Doce hombres encerrados en una habitación o como mostrar el comportamientos de arquetipos humanos universales y sus respectivas pautas de comportamiento.
Una reflexión sobre las motivaciones íntimas del ser humano que no dejará frío a nadie con más de una neurona.
Y rodada con un ritmo e intensidad hipnótico gracias a su dirección de diapasón y reparto sublime.
Obra maestra sin contemplaciones.

1º- Metes directamente en el mezclador de cócteles un 1/4 del trabajo técnico, estética docudrama y tics de cámara clonando " EL PROYECTO DE LA BRUJA DE BLAIR".

2º- Lo bates con 200 ml del previsible planteamiento, nudo y desenlace de cualquiera, a dedo, de las varias docenas de películas de género sobre zombis o infectados que puedes adquirir en tu videoteca más cercana.

3º- Viertes sobre lo anterior unas gotas de mediocres actores para dar esa sensación fou de falso realismo en clave " ESPAÑA DIRECTO" y les pides que se equivoquen, griten y sangren mucho. Ah. y que suban y bajen muchas escaleras.

4º- Y lo completas con un poco de hielo, unas rodajas de directores españoles jóvenes y molones que hablen sobre ritmo, telerrealidad y el exhaustivo trabajo del equipo de rodaje y lo agitas y licuas bien hasta que toda la preparación esté líquida.

5º- Lo dejas reposar con una buena pasta para gastar en marketing para internet y prensa y prestigiosos festivales de amigos que comenten que tu película " es rápida, directa y tensa y pertenece a esa rara estirpe de películas que logran dar miedo" y .... ya está listo para servirlo a temperatura media en una copa cóctel con un poco de manzana picada flotando y una rodaja de limón para adornar.

Y ya tenéis el " REC SUNRISE DEJA VU" listo. Recomendado a paladares poco exigentes, claro.

Pequeña joya del cine español contemporáneo.
Sobria narrativamente, y con abundante clase y estilo fílmico.

Como ejercicio reivindicativo para refrescar la memoria y rescatar del olvido y anonimato al colectivo de musulmanes que peleó junto a los aliados en la 2ª guerra mundial, me parece encomiable. Un homenaje necesario.

Como película, y más concretamente como film bélico, ya me parece otra cosa. Poco más que un trabajo correcto, del montón y un tanto carente de la energía e intensidad emotiva que se le supondría a este tipo de producción.
Un producto más bien frío y formalmente muy convencional. La secuencia de cuando se niegan a comer porque no les dan tomates es una muestra de ello: está como rodada como de pasada, desde un punto distante, sin alma, que diría un metafísico.
Resumiendo, que me ha dejado indiferente, que no me ha conseguido implicar en la suerte de esos Argelinos que combatían a los nazis y, al mismo tiempo, a los prejuicios de sus compañeros.

Un film irregular y como de ajuste o transición de los Cohen, que vuelven a intentar ponerse las pilas otra vez después de sus últimos fiascos y a exhibir sus mejores intenciones, aunque de buenas intenciones ya sabemos que está empedrado todo el Vaticano.

Lo mejor: Para mí Josh Brolin( todo el mundo habla de Bardem, pero casi nadie de un Brolin que lleva gran parte del peso de la película y dota a su personaje de una inusual intensidad y energía) y la primera media hora de película. El comienzo en el desierto es magnífico.

Lo peor: Hay secuencias, personajes y diálogos que a estas alturas de la evolución ya chirrían por lo manidos, sobrerrecurrentes y artificiosos que resultan a un espectador que haya vivido algo de CINE en los años noventa del pasado siglo. La secuencia del asesino Bardem con el tendero aquel o con el otro asesino Harrelson, con esos diálogos marcianos refritos del primer Tarantino o de Lynch ya saben a deja vu. Ese tipo de situaciones, de ingeniosas y lacerantes réplicas y contrarréplicas y chascarrillos varios de asesinos y víctimas, de artificioso regodeo en una especie de impostada crueldad lírica/poética son ya recursos agotadísimos en el thriller desde hace ya demasiado tiempo. Lo que antes era innovación, cierta transgresión formal y espontaneidad ahora, con los años, se vuelve rutina y apoltronamiento.
Tres cuartos de los mismo pasa con las disgresiones desencantadas y con ínfulas de epatación trascendente de Lee Jones. No cuajan porque ya hemos visto a Melquiades Estrada antes y ya sabemos lo que piensa de los tiempos que se van y de los que llegan y del crepúsculo y tal y cual.
Es por todo esto que " No es país para viejos" sabe ya a plato recalentado. El guiso de carne o los macarrones a mí siempre me han gustado más al día siguiente, eso es cierto. Tienen más sustancia.
Pero en el cine corremos el riesgo de que el espectador pueda llegar a hartarse de pagar para que siempre le sirvan el mismo plato recalentado de macarrones una y mil veces.
Salud y acierto.