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España España · Almería
Críticas de EnriqueLF
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
Se levanta el viento
Japón2013
7.2
15,320
Animación
10
2 de mayo de 2014
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al terminar la película no podía moverme. Las últimas palabras del filme fueron el resorte que acabó por liberar la emoción contenida y acumulada durante todo el metraje. Lloré tanto que me costaba leer los subtítulos de la canción de los créditos. Había acabado devastado tras ver alguna película o leer algún libro, pero nunca antes había experimentado la catarsis a este nivel; y, seguramente, ya no lo volveré a hacer. Lo acepto: no habrá, durante lo que me queda de vida, nada parecido al final perfecto de la obra maestra definitiva de un genio cuya forma de hacer arte conecta con lo más profundo de mi alma. Solo Hayao Miyazaki me ha elevado a ciertos terrenos de fascinación, ternura y humanidad. La despedida duele de verdad.

‘El viento se levanta’ llega muy hondo a todo lo que toca, y a veces lo hace con tan solo una pincelada. Pasa en un instante de la espectacularidad desmedida al minimalismo más preciso. Las sutilezas, innumerables, son un chorro incesante de información y de emociones. Jamás se han visto unos personajes humanos tan vivos como estos en una película de animación. Y no solo por su psicología, sino incluso por la propia forma en que se mueven, aunque parezca mentira que el estudio pudiera llegar aún más lejos en este aspecto. El trabajo de animación está un grado por encima de sus anteriores creaciones. Es fastuoso. A menudo es para quedarse con la boca abierta. Y no hay un segundo de película en el que no se aprecie un cuidado extremo por el más mínimo detalle, siempre con una intención artística. En las dos horas que dura, no recuerdo ni un solo momento gratuito: todo contribuye, granito a granito, a aumentar la carga que al final levantará el viento.

Aunque es distinta a las otras maravillas dirigidas por Hayao Miyazaki, da la impresión de que en ella están todos y cada uno de sus temas. Todo lo que ha desarrollado en sus obras anteriores encuentra aquí, de algún modo, su conclusión. El conjunto de estas conclusiones no podía ser sino un canto a la vida, al espíritu aventurero, al sentido del deber, al pensamiento libre, al poder de los sueños y, por supuesto, a la mujer.

Para mí, la obra maestra más inspirada de la carrera del genio.

Gracias, señor Miyazaki.
EnriqueLF
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Vals con Bashir
Israel2008
7.5
23,442
Animación
8
17 de abril de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filósofo francés Montaigne describió en 1580 una danza, que había visto en sus viajes, en la que los bailarines se arrimaban tanto que sus caras se tocaban. Como en aquella danza, más tarde llamada vals, Israel bailó pegada a las milicias cristianas del Líbano, comandadas por Bashir Gemayel, durante las Guerras del Líbano de 1982 contra los palestinos.

Parece que la gente y el gobierno de la Israel actual hayan olvidado la masacre en la que sus fuerzas se vieron involucradas, y eso que no han pasado más de veinte años. Israel ayudó a las Falanges Libanesas, también conocidas como la Facción Kataeb, en las matanzas de Sabra y Chatila. Quizás los israelitas no aniquilaran abiertamente a la gente de Palestina entonces, pero su mera presencia allí y la asistencia que prestaron a sus aliados, incluso estando al tanto de los escabrosos detalles de la situación, son razones suficientes para sentirse culpables.

Cuando Ari, el protagonista (y también director) de la película intenta recordar sus experiencias como soldado israelí en las Guerras del Líbano, se sorprende al comprobar que no conserva ningún recuerdo de lo que aconteció en Sabra y en Chatila, donde se supone que él estuvo presente. Comienza entonces un viaje alrededor de Europa en el que se encuentra y entrevista con sus viejos compañeros de batallón para arrojar algo de luz sobre lo que fuera que ocurriera allí; de este modo pretende mitigar su curiosidad, pero, en lugar de esto, el peso que atenaza su corazón crece a medida que se aproxima a la luz.

Tras dos milenios habiendo sido sujetos de persecución por la así llamada responsabilidad de los judíos en la muerte de Cristo, lo último que necesita el inestable Estado de Israel es culpabilidad. Esto podría explicar el intento por borrar ese oscuro capítulo de su historia. Sin embargo, intentar no recordar la masacre de Sabra y Chatila o, incluso peor, intentar justificar la ayuda prestada a las falanges cristianas del Líbano, es un acto que convierte a Israel en una suerte de Poncio Pilatos.

En el Haggadah del Olvido está escrito que Dios transfirió al pueblo judío de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la felicidad, del lamento a la celebración, de la oscuridad a la gran luz y de la dominación a la redención; así pues, puede entenderse la redención como independencia. Y ¿qué es la independencia para los judíos? El retorno. El retorno a la Tierra Prometida. Incluso habiendo estado el pueblo judío lejos de la Tierra Prometida durante siglos, la Diáspora judaica nunca olvidó su tierra natal. Rezaron continuamente por el final del exilio y la vuelta a Israel bajo autogobierno judío. Bueno, pues, como en el éxodo desde Egipto, la primera gran redención de los judíos, Ari también intenta volver al pasado desde la esclavitud de su corazón, en busca de libertad y redención. Justo al contrario que las autoridades de Israel, que abogan por el olvido frente al retorno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
EnriqueLF
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5
22 de diciembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece mentira, aún no me lo creo: Peter Jackson ha dirigido una película mediocre dentro de su saga de la Tierra Media. Aburrida, sin emoción, sin interés, sin poesía, sin sentido del espectáculo salvo en tres escenas mal contadas. Incoherente, que no casa bien ni con la trilogía de El señor de los anillos ni, y esto es grave, con la primera parte de El hobbit. Es más: ni siquiera las distintas partes de la propia película están unidas de un modo congruente; más parece un maratón de tres o cuatro capítulos de una serie mediocre al estilo Juego de tronos que una unidad dramática.

El descuido y la ceguera de los responsables de la película son evidentes ya desde lo más básico, que es el guión: nefasta selección del material aprovechable, interesante y emocionante del libro; adición de tramas que no aportan ni lo más mínimo, aparte de tedio y vergüenza ajena (antes me hubiese creído un rollo entre Gandalf y el balrog de Moria que el romance de esta película); incapacidad para dar pinceladas poéticas (¡y estamos en la Tierra Media, que es pura poesía!) más allá de cuatro o cinco momentillos, de los cuales dos o tres caen en lo infantil, en el mal sentido, y en lo superficial (oh, mariposas azules); tono a medio camino entre la épica de El señor de los anillos y la aventura de El hobbit, sin encontrar ni una cosa ni la otra y prescindiendo de la magia para niños del libro (algo que me cuesta horrores entender, ya que en la primera parte la recogían en buena parte); triste destierro del humor de Un viaje inesperado (los mejores momentos de la película son aquellos en los que aparecen destellos de ese humor, véanse la escena de los barriles y el primer tramo de la secuencia del dragón); dilatación hasta el hastío de las escenas sacadas de la manga mientras que las partes fieles a la historia original se abrevian hasta casi reducirlas a meras anécdotas (la casa de Beorn); ausencia de suspense y clímax en casi todas las secuencias por culpa de un empeño obsesivo en resolverlo todo rápidamente para pasar lo antes posible a la siguiente persecución; una interminable lista de guiños a la otra trilogía que, de mal metidos, se cargan las propias normas que nos habían sido presentadas en las entregas anteriores (surfing élfico a piñón, festín de hechizos mágicos que no vienen a cuento en este universo, athelas pa’ echarle a los chiros, trucos de guión con forma de flechas de Mórgul y muchos más disparates); diálogos y expresión de emociones, de nuevo, más dignos de la serie Juego de tronos que de una superproducción de este calibre; minutos y minutos de metraje repitiendo una información que hasta el más despistado conoce ya de sobra (Piedra del Arca p’acá, Piedra del Arca p’allá); catálogo de personajes que entran en escena por todo lo alto para luego quedar en nada y desarrollo casi inexistente de los que ya conocíamos (¿esta no era una historia sobre un hobbit?, ¡pero si poco más y no lo vemos en toda la película!); uso arbitrario de los recursos de la historia para… nada, porque tampoco logran crear tensión con las licencias que se toman (ahora se pone el anillo, ahora se lo quita, porque sí, y le da igual que les estén acribillando a flechazos; ahora el dragón tiene un olfato de la hostia, ahora se ve que ha pillado un catarro; ahora Pepito está superenamorado y superpreocupado, ahora se la suda el asunto y se enzarza en un ajuste de cuentas de instituto); prólogo inútil, soso, aburrido (como los treinta o cuarenta minutos siguientes, que son soporíferos); y, lo peor en cuanto al guión, un hachazo al final que sienta como un cubo de agua helada cuando la cosa empezaba a templarse: así incumplen la fugaz promesa de algo grandioso y tiran por tierra la última posibilidad que nos quedaba de haber experimentado un auténtico clímax, auténtica emoción, en esta obra plana y decadente.

Además, la dirección solo brilla (y llega a brillar mucho, qué menos) en algunas escenas de acción y momentos tranquilos sueltos, mientras que el grueso de la película parece realizado en piloto automático; hasta a nivel de elección de planos ha fallado Peter Jackson esta vez, más preocupado por mostrar paisajes que por hacernos sentir algo, aunque solo fuera vértigo (y lo tenía fácil). El ritmo, claro está, no existe. Y hasta el montaje es atropellado y nada elegante a veces (en la conversación del prólogo, por ejemplo, cada contraplano me estaba sentando como una torta en la cara). Y, por si todo esto fuera poco, encima la banda sonora es flojísima (los temas nuevos, como el de la ciudad del lago, son olvidables… ¡y ni siquiera una sola vez suena el motivo de la compañía de Thorin de regreso a su tierra, cuando esta entrega va precisamente sobre eso!).

En definitiva: la desolación más grande jamás imaginada.

A su favor diré: barriles y Smaug. Aunque tampoco con el dragón han sabido jugar sus cartas todo lo bien que yo hubiese deseado. Pero, bueno, se disfruta. Sobre todo entre tanto despropósito.

¡Qué pena!

A propósito, a mí nunca me pareció que tres películas fuesen excesivas para El hobbit. Podría haber funcionado. Y ahora no les voy a dar la razón a los que dijeron que eran demasiadas horas para un libro tan corto, porque lo dijeron cuando salió la primera y, en mi opinión, la primera está genial. Solo tenían que haber seguido en esa línea. No me explico qué ha pasado en esta parte, pero de ninguna manera demuestra nada de lo que la gente pensara. Es solo que lo han hecho muy mal, no que no se pudiese haber hecho bien.
EnriqueLF
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