Desagradable, tramposa, inverosímil hasta el absurdo. La película sólo desemboca en un alud de sensaciones negativas para el incauto espectador. Nada hay gratificante, 100 minutos que mejor pueden emplearse en limpiar los cristales y la cocina, por ejemplo. El tipejo desagradable que encarna Javier Gutiérrez, en el cénit de la incongruencia, suena en su burocrática interpretación exactamente igual al estúpido protagonista de “Vergüenza”

Despropósito argumental, estúpidamente confusa, incomprensible, aburrida, demencial majadería. Resulta tan incoherente como la propia película que un elenco actoral de campanillas no salga corriendo de esta producción tras leerse el guión. Mamarrachada infumable.

Producto de plataforma con mucho más ruido que nueces. Con un presupuesto discreto, a medida que la trama avanza, la película se descose, dejando al descubierto un vacío argumental lleno de incongruencias que rayan el delirio. Una huida hacia ninguna parte porque no hay nadie al volante. Y lo peor es que ni siquiera es entretenida