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España España · Málaga
Críticas de Rand
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de agosto de 2009
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una época, en las sobremesas de las cadenas privadas españolas, que los telefilmes de tres al cuarto copaban la programación. Los actores y el doblaje eran nefastos, y las historias pretendidamente lacrimógenas no resultaban ser mejores. El único interés que sustentaba un producto de tan mínima calidad era que se basaban en hechos reales, algo que en aquellos tiempos era sinónimo de implicación social o humana, y que, en teoría, multiplicaba el interés frente a historias inventadas de un guionista más o menos brillante. La fórmula puede ser que tuviese su éxito al principio, pero tras treinta historias de maltratos en un seno familiar y cuarenta historias de juicios resueltos in extremis por pruebas pretendidamente confusas, cualquier espectador con una mínima capacidad de criterio, cambiaba de canal automáticamente.

Los años han pasado. Hoy por hoy no es un secreto que las series de televisión cuentan con presupuestos similares a muchas de las películas que se estrenan en los cines. Los grandes actores no solo se pueden encontrar en la gran pantalla. Y los mejores guionistas, de repente, ven como se les da la oportunidad de desarrollar historias que no se ven reducidas a dos horas de metraje, si no que pueden alargarlas durante el tiempo que sea necesario para contar una historia de forma elegante y correcta. En esta nueva edad de oro de la televisión, la calidad de muchos de los productos es indiscutible. Series como Los Soprano o A Dos Metros Bajo Tierra han marcado un antes y un después en todas sus facetas, y es poco probable que un producto cinematográfico vaya a conseguir jamás inspirar las mismas sensaciones que estas grandes producciones.

En este punto me encontré con The Wire. Una serie basada en hechos reales, como los telefilmes de antaño, pero desarrollada por la HBO y fuertemente alabada por las críticas y el público, como las nuevas grandes series. El argumento, visto de forma superficial, no me resultaba para nada atractivo. Unos vendedores de drogas en los suburbios de una ciudad norteamericana y unos policías que quieren meterles en la cárcel. Sin embargo, bien merecía una oportunidad. Y agradecido estoy de habérsela dado.
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Rand
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7
16 de agosto de 2009
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace treinta años nadie sabía lo que era el SIDA. Ni siquiera la enfermedad tenía ese nombre. En los ochenta todo cambió… una nueva enfermedad salió a la luz. Los homosexuales, seguros de tener menos problemas que los heterosexuales en el sexo seguro, fueron los primeros seres humanos a los que se les diagnóstico masivamente la enfermedad. Se descubrió al poco tiempo que dicha enfermedad era en realidad un virus que se transmitía por la sangre, y que atacaba tanto a heterosexuales como a homosexuales. De hecho su incidencia en comunidades de drogadictos que compartían jeringuillas era muy alta. Sin embargo, debido a condicionantes sociales y la propaganda de la época, a la enfermedad se le conoció durante mucho tiempo como la peste rosa. Muchos de esos prejuicios aún se mantienen hoy día.

Conociendo todo esto, tenemos que trasladarnos ahora a los noventa para juzgar con objetividad este filme. En dicha época el SIDA estaba todavía en sus primeros años de estudio. Su mortalidad era altísima. Y ser una persona con la enfermedad te tachaba automáticamente de la sociedad, haciendo que el infectado prácticamente muriese en vida. Para subrayar esta discriminación al comienzo de dicha década a los homosexuales se les toleraba mucho menos que ahora. Y si se descubría que, además de estar enfermo, eras homosexual, las consecuencias eran nefastas. Además de todos estos puntos anteriores hay que resaltar uno de los méritos de la película. Hoy en día es muy común ver producciones donde el amor homosexual se muestra con total naturalidad. Sin embargo en aquella época la reacción más común ante dichas escenas era de odio y firme repulsión.
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Rand
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3
16 de julio de 2009
22 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
No solo se ve lastrada por los acontecimientos del libro, es que encima los plasma en la pantalla mil veces peor.

Los silencios incómodos, la ineficiencia de los actores protagonistas y las situaciones vergonzosas me han superado, lo reconozco, y eso que soy un fan de la saga y que la película anterior me pareció más que correcta.

Es obvio que no podían contar el libro entero, ni siquiera la mitad, ¿pero es mucho pedir que te cuenten bien las cosas importantes? Ya estoy acostumbrado de las escenas palanca de los tres sentados y hablando, a pesar de quedar forzadísimas son utilizadas para reconducir un guión tan amplio. ¿Pero lo demás?

La película tiene momentos que se salvan, por supuesto, pero no es suficiente. Al verla, como conocía lo que ocurriría al final, estaba obviando las cosas negativas esperando un climax final tremendo que salvaría todo y la auparía como una de las películas imprescindibles de este año. Pero resulta que el final ha ido en su contra y la ha acabado hundiendo sin remedio.

Había puesto unas expectativas tremendas. Y he salido tan decepcionado, o incluso más, de lo que salí con "El Cáliz de Fuego". En esta última al menos supieron manejar bien el momento estelar del libro.
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Rand
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7
22 de febrero de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corrían los primeros años de los noventa. Empezaba una década prometedora. Las hombreras, los pelos voluminosos y los colores chillones pasaban de moda, y una nueva generación comenzaba a abrirse paso con ideas frescas y pretendidamente revolucionarias. En este entorno, un joven semidesconocido llamado David Fincher empezaba a trabajar en el mundo de la dirección de películas. Su primera obra fue Alien 3, una producción menor que recibió muchas (y quizás merecidas) críticas. Su carrera podría haberse quedado ahí, como un director de videoclips más, que lo intenta en el cine, pero sin el suficiente talento como para que las productoras confíen en él. Sin embargo continuó, y su siguiente obra fue Seven.

Un veterano policía de homicidios (Morgan Freeman), cansado de la violencia y corrupción de su ciudad, decide jubilarse anticipadamente. Antes de hacerlo debe dar el relevo a un nuevo compañero, un policía joven y medianamente inexperto (Brad Pitt), pero que, como a todos los jóvenes, le sobra el arrojo y la impaciencia por resolver casos, con el fin de demostrar que está a la altura. Coincidiendo con esta situación, una serie de enigmáticos asesinatos, basados aparentemente en los pecados capitales, empiezan a descubrirse en la ciudad.

¿Qué puede haber de nuevo en una película con dos policías, con una diferencia de edad tan acusada, que investigan los misteriosos asesinatos en serie de un psicópata? En principio nada. Hay un buen puñado de películas de Hollywood que encajan perfectamente en esa descripción. No era una temática novedosa, ni siquiera hace quince años. Sin embargo, Seven, sí tuvo cosas especiales y reseñables, y es que nos descubrió a un director que no solo sabe apoyarse en buenos guiones, como nos ha demostrado a lo largo de toda su carrera, si no que además es brillante a la hora de darle ritmo a la trama y a cada una de las escenas que se suceden, en una cadencia suave y natural. Este director de videos musicales resultó ser un buen contador de historias, al contrario de lo que suele ocurrir hoy en día, donde muchas producciones cinematográficas tienen, curiosamente, ritmo de videoclips. El reparto, bien es cierto, también ayudó bastante al filme, ya que, además de los mencionados Morgan Freeman y Brad Pitt, que están más que correctos en sus respectivos papeles, nos encontramos a una joven Gwyneth Patrow, interpretando a la perdida y algo deprimida esposa de Pitt, y a Kevin Spacey, en el papel del villano que siempre va un paso por delante. Ambos papeles pueden parecer poco exigentes, sin embargo están resueltos con una solidez y realismo que ya querrían para si muchos de los secundarios de Hollywood o de nuestro propio cine.

Sin duda, una película muy recomendable a pesar del paso del tiempo, sobre todo si se quiere revisar la trayectoria de Fincher, y ver con más perspectiva sus siguientes películas, para las cuales Seven fue el indudable punto de partida.
Rand
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Sicko
Documental
Estados Unidos2007
7.4
17,299
Documental, Intervenciones de: Michael Moore
7
27 de enero de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos tenemos problemas, da igual lo estúpidos que puedan parecer a un observador imparcial. No tener ropa adecuada para ponerte, no poder conectarte a Internet, no tener dinero para ir al cine, no poder conquistar a la persona que nos gusta… en ese momento parecen cosas terribles. La gran diferencia entre una persona normal que vive en Tanzania y otra que vive en Francia es que los problemas son de otra índole, que pueden parecer más importantes en el primer caso para un observador externo imparcial, pero que en realidad están sujetos a una subjetividad personal tan fuerte, que los efectos que producen pueden llegar a ser devastadores en el estado de ánimo de quien los sufre.

La realidad es que en Europa tenemos la suerte de poder tener adversidades distintas a las que implican directamente nuestra supervivencia a corto plazo, como por ejemplo, los problemas de salud…

Lo primero que habría que preguntarse es, ¿qué es la sanidad? Muchas personas dirían que es un conjunto de servicios médicos que nos dan una solución a un determinado problema inmediato de salud. Y es que la mayoría de las personas solo suelen pensar en el médico cuando tienen un trastorno como un dolor de cabeza, fiebre, una torcedura de tobillo, vómitos…en definitiva, cuando no se encuentran bien. Pero en realidad este concepto va más allá, y comprende la idea de que, además, hay que prevenir esos problemas. Si estos se producen, las personas deben tener distintos niveles de asistencia, ya sea de atención primaria u hospitalaria, para atender correctamente cada una de esas diversas situaciones. Ahora bien, ¿qué ocurriría si ese servicio, que todo el mundo tiene asumido que está en sus derechos básicos, no existiese? ¿Qué ocurriría si ese servicio solo se diese a las personas con mucho dinero y se le negase, aún existiendo, a las personas que no alcanzan ese presupuesto? El resultado a esas preguntas lo tenemos en el sistema de salud norteamericano.

En Sicko, el director Michael Moore se mete de lleno a describir la sanidad de su país natal, de una forma sencilla, directa y manipuladora a veces, pero simplemente brillante. El recorrido y las descripciones que hace, alternando situaciones personales de americanos con declaraciones de personas directamente implicadas en el mundo de la sanidad, añadiéndole su toque personal de excentricidades y razonamientos sencillos de asimilar para un público no muy exigente, completan un filme muy sencillo de ver, y muy recomendable si eres capaz de abstraerte del mensaje político y observar el problema en conjunto.

En definitiva, un paso más en el recorrido reivindicativo de este hombre, que en teoría busca el bien para sus paisanos destapando los problemas de su país, pero que en realidad hace productos de consumo más del gusto del público europeo. Aún así bien merece la pena echarle un vistazo.
Rand
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