Narrada de un modo excelente, con pulso firme y cautivador, es un placer para los amantes del melodrama poder ver como la melena de Patricia Neal se zarandea bajo el abrazo de Gary Cooper. Absolutamente embriagador. Una fantastica banda sonora y un inteligente uso de la fotografía, subrayan aun más, si cabe, la turbulencia e intensidad de las emociones de los protagonistas. Sin embargo, es una lástima que tras tan cautivadora propuesta, solo se haye una historia absolutamente irreal. Un cuento maniqueísta, cruzada desesperada e inverosimil en pro de la verdadera arquitectura (si es que la hay) y la individualidad del hombre. Durante toda la película se puede sentir la presencia de la Guerra Fría y del posicionamiento político estadounidenses: la contraposición de la libertad individual y el interés común, de la realización personal y el acuerdo social. Es una veradera lástima que manos tan virtuosas sirviesen a tan bajos intereses. Pocas veces una voz tan hermosa había hablado con tan poco sentido.