Decidí ver este documental movido por la curiosidad y con la esperanza de escuchar algún testimonio interesante alejado de los lugares comunes, pero desgraciadamente no ha sido así.
Se ha financiado con fondos de Vicepresidencia del Gobierno de Cantabria (PSOE) y eso, que debería de ser una anécdota, es lo que lo marca todo. Es un documental tremendamente sectario y propagandístico, que no refleja la pluralidad de las personas LGTBI, ni de Cantabria ni en general. Eso sí, nos deja muy claro que en el PSOE son muy muy buenos y los de VOX muy muy malos.

Las opiniones son todas monocordes. Mas allá de las diferencias personales de cómo cada uno/a vive su sexualidad, todos los testimonios son los clásicos de un arquetipo de gay/lesbiana que no sé si es el más numeroso, pero que a menudo se autoatribuye la potestad de hablar en nombre de todas las personas homosexuales, anulando cualquier opinión o mirada disonante.

Hay personas homosexuales que no desean que se les colectivice en estos grupos, que tienen ideales conservadores, que son afines a partidos de derechas, que quizá tengan una mirada diferente de lo que debe ser la lucha...Lástima que a estos no se les da voz. No solo eso, sino que se les señala y se les insulta.

El sectarismo lo empaña todo. Me culpo por haberme acercado al documental con la esperanza de que no fuera así, pero me equivoqué.

Thriller que atrapa de principio a fin hasta el punto de resultar agotadora de ver, especialmente en la segunda mitad de la película. Agotadora no por aburrida -todo lo contrario- sino porque te mantiene en una tensión que sólo consiguen las muy grandes películas del género.

Hay quien piensa que en su moraleja pretende aleccionar sobre los (enormes) riesgos de la infidelidad conyugal y quien sabe si su visionado ha salvado a algún que otro matrimonio. Lo desconozco, pero es una de esas películas que dejan poso, que no se olvidan.

Película de intriga que da más de lo que a priori cabría pensar. Una historia bien desarrollada y guionizada, una ambientación cuidada, una interpretación actoral más que correcta y, lo más importante, una enorme capacidad para atrapar al espectador, que se mantendrá alerta de principio a fin.

Además de eso, es una película agradable de ver, estéticamente agraciada y, si bien cae en algún tópico clásico del género, no impide que el resultado final sea, como mínimo, de notable.

Quizá el hecho de ser un telefilme ya implique inevitablemente ciertos prejuicios en algunos espectadores, que la considerarán mala "per se" antes siquiera de darle una oportunidad. Una pena, por lo injusto que resulta. Los telefilmes son películas de presupuesto modesto, sin actores de gran caché, pero ello no impide en ningún caso contar buenas historias, entretener e, incluso, emocionar.

Los muy fans no lo verán así, pero creo que haber estado durante tantos años acompañando a Joaquín, cámara en mano, y grabando tantísimo material, bien podría haber dado un resultado con un poco más de enjundia que este documental.

Se trata de una sucesión de secuencias inconexas y un tanto repetitivas, sin un hilo conductor claro y sin una estructura clásica de planteamiento, nudo y desenlace. Esto no tiene por qué ser un problema si no fuera porque hay ratos realmente aburridos, con secuencias muy largas que narrativamente no aportan nada y son redundantes (Joaquín fumando, borracho, copa en mano, y sus músicos riéndole las gracias...).

Tiene mucho de eso, de fumeteos, borracheras y gracietas sin gracia, y muy poco, o casi nada, de un Joaquín Sabina más íntimo, más personal, más cercano. Porque quiero entender que él es algo más que fumador empedernido, bebedor de whisky y compositor de canciones. También es padre, marido, amigo...Y de esto último no muestra nada o casi nada.
No sólo no aparecen sus hijas, sino que no hay una sola mención a ellas. Tampoco hay ninguna presencia o testimonio de sus allegados, de su familia (hay una pequeña intervención de uno que se deduce que es su hermano, pero ni siquiera ponen un rótulo para aclararlo), de sus amigos y, sobre todo, de Jimena, que aparece más como su asistenta personal que como su mujer.

Ni una reflexión sobre sus problemas de salud, sus preocupaciones, sus anhelos, sus intereses, sus sueños cumplidos e incumplidos...

Tampoco vemos a Joaquín practicando alguna afición -si es que tiene alguna además de fumar, beber whisky y los toros- Nos quedamos sin descubrir ese Joaquín más íntimo y familiar, un Joaquín sabina compartiendo momentos con su mujer o con sus hijas...Quizá por eso mi decepción, porque el documental muestra mucho de lo que menos me interesa y casi nada de lo que más me interesa.

Aun así, reconozco que la materia prima con la que cuenta (esas imágenes de Joaquín subiendo a la ambulancia en camilla, pálido, o la cogida de José Tomás) es valiosa. Quizá eso y la buena banda sonora, compuesta por Leiva, elevan mi nota hasta un 3, pero vamos, que para este viaje no se necesitan tantas alforjas.

El documental recopila secuencias de la filmografía del cineasta cántabro a las que se insertan comentarios en off donde se relaciona cada secuencia con la personalidad y la manera de entender el cine de Camus. Hasta ahí correcto, aunque para los que conocemos la filmografía de Mario nos queda la sensación de que no nos aporta nada nuevo más allá de los comentarios personales de Sigfrid Monleón, cuya mirada resulta interesante pero que, por sí sola, no es suficiente para aportar una visión global.

Por un lado, la voz en off suena decadente, como si el hombre que habla estuviera bajo los efectos de narcóticos. Se le entiende bien, pero aporta una sensación un tanto extraña. (Desconozco si la voz es del propio Sigfrid Monleón).

Por otro, no aparecen, ni siquiera de forma sucinta, algunas obras imprescindibles como Curro Jiménez, Los Camioneros o Fortunata y Jacinta

En definitiva, el documental me ha parecido correcto, pero una pizca decepcionante. Quizá porque esperaba otra cosa. Esperaba más intervenciones del propio Camus -las que hay son escasas y de poca enjundia- de familiares, amigos, compañeros de profesión o de personas que hayan estudiado en profundidad su obra como José Luis Sánchez Noriega, entre otros. En definitiva, haber dado voz a personas que conocían de verdad a Mario, ya sea en su faceta artística o en la personal. Haber dado una visión más global del cineasta.