Red Tears

La película comienza tal que así:
Un hombre apoyado en una pared recibe un flechazo en el pecho del que empieza a brotar sangre a saco. El asesino le rompe todas las articulaciones para meterle en una maleta. Llegan a casa y cuelga el cuerpo del entumecido asaeteado en un gancho. Saca una navaja albaceteña y ¡zas!, le corta la cabeza.
Lo que sigue es hora y media de más de lo mismo, con intriga, persecuciones setenteras, peleas macarras y gore casposillo la mar de entretenido, así que si el inicio no les desagrada demasiado es posible que la disfruten.
Yo desde luego me lo he pasado teta.
Lo mejor: El gore ochentero. El extrañísimo sentido del humor manga.
Lo peor: Las interpretaciones, malísimas.
Salta a la vista que es una producción baratilla, pero entretenida a rabiar.
Así que ustedes sabrán...

Red Tears puede parecer en principio prometedora, pero con el paso de los minutos todo entra en una espiral de romance e intriga que me sacó por completo de la película. Takanori Tsujimoto firma una película que muchas veces parece demasiado cutre y otras muy esperanzadora. Tanto vaivén acabó mareándome hasta que el final acabó por inclinar la balanza. Una película cansina y plomiza que hizo preguntarme varias veces la razón de que siguiera viéndola.

Alguno verá en ella algo que merezca la pena, pero yo no acabo de recordar un sólo motivo para recordarla. No es que sea especialmente mala, es sólo que se mantiene durante su última hora (sí, la hora entera), en unos niveles demasiado insalvables de entretenimiento.