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Llegar a más

Drama Daniel no está contento con su suerte. Trabaja en un taller y su empleo no le ofrece perspectivas de progreso. Influido por la corriente actual de trabajadores que se marchan a Alemania, decide emigrar también. Único largometraje de ficción del afamado escritor Jesús Fernández Santos. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
16 de marzo de 2017
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernández Santos demuestra en esta película su gran capacidad para el relato, en este caso un relato certero que nos hace reflexionar. Disponemos de un tema central basado en un drama que no se abandona en ningún momento, el tema lo marca el personaje, Daniel, que está presente desde el inicio con el incidente que tiene con el señorito cuando le manda arreglar el seiscientos.

A partir de ahí podíamos temer que la película caerá en el típico cuento aburrido y parco de diálogos apoyado tan solo en la imagen, que mucha gente confunde con estilo personal cuando no es más que falta de ingenio, en cambio no sucede eso. Las secuencias que van transcurriendo, aparentemente intrascendentes pero que no por ello dejan de ser lógicas, son tratadas con una naturalidad amena e interesante dentro del entorno de la época. Lo mismo podemos decir de las actuaciones que asombran por la convicción conseguida en conjunto, lo que nos dice de la buena labor de la dirección.

Me ha parecido una película muy realista, profunda, marcada por la rebelión angustiosa del individuo que no acepta su condición. Al mismo tiempo podemos fijarnos en una lectura sutil pero cierta y es que Daniel va rechazando por su carácter orgulloso e inconformista otras alternativas que le ofrecen, como la de ordenanza (buen puesto de trabajo pero de poca categoría para él) o la de contable (no la considera). Una película de la época, pero desgraciadamente también atemporal, que contrasta la triste realidad con los sueños por cumplir.
floïd blue
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19 de abril de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el único largometraje del que fue un novelista tan prestigioso como Jesús Fernández Santos. Intentó con este título hacer un retrato del sector de España más frustrado de entonces que estaba representado por determinados colectivos laborales que no podían salir de unos empleos modestos y que casi vivian de ilusión frente a una realidad adversa donde la esperanza de poder ampliar horizontes en el extranjero era la única salida. Bien vista la película se reconocen en ella unas ambiciones loables, una cierta personalidad visual, una formalización más que correcta e incluso cierta atmósfera en las escenas nocturnas pero el guión no es precisamente brillante y el trazado de algunos personajes tampoco lo es. Durante una parte del metraje las virtudes logran imponerse sobre los defectos pero en otros momentos es el espectador quien tiene que esforzarse en poder sobrellevar los defectos y fijarse sólo en las virtudes apuntadas si quiere acabar satisfecho de haber consumido el producto. No obstante la película se gana el respeto del espectador a pesar de lo irregular que resulta en muchos de sus aspectos y actualmente sirve desde luego como documento de una época de la vida española llena de limitaciones en determinados contextos. Puede decirse que es una película discutible por varios motivos pero que revela consistencia en el tratamiento del tema y en la forma de exponerlo.
Cromatico
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15 de marzo de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía no sin razón, el dramaturgo alemán Goethe: “La juventud quiere mejor ser estimulada que instruida”. Y es que “Llegar a más” nos plantea una parábola social sobre la juventud y sus alternativas laborales y sociales, las aspiraciones de labrarse un futuro mejor de unos jóvenes sin esperanza donde sólo se atisbaba la emigración a Europa como salida profesional a los que no tenían la suficiente preparación académica. La oportunidad de servir de mano de obra barata en países desarrollados económicamente. Un retrato generacional desolador y pesimista, cargado de represión moral y sexual en una familia jerarquizada. El film describe fielmente la atmósfera opresiva que vivía y respiraba aquella juventud española de principios de los años sesenta, cargada de prejuicios, fantasmas y frustraciones.

Daniel y Amparo (Manuel San Francisco y María José Alfonso) son los jóvenes novios protagonistas de esta modesta pero dura película escrita y filmada por Jesús Fernández Santos, escritor de prestigio implicado en el realismo social. Una de las películas precursoras del nuevo cine español, que trataba problemas cotidianos desde territorios cercanos. La nula perspectiva laboral para los pobres sin estudios, el sometimiento a los poderosos, el papel sufrido y pasivo de la mujer, cuya única meta era el matrimonio como aspiración vital y bálsamo purificador de buena esposa. Los crucifijos presidiendo los dormitorios, en las pensiones tu novia debía pasar como hermana, el sexo era tabú y la reputación de una mujer era sagrada. Excelente plantel de actores jóvenes y poco conocidos entonces que encarnan de forma admirable toda una sociedad de la época.

Daniel es un rebelde que se niega a vegetar en un trabajo precario y mal remunerado en un taller mecánico, conduciendo y limpiándo coches de lujo que no son suyos, que le esclaviza de por vida, tampoco quiere vivir como su padre, toda la vida al volante de un taxi. Lo hace de forma ocasional en las noches para ganarse unas pesetas y mientras espera una oportunidad. Mientras transita por la Gran Vía con sus teatros, tiendas y restaurantes, envidiando a esa clase pudiente que disfruta de los placeres de una vida acomodada, preguntándose porqué no la puede disfrutar él también formando una familia estable sin que le llamen en su casa... ¡Vago!. Una historia muy valiente para su época que nos deja un poso de tristeza y melancolía ante un futuro que te empujaba hacia el camino equivocado del estraperlo, los oscuros chanchullos o directamente la delincuencia como única salida para sobrevivir.
Antonio Morales
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2 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que Fernández Santos solo hiciera esta película, porque no está nada mal. Es otra mirada para hacer
cine, más intimista, pegada a la realidad, en este caso de un grupo de jóvenes, y sobre todo de uno, que quieren llegar a más en la vida.
Es cierto que en este tipo de películas no hay que esperar que pasen grandes cosas, sino el día a día de la media o la mayoría de la gente.
La fotografía es buena y los planos sencillos, sin estridencias.
Bien interpretada por María José Alfonso, después con una relativamente larga carrera y por un Manuel San Francisco del que después nada más se supo. E interpreta muy bien, llevando el peso de casi toda la película.También los habituales Ferrandis, Zarzo y Dafauce.
Es una de esas rarezas del cine español, sepultada en el baúl del olvido, pero que compensa ver, al menos como testimonio de una época.
yoparam
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19 de marzo de 2017
5 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por los años en los que está ambientada la película, alrededor de la San Martín se procedía en pueblos y aldeas a la matanza. Se le preparaba diariamente al cerdo en la caldera de cobre un sabroso potaje a base de salvados y de productos del huerto, zanahorias, patatas, remolachas, etc. Los últimos tiempos antes del degüello se le alimentaba con castañas y sus buenas bellotas que se iban a recoger al monte cercano.
De los perniles de tocino que nos regalaba tan regalado cochino se almorzaba cada mañana unos torrendos fritos sin pizca de magro que de sólo acordarme espasmos de placer me sacuden el cuerpazo ¡Cualquiera que se atreviese a otro tanto hoy en día le entra algo peor que con el aceite adulterado!
¿A que viene semejante gorrina introducción? Simplemente a declarar esta evidencia: lo que era la norma en los años sesenta se ha tornado en el lujo de nuestra época.

... Y las que nos presenta la película como situaciones de malestar existencial, de plomizo ambiente y de dificultad laboral le parecerán a los cientos de miles de inmigrantes que se tiran al asalto de nuestras fronteras como un avance de su paraiso. Vemos a la panda de insatisfechos de la peli alternar en los bares, jugar a los bolos, ir de excursión, trabajar de camareros, mecánicos o taxistas de noche... y sólo pensar en el maldito coche que no se pueden comprar.
Cierto que ayer como hoy no existía pleno empleo en España, y que muchos compatriotas se aprovechaban de que en Francia o Alemania sí era el caso para dar el salto, pero lo hacían sin los melindres que nos pinta la película, las mujeres de criadas y los hombres de peones en la construcción. En la mayoría de los casos para cerciorarse de que en definitiva con o contra Franco se estaba mejor en España.
Porque dirán lo que se les antoje todos los que claman contra el régimen de aquel tiempo, meramente repitiendo como borregos los dictámenes al uso, pero la gente entonces como hoy se divertía, llenaba los bares y proceaba sin importarle demasiado la relativa falta de libertad de expresión, por lo menos no tanto como quieren hacérnoslo creer los que a veces ni siquiera lo han vivido, y que conste que por la época de la película también se respiraban aires opresivos en Francia o Alemania, aunque de distinta índole.

Cinta insoportablemente llorona, muy acorde con esa maldición tan íbera que consiste en renegar de España, con esa propensión que tienen los españoles de desestimar lo mucho bueno que encierra su patria para sólo dar estima a raterías extranjeras.
Galvanes
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