A ese otro planeta que circula en “Otra Tierra” se llega pagando un pasaje. El de aguantar una historia con aire de experimento amateur que se agarra al suelo. Una joven desorientada busca reparar un daño, y mientras un planeta igual al nuestro se revuelve en el cielo. La ciencia-ficción se emplea como excusa para contar otra cosa en este drama existencial, que destaca sobre todo por la imagen del cielo que aparece en su cartel.

Los verdugos también mueren presenta una galería sensacional de hombres malos al servicio del Reich: hombres brutales, neuróticos, hombres tenaces, ambiciosos, hombres excesivos. Y el milagro se debe a unos actores de serie B, que con ellos es una B mayúscula, impresa con letra gótica en el guión de Lang y Brecht, que les entrega la función desde el principio (¡y qué principio!). Lo malo es que, frente a semejante camarilla, uno se pregunta: ¿cómo pueden los buenos tener siquiera una oportunidad de ganar? La película, que se hizo durante la guerra de Hitler, es cine de Hollywood puesto al servicio de los aliados, esa es la respuesta. ¿Qué otra razón puede haber?

Walter Brennan, que es de los buenos, casi lo compensa. ¡Brennan!, me tenías engañado, te creía mellado y guasón, como en Río Bravo, y estás digno y arreglado y pareces un profesor, si te lo propones.

Joe Johnston se hizo con la licencia para abrir otro parque, aprovechando que Spielberg deseaba dejar la parte creativa de la franquicia más o menos desde los minutos finales de la primera película, y realizó un film de dinosaurios a su manera, es decir, a la manera de Hollywood, ese reptil moderno y gordo que nos mastica la comida para que sólo tengamos que tragarla. El resultado gustará a quien le gusten los dinosaurios.

"Raza" fue el primer guión de Franco después del feo libreto del 39. Con este guión reescribió, precisamente, aquella historia, y situó a cada uno en su lugar por si había dudas. Ocurrió, nos dice, que los españoles ganaron la guerra, porque su moral era recta como un bigote a ras de labio, y los otros llevaban impías barbas de bolchevique y eran más rusos que españoles. "Raza", en pocas palabras, historia la lucha de un tipo de militar por imponerse, porque ya se sabe que en España los políticos no saben gobernar, ofreciendo como ejemplos las viñetas de Trafalgar y de Cuba, y llegando a la del 36, donde se realiza el viejo anhelo guerrero. "Raza", como documento de una época, es valiosa, pero como película es pobre, con efectos especiales de opereta y con una mayoría de actores tiesos que se ocupan en recitar, como niños de memoria, el ideario del buen español.

Peckinpah nos dice en "Perros de paja" que un pueblo inglés es una trampa mortal para cualquier pareja moderna que se instale. El problema es que lo hace como si fuera un acosador rústico, que a la mujer que enseña cacha le grita "estúpida" y "te la estás buscando". La chica de la pareja protagonista es algo descarada y sufre violencia por ello, y como no protesta mucho y Peckinpah no reprende al agresor, parece que ella se lo merezca. Este comentario criminal del director no afecta a la calidad del filme, que no deja de ser una historia al uso sobre mentalidades opuestas con final sangriento.