los decorados tradicionales, pero en su puesta en escena no hay nada más. Sin complicaciones dramatúrgicas de ningún tipo, se limita a definir cada acto y busca un acentuado contraste entre vestuario y escenografía, siendo las mayores bazas de su montaje la iluminación y la caracterización, apoyado por una correcta realización televisiva en 4x3.
Munrraku
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