Esa vieja bicicleta esperando la vuelta de su dueño, ese afán de la niña por esperar la vuelta de su padre y todo contra viento y marea. Ese destino desconocido, quizás una promesa incumplida,... porque qué es lo que lleva a esa niña-mujer a acudir año tras año, estación tras estación, a su cita ¿la esperanza? ¿el recuerdo? ¿y cuál es la realidad? ¿la que observa o tal vez la que intuye?
El mundo no se detiene y no nos espera y la rueda sigue girando.
Un verdadero poema condensado en ocho minutos de lápiz y carboncillo.

Buena música y una historia coral interesante en el Nueva Orleans posterior al Katrina es más de lo que me atrevo a pedir a una serie americana.
Pero es que David Simon, su creador junto con Eric Overmyer, no acostumbra a darnos caramelos fáciles.
La serie se mueve por sus personajes, contando historias que podrían ser fácilmente reales, reflejando el esfuerzo de los habitantes por reconstruir sus hogares y retomar sus vidas, todo envuelto en la gran musicalidad del jazz y del blues... Pareciera que ése es el único alimento que necesitan, la música, para salir de todos su problemas. Inolvidable.