Siempre se recordará a David Fincher, director de ‘Se7en’, como uno de los directores más prolíficos del cine moderno. Con el guión de Andrew Kevin Walker y la fotografía a cargo de Darius Khondji , ‘Se7en’ ha logrado situarse como una de las películas más influyentes de los años 90.

En esta obra, encontramos lugares oscuros, violentos y tétricos. Lugares que encierran al público en un escenario más propio del thriller psicológico que del mero cine policíaco. Fincher tiene la cualidad y la capacidad de extraer, siempre, en todos sus personajes, la parte más oscura que esconde el ser humano. Los balances de luz y sombra son sencillamente sensacionales y la ambientación de las escenas, mostrándolas siempre bajo la oscuridad y la incertidumbre, dota a su escenario de un aspecto fúnebre y en el cual se expone al mundo como un lugar cruel y perturbador, un lugar que parece no tener solución, un lugar donde nunca sale el Sol, siempre llueve y donde el hombre parece haber perdido toda esperanza.

Ante todo, ‘Se7en’ es una película tensa, con un gran trabajo a sus espaldas y que ha sabido combinar mejor que nadie las virtudes del cine negro con las del psycho thriller. La labor en fotografía e iluminación es, cuanto menos, magnífica, tanto en los ambientes como en los personajes. Sumergen al público en una atmósfera de terror, pánico y sospecha. En un mundo donde el mal ha logrado vencer al bien y donde el pecado ha terminado por apoderarse de la ciudad.

Posiblemente, ‘Se7en’ sea una de las mejores películas de intriga que se hayan hecho en los últimos 50 años.

Película que merece una votación superior, justificado con la poca gente que ha podido verla. Un drama romántico sobre el primer amor y sus consecuencias futuras, alimentado con pinceladas de sarcasmo y algunos momentos cómicos. Un buen guión y una solvente actuación de Mark Ruffalo conducen el film. Puntuación: 6,5.