Sólo Coixet es capaz de hacer creíble una historia así, de una persona que, en vez de venirse abajo al ver la muerte de frente, decide prolongar su vida más allá de su existencia, que para mí destaca tanto o más que su afán por exprimir lo que la queda hasta la última gota. Nada que ver con tanto melodrama sobre la enfermedad, ni el argumento, ni el enfoque del tema. Empieza como la historia de unas personas con tantas desgracias que cuesta creer, pero lejos de tener un final feliz (lo que sería aún menos creíble), tampoco parece desalentador, porque la directora hace terminar la trama mostrando una luz al fondo.

La he visto más de siete veces, y nunca me canso. Cada vez más que la veo le encuentro algo en lo que no me había fijado anteriormente. Primero, la historia (para tener un buen acopio de kleenex). Luego, el retrato de los caracteres y las mentalidades, después la ambientación, la banda sonora, todo. No tiene desperdicio... y reconozco que nunca la he visto sin llorar, aún no he resistido a la escena de cuando le toca a Deanie leer en clase.
Esto es saber llegar al fondo.
Aparte, Kazan, con un gran reparto, ha sabido recrear toda una galería de personajes de forma totalmente creíble: obviando a los dos protagonistas, de los que sobran palabras, hay que señalar al Sr. Loomis, sencillo y asertivo; la Sra. Loomis, retrógrada y cerrada; el Sr. Stumper, ambicioso y prepotente; la Sra. Stumper, anulada por él. Estos personajes, aunque son casi secundarios, son tratados como verdaderos protagonistas.

La vi por casualidad, y me marcó. Lehmann ha sabido combinar muy bien la comedia con el drama, y recrear esas facetas de las personas que permanecen ocultas (leer spoiler). Aunque los tres actores principales bordan sus papeles, para mi gusto deberían haber sido representados por una actriz más guapa que Uma Thurman (hay muchas), y por otra verdaderamente fea, no Jeanine Garofalo, que tampoco destaca por eso. La historia, sin ser muy original, está muy bien contada; y los animales también han hecho muy bien su trabajo. El personaje masculino quizás no hubiera sido tan entrañable sin ese gigantesco mastín, que es el que inicia el enredo.
Desde que he visto esa película, he aprendido a mirarme a mí y a los demás con otros ojos.

Dentro de lo común del argumento, quizás esta historia se quede pequeña a Robert Redford, e incluso a Demi Moore. Pero la actuación de Woody Harrelson ha sido excepcional, y el tacto con el que el director ha tratado este tema tan controvertido. Al final lo ha hecho desde los sentimientos de cada uno de los tres protagonistas, dando como resultado una historia típica, pero bien contada.

No es la mejor de sus películas, pero ha sido su trampolín, gracias a ella Medem ha triunfado, y ha seguido haciendo buenas historias.
Medem tiene mundo propio, ha habido directores que han querido imitarlo, pero pienso que es inimitable. Parece todo reflejo de su mundo interior.