Stardust me resultó sumamente entretenida, con buenas y memorables escenas, efectivos efectos especiales, al igual que un argumento bastante bien estructurado y contado.

Creo que esta película puede ser vista por cualquier tipo de público, aunque cierta crítica señaló que hay algunas emociones fuertes para el público infantil, pienso que no es así.

Muchas de sus caracteristicas le hacen digerible para el espectador estandar: a pesar de las escenas de acción casi no hay sangre (de hecho la poca que hay es verde o azul), hay suficientes dosis de humor, así como grandes peripecias propias del cine de aventuras; es una historia de amor que logra encantar (es bastante romántica desde el solo hecho que una de las partes involucradas sea una estrella del cielo, tal como se oye), y con personajes que no se hacen insoportables aunque existan ligeras sobreactuciones a mi juicio intencionales y nada saturantes.

De hecho, los fantasmas hijos del rey (O´Toole), la otrora bella y malvada bruja (Michelle Pfeiffer), el Capitán Shakespeare (De Niro), así como muchos de los secundarios me parecieron muy acertados. Defectos sí le encontré al film, no lo puedo negar, pero son superables por la mayor parte de la cinta asi como perdonables. Pasé un muy buen rato en el cine disfrutanto de un género entrañable.

Mencion a parte está la actuación de De Niro, este tipo es un actorazo, de hecho soy admirador de sus películas, aunque en las últimas que participó fue bastante desaprovechado (The Score, Hide and Seek, etc, etc), pero en Sturdust se torna demasiado bizarro... (por lo tanto, me sorprendió una vez más) diría agradablemente bizarro, risiblemente bizarro... digno de una película diferente, de fantasía y aventuras de esta década, una película muy especial aunque pueda parecer convencional: aún quedamos los que crecimos con cuentos de hadas, brujas, y espadachines, e historias de amor con finales felices, los habrá siempre.

El medio y la forma empleada para lograrlo han sido aprobatorios.

*Nota: Los que acusan a De Niro diciendo que da ¨vergueza ajena¨ en esta película, parece que quieren verlo eternamente como un rudo mafioso avezado, y es comprensible que se sientan así, aunque se olviden que es un Actor.

Empezaré por afirmar, sin dudar, que Ratatouille es la mejor película de animación que he visto hasta el momento, y una de las más emocionantes que he apreciado en una sala de cine.

Confieso haber botado lágrimas al final de la proyección, no por una escena melodramática, o imagen especifica, sino por esa nostalgia y alegría de que el cine me ofrezca semejantes bellezas visuales llenas de emotividad; simples, aleccionadoras, y perdurables.

Y mientras otros espectadores aplaudían, en mi mente sonaba y sigue presente hasta ahora (una semana después) la canción ¨Le festin¨ compuesta por Michael Giacchino y cantada por Camille, que realza ese final tan hermoso de la película y, sencillamente, ornamenta todo el recuerdo que poseo de Remy, de cada personaje, y en general, de aquella proyección.

Hay quienes le piden a este tipo de películas, mayor complejidad, ¨originalidad¨, o ser más consecuente con el público al cual supuestamente va dirigida, pero... ¿no es más valioso que una película pueda mirarse tanto desde los ojos de un niño, de un adolescente, o un adulto, aún con lecturas distintas, pero con una satisfacción similar?. Qué estupendo es que un film pueda ser tan valioso para cualquier edad, así sea en los niños como una celebración a sencillez, al juego, al humor; o en los adultos, como una exaltación de la humildad, perseverancia, y el merecimiento...

La película tiene un mensaje universal, y personajes tan ricos e inesperadamente importantes, que se combinan con esa animación de enorme calidad y detalle, así como con una banda sonora precisa, que incita a soñar, que acompaña a Remy y me permite recordar que el cine es maravilloso, una combinación de palabras, historias simples, imagenes eternas, música con melodías llenas de nostalgia.

Paris nunca fue tan hermoso, quizá, pero es la primera película que logra hacerme soñar a través de los ojos de un ser tan humilde, y enamorarme de una ciudad asi como de la capacidad humana para adquirir inspiración y ser libre.

Ese romanticismo que emana Ratatouille, aun hoy lo tengo tan presente, como un niño, agradecido por el espectáculo del cine.

Yo trabajo en una prisión, en el área de tratamiento. Y pude ver en vivo la representación del auto sacramental 'El gran teatro del mundo' de Calderon De La Barca, elaborada por los internos, así que al ver la película me sentí identificado pues recordé aquella experiencia. Soy testigo de las similitudes, pues no importa en qué parte del mundo uno se encuentre, quien está en prisión pasa por las mismas penurias y se enfrenta a la misma soledad.

Por medio del arte ellos alcanzan la catarsis: la purificación, el desahogo, la libertad. Pero todo esto es efimero, dada su condición de presidiarios, todos ellos están ahí por diversos delitos, uno más grave que el anterior. Cumplen una condena, justa o no. Pero todos buscan redimirse en lo profundo de sus corazones.

Esta notable cinta que apenas excede la hora de duración, resulta imprescindible tanto por el homenaje a William Shakespeare, como por la fe que coloca en el arte como herramienta de purificación interior en personas estigmatizadas por la sociedad. Sin duda que el arte, el teatro, las historias, son terapéuticos. El cine no es la excepción.

Transformers se ha convertido en todo un universo de animación cuyo climax sería la reciente película producida por Steven Spielberg y dirigida por Michael Bay (eso parece, aunque siempre espero más de mis heroes).

Pero, remontandonos a los nostalgicos años ochenta, aquella serie (co-producción estadounidense-japonesa-canadiense) empieza con la recordada y hasta ahora insuperable Generación 1, en donde una legion de seres cibernéticos comandados por Optimus Prime y sus valientes Autobots llegan a la tierra en busca de cubos de energón (fuente de vida de su planeta Cybertron) que, lamentablemente, también son codiciados por los Decepticons, al mando del destructivo Megatrón.

Así se inician los acontecimientos... pero pronto descubrimos que para los autobots, los seres humanos y la tierra son motivos aparte y suficientes para sacrificarse y defenderla de la devastación representada por Megatrón, protegiendo la bandera universal de la justicia, la amistad, y la concordia entre civilizaciones. Es pues el contexto propicio para que niños, jovenes y adultos, presten su atención a las aventuras de los seres del futuro: Robots inteligentes que protegen ideales humanos.

Hablar de Autobots y Decepticons es hablar del bien y el mal, así como de una forma novedosa de presentar esta eterna contienda, donde muchos niños pudimos ver nuestros juguetes preferidos (o soñados) transformarse en artefactos o vehiculos que los adultos utilizan para desplazarse por el mundo o hacer la guerra, enfrascados en una pugna épica, sumamente entretenida y, como ellos: Colosal.

PD: Reconozco que el puntaje que le he puesto a la serie (Generación 1, sobre todo) tiene una fuerte dosis de nostalgia, y junto a ¨Dragon Ball¨, ¨Robotech¨, ¨Cobra¨ y ¨Saint Seiya¨, son mis series de animación favoritas de todos los tiempos.

Lo que me entretuvo: El musical sobre la inquisicion española. El anuncio del final acerca de un Hitler sobre hielo... (vaya absurdo, pero gracioso al verlo).
Todo lo demás es prescindible, la mayoría de veces lo grotesco supera al humor. Mel Brooks tiene cierto carisma, pero su película pecó de ambiciosa.
Si una película me hace brotar sonrisas no podría ponerle menos de 4. Esta cinta se ganó ese mínimo derecho, al fin y al cabo.