Una mujer comprensiva, absolutamente sumisa y con ninguna iniciativa en decisiones vitales familiares, crisis laborales-económicas derivadas de un férreo compromiso con tus valores que se solventan con un golpe de suerte y una inesperada nueva vida en el campo que incluye sirvientes a los que te permites tratar muy bien y de manera muy progre...

La película es una lamentable y tediosa narración crepuscular sin mensaje válido alguno en la que apenas destacan algunos discursos sobre el estado de las cosas que invitan a reflexionar algo. Me recuerda a esa otra epopeya para progres de clase media-alta llamada 'Las invasiones bárbaras': la misma retórica intelectual-izquierdosa y ese agrio sabor de boca final de que todo aquel mundo construido por prohombres pensantes como estos viejos moribundos se derrumba para ser consumido por la nueva sociedad consumista y carente de valores.

Sí pero no. Si haces una película así, al menos invita a tomar partido, y además no tengas los huevos de hacerla con un enfoque de un machista que espanta.

De Ben Affleck no espero nada, pero de David Fincher y una historia de Gillian Flynn (autora de la muy interesante Sharp Objects) sí. Y nada, nos dimos de bruces con una rocambolesca intriga digna de telefilme de Antena 3: infidelidades, embarazos, secretos varios y problemones de matrimonios del primer mundo. Se entrevee una lectura de clase por ahí, pero que pronto palidece ante lo hiperbólico de los sucesos.

Insoportable dramón sin verdadero mensaje o denuncia social de calado, donde los actores, que hay que reconocer no son nada malos, se pasan la vida gimoteando y de desgracia en desgracia.

Buena BSO a cargo de PJ Harvey y otros.